“Solo tengo que decirte que he sufrido mucho por amor, que me costó mucho exponerme contigo aquí porque no quiero sufrir más, que un animal herido puede morder aunque no quiera, porque está herido. Yo te necesito, no sé cómo decirlo. Te quiero a mi lado, como estábamos antes. Tú eres la persona más importante para mí. Lo sigues siendo. No me ataques, por favor. ¡Ya está! Necesito mi Cristina, nada más. Y si tienes dudas de que te quiero eres súper torpe. Que yo te quiero un montón, no sé cómo decírtelo”. Tras estas palabras, el protagonista de la función hacía una pausa dramática. Sabía que entonces oiría la reacción del público, el aplauso que alimenta al artista.
“Creo que te he esperado lo suficiente, a tu tiempo, a que estuvieses curado… No te he forzado en nada…”, contestaba ella. Entonces la cogía del cuello con su mano derecha y declamando con mayor dramatismo, si cabe, decía “cállate” mientras se aproximaba para sellar su boca con un beso. Un prolongado beso que ponía el broche final a la gran actuación. El golpe de efecto de Luca no solo era una monumental sorpresa porque pocos minutos antes pintaba que terminaría el careo casi peor de cómo había empezado. Poco podíamos sospechar sobre las dotes de intérprete de Luca Onestini, cuyo segundo apellido parece que fuera Bardem.
De la estirpe de los mejores parece proceder este talento italiano de la interpretación. Rodero, Bódalo, Prendes y Merlo se pelearían para compartir escena con él. Parece que hubiera mamado el arte de Talía desde su más tierna infancia. Como si viniera de pasar por las manos de Cristina Rota, Mario Bolaños o Coco Comín. ¿Qué estoy diciendo? Directamente del Actors Studio de Nueva York, donde el método Stanislavski se le quedó pequeño. En la Royal Shakespeare Company estarían encantados de contar con él. Este Onestini es un mago de la escena, y no hay nada más que añadir.
El problema de hacer una buena actuación es que se corre el riesgo de poner en duda todo lo anterior y dar que pensar si también lo fue. Siempre me pareció excesiva la respuesta ante algo no tan importante como la reacción de Cristina al momento de sacrificarse para hacerla inmune. Pero ya se sabe del poder magnificador que tiene esta experiencia. De hecho, cuando Julen y Sandra atacan a Cristina siempre pienso que no hay motivos reales para semejante malquerencia. No porque yo no lo vea, es que si nos fijamos nunca dan argumentos relativos a sus actitudes, solo a sus características personales, algunas tan grotescas como inevitables. Parece, por tanto, que no estuvieran en contra de sus actos, sino de su personalidad.
Les molesta la voz que tiene Cristina, una crítica que viniendo de según quien resulta sarcástico. O que tenga una personalidad arrogante y altiva. Todas ellas características inherentes a su ser, diría que imposibles de cambiar sin forzar una simulación y dejar de ser ella misma. Pero pocas veces se refieren a actitudes que consideren censurables. Las nominaciones son el momento ideal para ello y donde podrían sacar su arsenal de reproches sobre actitudes del día a día, pero no suelen hacerlo. Esto valdría también para Luca, a quien llevan nominando todo el programa sin que sepamos por qué. Solo se me ocurre que le han visto siempre como un rival duro, objetivo claro a batir. Lo mismo pienso de Cristina.
En el enfado que le ha durado a Luca cinco días tampoco veo justificación suficiente, más allá del feo gesto de echarle en cara su sacrificio quedando nominado. Las cosas tienen valor si se hacen sin luego echárselo en cara a nadie. Luca no solo lo ha hecho, sino que ha refrotado en la cara de Cristina que está salvada gracias a él hasta llegar a parecer recochineo. Aun pareciendo exagerado, es un motivo de enfado que Cristina no cumpliera sus expectativas en el modo de agradecer su gesto. Pero a partir de ahí, la sucesión de reproches ha rozado lo delirante. Todo le parecía mal y ella tuvo la razonable sensación de que no había manera de complacerle o evitar sus desprecios continuos.
