El drama de Candela
Candela quiere que la expulsen porque está en un callejón sin salida y no puede más. El culpable de esta situación es Antonio, aunque también ella. No ha sabido gestionar su relación y se equivoca continuamente haciendo y diciendo cosas diferentes. La villana de esta edición tiene demasiado drama encima como para serlo del todo, además de faltarle algo de carisma e iniciativa. Ayer preguntaba Ylenia, concursante que más verdades está diciendo con diferencia, si Candela había dormido ya sus 18 horas diarias. Así no hay héroe ni villano que valga.
“Si hago por estar bien con él se me echa encima. Y no lo puedo rechazar no vaya a ser que me salga por peteneras. No quiero enfrentamiento con él. No sé dónde está el límite. Prefiero estar en mi casa, que estoy muy a gusto, con mi vida normal y ya está. He dicho, por favor, que me echen”, decía Candela la madrugada pasada hablando con Raquel. Y cada poco rato rogaba que no le dijeran nada a Antonio.
Cuando hablo del drama de Candela me refiero a esto que ella cuenta: “Yo con él no tengo control. Cuando digo ‘cordialidad’ él se me echa encima y yo quiero rechazarlo. Pero, claro, alguna vez le sienta bien y otras le sienta mal”. Habla Candela en esta ocasión con un grupo formado en la cocina por Ylenia, Kiko, Irene y Juan Miguel. No vi gran complicidad en Kiko, quien cuando Candela volvía a pedir que no le contasen a Antonio nada de lo que ella estaba hablando terciaba: “No le vamos a decir nada porque al final se lo vas a decir tú”. No sé bien lo que quería sugerir con esto.
Candela terminaba llorando junto a Ylenia y, de nuevo, Raquel. Repetía una y otra vez que pide ser expulsada porque no aguanta más la situación. No puede controlar a Antonio y piensa que el resto de los compañeros deben de estar cansados de sus peleas. Si en algo insistió es en su incapacidad para controlar a un Antonio que cuando ve cordialidad se echa encima de ella sin saber dónde está el límite. Este sería el resumen, aunque lo más significativo es cuando Candela habla de su temor a la reacción de Antonio. Ese “no vaya a ser que me salga por peteneras” que justifica su pasividad en muchas ocasiones.
No parece una situación agradable la de Candela, aunque insisto en que esa relación tiene dos responsables de lo que ocurre entre ellos, como siempre pasa. Resulta confuso e inexplicable que rechace los besos y abrazos de Antonio, pero luego se lleve un disgusto cuando le roba el aliento a María Jesús o se da placer supuestamente bajo las sábanas. En ambas ocasiones le repitió María Jesús idéntica pregunta: “¿A ti qué te importa?”. Pero sí le importa. Hay muchas cosas que cuesta entender de Candela, pero me creo su preocupación por la reacción de Antonio ante el rechazo.
Hasta ahora había visto un Antonio que está permanentemente en Brotherinlawland (Cuñadilandia), pero aprecio ahora un rebuscamiento en la relación que establece con Candela que dista mucho de ese cuñadismo tan interiorizado, que mezcla con su continua predisposición al chascarrillo. Reconozco que me río en ocasiones con sus bromas, igual que les pasa a sus compañeros de encierro. Esto me hace dudar si el Antonio real es este de las anécdotas a veces graciosas, el cuñado que mete la pata a menudo, o acaso ese alambicado especialista en darle la vuelta a las cosas haciendo sentir culpable innecesariamente a la mujer que concursa junto a él.
A veces pienso que Antonio disfruta de esa insana relación. Una vez descartado un futuro en común creo que para él es puro divertimento. Un divertimento sofisticado y sutil que hace daño a ambos. No quiero hacer un culpable porque los dos tienen lo suyo. Creo que son tal para cual y en ese callejón sin salida donde están se han metido juntos libremente. Pero creo que a Candela le va a costar más salir, especialmente mientras esté dentro de esa casa. Por otra parte, no deseo que se vaya por mucho que ella lo pida porque protagoniza la trama más potente ahora mismo. También la más desconcertante.
