Alejandro y Sofía viven en el día de la marmota. No estoy llamando marmota a ninguno de los dos, aunque ahora que lo pienso igual encajaría. Quiero decir que su concurso parece una repetición constante de lo mismo. Me parece maravilloso que se lo gocen, como dicen ellos. Ni siquiera tengo reproche alguno que hacer sobre lo poco que ayuda a aclarar la relación el que de vez en cuando se den amor con contacto físico. No puede haber nada más sano. De las confusiones entre ellos deben salir de otra manera. En cuanto a los que solo observamos creo que lo tenemos ya todo bastante claro. Por tanto, nada que objetar. Bueno sí, que es todo tan repetitivo que aburre a las ovejas. Y hasta a la marmota.
Ahora se proponen no volver a tener contacto físico, luego se prometen que no volverán a dirigirse la palabra, después se echan en cara que le están dando más importancia al juego que a sus vidas, más tarde vuelven a juntarse en una cama o una tumbona y vuelta a empezar la rueda. Esta vez Sofía le propone el pacto de utilizarse mutuamente. Y amorosamente. Es entonces cuando se dan abrazos consentidos, uno masajea los pies a otro y así. Bueno, lo que viene prefiero omitirlo como hacía en sus películas Ernst Lubitsch haciendo que la acción continuase tras una puerta cerrada.
Pienso en Alejandro y empiezo a no estar nada de acuerdo con la clasificación de las especies que hizo Fortu y entonces me pareció más o menos acertada. No creo que merezca lo de palmerillo, tampoco le veo sometido por Antonio ni parasitando en Sofía. Creo que es un concursante bastante plano la mayor parte del tiempo y solo reacciona ante el estímulo de poder acercarse a Sofía, albergando incansablemente la esperanza de volver a conquistar su amor. Y cuando esto pasa tampoco es mucho más alegre que de normal. Mueble no es, diría más bien ficus. Es decir, tiene vida, le recorre la clorofila por su interior, responde a estímulos externos, y ya.
En cuanto a Sofía, siempre anuncia que va a hacer una cosa y hace otra, o simplemente no lo hace. Desespera comprobar que esto es así desde que la conocemos. Dice una cosa y hace otra. Así lo veo con relación a Alejandro y también en otros aspectos del concurso. Al menos ha aprendido la lección al comprobar mientras estuvo fuera de esa casa que Antonio tiene mucho detractor. Por eso no solamente le da los 6 puntazos el jueves, además lo vapulea anoche en el Debate, lo cual es contradictorio con el buen rollo que ha estado teniendo con él hasta ayer mismo. De ahí el rostro congelado de Antonio cuando se enteró de cómo utilizó Sofía el poder de “petar”.
Hace bien la ganadora de dos realities en aplicar lo aprendido durante el tiempo que abandonó el encierro. Dicen que tiene ventaja porque maneja más información que los demás, pero no es su culpa. El programa es así y al plantear una repesca ya se sabe lo que hay. Algo parecido pasa con otros concursantes sin necesidad de haber salido fuera. Antonio, Alejandro y Kiko reculan ahora reconociendo su culpa al haber castigado en exceso con sus críticas a María Jesús. También lo hace Carolina, a su manera. Está claro que lo hacen tras haber comprobado que se salvaba de la expulsión y escuchar los aplausos encendidos de plató. Si hubieran seguido igual, sin cambiar en nada su comportamiento, diríamos que no aprenden. Les pondríamos de zotes y nos burlaríamos de su torpeza máxima por no ser capaces de leer el concurso y darse cuenta de las múltiples señales que les llegan.
Sin embargo, llamamos falsos a los concursantes si leen la situación y la interpretan correctamente, sabiendo aprovechar las señales variando su comportamiento con arreglo a esa lectura. El espectador de este programa está siempre insatisfecho. Si cambian de acuerdo con las pistas a su disposición son falsos y si no lo hacen torpes por no saber aprovechar esa ventaja. ¿No es posible que nos pongamos de acuerdo en esto? Sinceramente, prefiero que les llamen falsos a torpes.
Olvidamos con frecuencia que están jugando. Esto es un concurso y los límites deberían estar en el juego sucio, que se me antoja intolerable. Cambiar con arreglo a la información que les llega no es juego sucio, sino sensatez. Es entendible que el concursante aprenda y cambie. No lo es tanto decir una cosa a cada rato, variar de comportamiento negando siempre haber tenido el anterior. Esto es lo que hace Carolina. Tampoco es tolerable el juego sucio, como digo. Por mucha mala prensa que tenga Antonio, es María Jesús quien más sucio ha jugado.
Dice Carolina sobre María Jesús: “Le han dado por todos lados”. Como si no hubiera sido ella la primera. Carolina arreó antes y más que nadie a María Jesús. Lo hizo estando Julio en la casa, durante las primeras semanas. Era una locura ver como igual defendía a esa compañera como le dedicaba el ataque más duro. Desde siempre he pensado que se dejaba llevar por los aplausos y abucheos del plató. Una cosa es interpretar las señales y otra dejarse llevar por el espejismo de la reacción en plató de dos centenares de personas. Más teniendo en cuenta que la mitad van a apoyar a un concursante determinado.