No compensa ser inmune si a cambio se suceden cinco días de locura en los que solo con una mente fuerte y una personalidad de hierro se puede evitar que la autoestima caiga por los suelos. Cristina fue cediendo terreno hasta terminar aceptando más de lo que parece aceptable, pero nunca se doblegó del todo a ese suplicio al que le sometía la persona con la que pretendía formar una pareja más allá del concurso. Si cedió sobradamente fue por miedo, porque no descartó nunca del todo que ese objetivo se pudiera cumplir y la relación trascendiera del área pública actual a lo privado en un futuro inmediato. Solo por no renunciar del todo a esa perspectiva evitó hacer lo que muchos terminamos deseando que hiciera. Viendo la irracional actitud de Luca, tóxica y dañina en muchas ocasiones, desee que Cristina se plantase y dijera “hasta aquí hemos llegado”. De hecho, en los primeros minutos del careo creo que estuvo a punto de hacerlo. Obviamente con un profundo dolor de corazón.
No es extraño que tuviera ese impulso teniendo en cuenta algunas de las cosas vistas. En uno de los buenos momentos de estos días le pedía Cristina que cantase el estribillo de la canción de los ‘Tacones rojos’ de Yatra. “La que me hace llorar, la que me hace sufrir pero no paro de amar”, entonaba Luca, para añadir justo después: “No, ahora no”. ¿Ahora no? ¿Estaba diciendo que ya no la amaba? Esto, así como un sinfín de cobras, que quitase la taza del desayuno puesta por ella o rechazase las tostadas que le había hecho justifica el pesimismo de ella. Y son solo unos pocos ejemplos.
Cristina no se negó a entrar en la sala de la verdad a tener su careo con Luca, pero optó por negar su propia defensa, como algunos reos en su juicio. El derecho a no declarar en este caso no tenía el objetivo de evitar hacerlo en su contra, sino justo al revés. No empeorar la situación y volver a molestarle eran los motivos. Pero el inesperado efecto Onestini vino a convertir la situación, como un mago cuando hace desaparecer el agua de un vaso o saca un conejo de su chistera. La chistera de Luca escondía un cambio radical, hacer tabula rasa y declamar con su mejor voz el amor que siente por ella de manera nunca vista con anterioridad.
El rostro de Cristina fue de total desconcierto, diría que de desconfianza. La misma que han demostrado ambos, uno con el otro, en todos estos días. El cambio era tan radical y tan efectista la parrafada (con la que abro este escrito) que resulta inevitable pensar que era todo un paripé. Aunque, claro, después de pasarse semanas sin forzar la situación porque él estaba saliendo de un doloroso desengaño amoroso y esperando después que fuera más explícito demostrándole sus sentimientos, no era cuestión de rechazarle ahora por un defecto de forma, como si fuera funcionaria. ¿Había quedado demasiado histriónico? Bueno, vale, pero es un clavo ardiente al que agarrarse.
Todavía quedaba la prueba de fuego de la salvación. ¿Habría mantenido Luca su reciente giro si no se llega a salvar? Es imposible saber la respuesta cierta a esta pregunta. En todo caso, creo que fue importante para el futuro inmediato de la pareja que se salvase. Los seguidores de Cristina, y en particular los amigos y familiares que mueven el cotarro, tuvieron buen criterio no pidiendo el voto para Luca. Más cuando la madre de Sandra respondió a la petición de su hija promoviendo el voto contra Luis Rollán para intentar salvar a Julen. Por lo visto en el baile de porcentajes (del que hablaré más tarde) tengo claro que el más votado es Julen, pero su porcentaje bajó en parecida medida a la subida del de Luis. Blanco y en botella.
Lo que ha venido después es una situación ideal que mejora con mucho lo visto en semanas precedentes. Luca y Cristina ya no buscan un rincón en el baño o el almacén, lejos de las miradas de sus compañeros, para besarse. Ayer lo hicieron sin ocultarse, en medio del salón o en la cocina. No sé si compensa, pero el cambio ha sido para mejor. Más expresivo y claro que nunca sobre su deseo de estar junto a Cristina y con más frecuentes expresiones de cariño. Normal que ella haya pasado página sobre todo lo anterior, aunque no del todo. Tiene unas gónadas más grandes que el Bernabéu y lo demostraba la misma madrugada del martes diciéndole a Luca algunas de las cosas que no le gustaron en esos días. Por ejemplo, que no la defendiera de los duros ataques de Julen, su nuevo amigo.