Si la audiencia expulsa a Candela nos quedaremos con un panorama sombrío que necesitaría urgentemente un revulsivo. Igual si salen María Jesús o Ylenia. La casa vive una situación de atasco importante, con tramas que no avanzan y cierta sensación de permanente repetición. El temor a equivocarse hace retraerse a algunos, encerrados en su cascarón esperando mejor ocasión para salir. Otros, sin embargo, han salido estrepitosamente al saber que se les puede estar acusando de ser muebles. Mejor esto que lo otro, aunque en la medida que parece artificioso pierde interés.
Se hace necesaria una prueba que requiera la atención de todos las 24 horas del día, para evitar situaciones como la de ayer. Por la tarde, la mitad de la casa hacía siesta, lo cual lograron parar Ylenia, Raquel y Carolina, empeñadas en despertarles de un susto. Luego, antes de la medianoche ya estaban muchos preparándose para ir a dormir de nuevo. No sé dónde diablos piensan que están. Parece fácil imaginar que están decepcionando a la audiencia con una actitud tan pasiva. Recuerdo algunas pruebas que podrían revertir la situación. Algunas relacionadas con el tiempo, por ejemplo, que mantuvieron alerta a toda la casa.
Las pruebas siempre han valido para hacer que tengan en todo momento alguna actividad. También para fomentar el conflicto, principalmente cuando por culpa de un concursante o varios pierden la posibilidad de tener el presupuesto completo para hacer la compra semanal. La mecánica que divide el presupuesto por dúos (o tríos) evita el disgusto por no tener presupuesto completo. Si hubieran pedido un máximo de 20 o 30 fallos entre todos para superar la prueba de los bebés no la hubieran superado. Está genial que digan los fallos de cada dúo, pero para que recaigan las culpas en los responsables de no superarla. Se está perdiendo un foco de conflicto que tal vez animaría un poco la casa.
A la cabeza de esa sensación de pasividad general que transmite hoy por hoy la casa están Sofía y Alejandro. Coincido con la lógica pregunta que Ylenia, Carolina y Raquel se hacían ayer: “¿Sofía dónde está?”. Imagino que la respuesta es que está con su no pareja Alejandro, aquel con quien se acuesta y mantiene ese tira y afloja tan aburrido como falto de interés. Donde no está es con sus amigas, a las que los fanáticos seguidores de Sofía acusan de haberla traicionado sin aportar un solo argumento válido. Tras no poder salvar a Ylenia fue ella quien se apartó, dando la espalda a quien había sido su principal cómplice en el concurso.
Es lógico que Ylenia y Carolina anden moscas con una Sofía a la que se le nota a distancia el cuento que tiene en esta edición. Diría incluso que están siendo muy generosas con ella haciendo recaer en Alejandro la mayor parte de la culpa por querer quedar como víctima en la relación, intentando imitar a la Sofía de anteriores realities. Personalmente creo que tanto Alejandro como Sofía están jugando a lo mismo. Y al igual que no nos la dan a los espectadores tampoco parecen en la casa dispuestos a tragarse su historia. Alejandro es un lobo con piel de cordero que tiene varias caras.
Ante las cámaras en las galas Alejandro es un pobre hombre herido de amor y un pillo el resto del tiempo en la casa. Pasa del llanto a la chulería con pasmosa facilidad. Él solo es Rinconete y Cortadillo. Pura picaresca cutre. De nuevo ha sido Ylenia quien parece haber calado mejor al personaje, como pudimos comprobar cuando decía esto ayer: “Ahora sale llorando por los pasillos y luego me saca a este, a este otro, llorando, llorando y otra vez llorando. Y más tarde ‘la quiero’, y el aplauso fácil. ¿Cuál es el Alejandro de verdad?, ¿el Alejandro ‘antonizado’?, ¿el Alejandro que llora por las esquinas?, ¿el Alejandro que ama a todo el mundo? ¿Cuál es el de verdad?, ¿el incoherente?, ¿el jugador?, ¿el ‘Amancio’ que nunca ha existido porque no has trabajado en tu vida? ¿Cuál es el de verdad?”.
Lo del Alejandro ‘antonizado’ es demasiado bueno. Hay mucha complicidad entre ellos porque tienen mucho en común. Alejandro también vive muchas veces en Brotherinlawland, aunque disimula mucho más tras su apariencia de chico bueno que no ha roto nunca un plato. También es enorme lo del ‘Amancio’ (por Amancio Ortega) que nunca ha existido, haciendo referencia a la broma en la casa sobre su perfil de empresario emprendedor, que nadie ha podido comprobar. Alejandro me parece el concursante más complejo y al tiempo el menos interesante. Curiosa contradicción.
El gato responde
Me preguntan algunos seguidores por qué no he escrito mis tradicionales segundas impresiones sobre los concursantes en este GH DÚO. Craso error. Aunque en las ediciones de famosos tiene menos sentido, ya que los conocemos de antemano, he intentado mantener esa tradición en ocasiones anteriores. Sencillamente han ido pasando los días y no he encontrado el momento. Intentaré enmendar el error haciendo una versión reducida y de urgencia a continuación. Son mis segundas impresiones ‘express’, incluyendo a los expulsados hasta ahora.
Kiko es el estratega que pudo ser y no fue. El jueves pasado nominó a Juan Miguel porque sabía que no saldría nominado. Una decepción para quienes confiábamos en su anunciada intención de jugar.
Irene es una favorita con carisma y encanto, pero se deja ver demasiado poco. O espabila o puede terminar siendo un bluf.
Fortu es el típico que pretende permanecer en la sombra hasta emerger el último mes de concurso, o por ahí. Ahora anda preocupado porque el domingo en el Debate un mensaje de la audiencia preguntaba si él y Yoli siguen dentro de la casa. En lugar de intentar participar más se encarga de hablar a las cámaras aclarando que siguen ahí. Va para atrás, como el cangrejo, y no solo en la cinta andadora del jardín.
Yoli es una mujer con carácter, pero le falta picardía y está demasiado a merced de lo que marque su pareja.
Juan Miguel es el viudo que se quedó sin una Yurena con la que vender carpeta fake. Ahora solo le queda piropear a los presentadores y peinar a todo el que se preste. Ha peinado incluso a los bebés de la prueba.
Yurena se maquilla con irritante parsimonia.
Carolina es una veleta cuyo principal valor es contar a los espectadores todo aquello que no podemos ver. Solo por eso ya me vale.
María Jesús es la mujer por la que bebe los vientos Julio.
Julio es el hombre normal enamorado hasta la médula e incapaz de renunciar a la reconquista de su amada. Inteligente, taimado y, lo mejor de todo, hay en él algo oscuro que atrapa mi atención.
Antonio es como un dibujo animado que nunca sabes por qué esquina de la pantalla va a salir ni la pirueta que hará a continuación. Si Julio es el correcaminos (según Carolina), Antonio sería el coyote que cae al vacío varias veces en cada episodio y se levanta después como si nada.
Candela es una bruja a la que le pesa la escoba y está tentada de tirarla a la basura. Si resiste crecerá.
Alejandro es lánguido.
Sofía es una concursante a la que le repiten más los realities que el pepino. Como bien saben los cinéfilos: segundas partes (o terceras) nunca fueron buenas.
Fede es un concursante al que se le ha parado el reloj y sigue en el pasado, pero no lo sabe.
Raquel es… bueno, viste bien y eso.
Ylenia es ahora mismo mi esperanza blanca, y ni yo mismo lo creo. Si logra despegarse del todo de Sofía y coge confianza en sí misma puede ser la gran revelación de la edición. La veo capaz de poner los puntos sobre las íes a todos sin despeinarse. Ojalá logre hacer todo esto poniéndole a la cosa más humor que mal humor.
Moleskine del gato
Anoche contaba Juan Miguel la historia de Jesucristo entrando en su casa para llevarlo a la abadía de Montserrat. Iba con vaqueros y se hizo con él un selfie. No sé qué más decir.
Julio reía con descaro el relato de Juan Miguel igual que Raquel reía cuando él se puso calcetines en las orejas (al más puro estilo Koala) y hacía el perrito. Tampoco se me ocurre nada sobre esto.
Esta noche se salvará una de las nominadas. Creo que Ylenia dormirá tranquila.