Me resulta incomprensible que Luca se atreviera a hacer cualquier reproche a Cristina cuando él estaba pasando por alto las cosas que a esta le decían Julen y Sandra. Seguro que Cristina ha hecho cosas mal, pero después de su teatral golpe de efecto Luca debió cambiar también en eso. Y cuando Julen volvía a mostrar la fijación que tiene con Cristina debió pararle los pies. Al menos, decirle que no estaba de acuerdo porque el silencio a veces es delator y el que calla otorga. También me resulta curioso que ante la crisis en la pareja Julen y Sandra acusasen a Cristina de estar haciendo la trece-catorce a Luca. ¿Por qué no al revés? Si el ofendido era él, igual que fue quien cambió de actitud.
Ahora dice Julen que tiene mucho cariño por Luca, pero lo lleva nominando todo el programa. El italiano ha recibido parecido número de puntos que Cristina y ha estado nominado siete veces, igual que ella. Tampoco supieron dar argumentos convincentes para tanta animosidad. Le acusaron, eso sí, de tener un comportamiento violento o agresivo en las discusiones. Que se pusiera las manos a la espalda les parecía justo lo contrario de lo que significa. Por no hablar de que al principio le colgaron el sambenito de estar jugando a dos bandas, con Emmy y Cristina. Visto con la perspectiva actual parece tan disparatado como en su momento. Solo lo agrava que de repente le tengan tanto cariño.
Seguir dudando de que haya sentimientos en la relación de Luca y Cristina, como hacen algunos exconcursantes, particularmente los repescados (posiblemente los más reventados), es una absurdez. Si lo que querían era separarse uno del otro para llegar a la final como rivales puros la cosa no ha terminado como querían. Tampoco se explica tan maledicente duda después de ver el estado de desesperación ahogada en llanto de Cristina. Luis Rollán ha mantenido su independencia de criterio en esta historia y ha sido más comprensivo con Luca que con Cristina. No lo critico, aunque no lo comparta. Ahora bien, en esto volvía a demostrar su aplastante sentido común diciendo que Cristina sería merecedora de un premio Óscar si fuera capaz de estar fingiendo sus sentimientos. La prueba del algodón se aplica mucho mejor en las crisis que cuando todo va bien.
Sobre lo que vaya a pasar en los pocos días que quedan para el final no respondo. Una vez que he conocido al Luca prestidigitador, con un talento insondable para la interpretación, no pondría la mano en el fuego por cuál puede ser su actitud en los próximos días. A Cristina la veo ilusionada, pero no me engaña su rostro y veo un fondo de incredulidad que le costará mucho apartar de su mente. Y la entiendo. Luca ha sido mi favorito desde el principio. Llegué a decir que era un concursante tan perfecto que ni siquiera daba rabia por ello. Tendría que haber dudado de tanta perfección. A partir de ahora pensaré que si no da rabia algo falla. Ahora mismo no deseo que gane. No se me olvida el Luca de esos malditos cinco días, y soy incapaz de darle un pase.
El porcentaje que estaba cercano al 92 % el domingo había bajado más de 20 puntos el martes, cuando los porcentajes ciegos oficiales estaban así: 70,5 %, 24,1 %, 2,9 % y 2,5 %. Supongo que unos porcentajes y otros se corresponden por la posición de las barras, porque los colores cambiaron todos. Si en dos días los seguidores de Sandra, con su mamá millonaria a la cabeza, pudieron bajarle 20 puntos a Julen, en los dos siguientes podría llegar a aproximarlo bastante a su rival.
Esta noche hay una fiesta y creo que la Navidad va a estar muy presente. Será la fiesta que anoche no tuvieron, aunque posiblemente esté trufada de cosas buenas y malas, como es costumbre. Entre las malas que Julen o LuisJulenLuis abandonarán la casa de los secretos. Luis lloraba ayer preparando su maleta, labor que empezó a hacer el mismo martes de madrugada, tras saber que no era uno de los salvados. Más que llorar ante la posibilidad de irse lo hacía porque ya queda poco para que esto acabe. Julen está plenamente convencido de que será él quien se vaya. Los dos candidatos a la expulsión dejarán un vacío importante entre sus compañeros.
Desconozco si habrá nuevas nominaciones. Algo de eso se comenta, pero de ser así me resulta engañoso el concepto de “llegar a la recta final” vendido a quienes salieran inmunes del dilema planteado el pasado jueves. A estas alturas, y siendo esta noche el encendido navideño en la casa, lo que tocaría sería repartir números para votar en positivo y encarar así el camino hasta la final, que está a la vuelta de la esquina. Esta noche veremos lo que pasa.