Carolina fue tan dura o más que Ylenia el pasado martes, solo que sus formas no son tan extremas ni despierta tanto rechazo como su amiga. En todo caso, no estoy de acuerdo con que Ylenia perdiese el concurso ese día. No fue distinta esa Ylenia de la que conocemos de antes. Durante más de mes y medio se había estado comportando de manera parecida. ¿A qué viene tanta sorpresa? No lo puedo compartir. Creo que Ylenia perdió unos días antes, cuando estando nominada no salvó a Raquel.
Si Ylenia hubiera salvado a Raquel, metiendo en la terna de nominados a Irene, María Jesús habría sido expulsada. Era tan sencillo como salvar a su amiga para evitar el duelo con su enemiga una semana más tarde. Ahora ella y Raquel seguirían en la casa tan ricamente. Ese paso en falso fue un error. Y algunos errores no tienen enmienda en Gran Hermano. Esto sí que le costó la expulsión, no unas cuantas ordinarieces y salidas de tono como las que hemos visto en ella muchas otras veces, sin consecuencia alguna.
No me decepcionó en absoluto Ylenia el martes pasado, pero sí anoche en el Debate. Me pareció que en algunos momentos evitaba decir las cosas claras, especialmente tratándose de Carolina. Que haya llorado desconsolada tras su marcha no debería suponer óbice, valladar y cortapisa (¡toma ya! ¡chúpate esa, Ylenia!) para decir lo que realmente piensa de lo visto sobre ella en estos últimos días. Es de traca que Carolina acuse a los demás de estar dorándole la píldora a Kiko cuando ella ha sido su primera y principal palmera. Ahora dice: “Creo que si María Jesús fuera otro tipo de persona incluso ganaría el concurso”. Claro, y si volase sería un pájaro. Para cambiar tanto de chaqueta entiendo que las debe pedir prestadas. O algo.
Aunque nada de lo visto anteriormente en Carolina puede haber sorprendido como verla ahora defendiendo que no nomina nunca a Irene o a María Jesús porque son madres. “No me salía el darle puntos a María Jesús cuando yo los tenía que repartir por otro lado. Yo tengo una predilección por madres”, dice. Los puntos que le metió a Kiko el jueves demuestran que quiere proteger a las madres y a los padres que los zurzan. Sería una postura absurda y disparatada si no hubiéramos escuchado hace tan solo unos días a Carolina diciendo que había que cargarse a Irene y a Kiko porque al ser pareja tienen ventaja. Irene o Kiko, indistintamente.
Carolina es capaz de decir que deberían salir expulsados Irene o Kiko; sacar temas anteriores al concurso para dejar a María Jesús en mal lugar; afirmar que ve a todos muy falsos, y defender que no nomina a las madres porque quiere protegerlas. Bueno, también es capaz de hacer la pelota todo el rato a Kiko; acusar a Antonio de burlarse de todo el mundo; decir que todos le doran la píldora a Kiko, y criticar a sus compañeros por haber reculado al llevarse ahora bien con la exmiss. Apuesto a que podría hacer y decir todo esto al mismo tiempo y casi sin respirar. Desde luego, vergüenza no veo que pase ninguna. Aunque un poco de alipori sí produce verla. Es una veleta pasada de vueltas.
Claro que Carolina al menos genera algo. Es graciosa a veces y con tanto cambio de criterio podría optar a entrar en el Guinness de los récords. Pero Juan Miguel… ¿qué genera Juan Miguel? Da hasta vergüenza pensar que se pueda salvar este concursante cuando renuncia a serlo. Se esconde todo el rato y pinta menos que la encina del jardín. Un jardín que le sirve de despensa para guardar una decena de piezas de fruta y varios litros de leche. Todos están guardando comida, por lo cual creo que deberían ser castigados. La organización debería pedir que sacaran la comida escondida y leyeran las normas de la casa en el punto que especifica la prohibición de hacer tal cosa.
A Juan Miguel le preguntan si está de acuerdo con la crítica a un compañero leída en un tuit y responde: “Es la opinión de esa persona, yo no me puedo meter”. “Pero ¿qué opinión tienes, Juan Miguel?”, le repreguntan. “Cada uno tiene una opinión, me parece bien, pero yo tengo la mía”, responde. Y así podría pasar un programa entero sin que la presión haga mella en él. Si no fuera porque la ONU prohíbe su uso probaría a usar electrodos para ver si así canta la Traviata. Creo que Juan Miguel no dice su opinión ni se moja lo más mínimo ni bajo amenaza. No haría falta llegar a estos extremos, naturalmente en clave de humor. Solo que fuera consciente de su condición de concursante debería hacerle tomar conciencia. No se puede ser un fraude de concursante. Con ser buena persona, o parecerlo, no es suficiente. Como dice @SobrevivirAGH: “Deberían echar a Juanmi por incumplimiento de contrato”.
Irene se queja de que Antonio tira más para Alejandro que para Kiko por lo que teme pueda nominarla a ella, o incluso a su marido, en semanas próximas. Curioso cuando ella lo nominó el jueves. Le extrañará que puedan nominar a la mujer de su amigo, pero ella nomina a los amigos de su marido. Está claro que Antonio dijo que siempre tendría a Alejandro porque con Kiko no pasa tanto tiempo al estar con Irene. Tampoco tiene Irene en su marido a un amigo. El jueves preguntaba Antonio a Kiko si creía que Irene podía haberle nominado. La respuesta de Kiko fue esta: “Ni lo dudes. Seguro. Ella está concursando y va a por todas”. No tiene nada de particular, pero así dicho es feo.
No superaron la prueba porque tenían un máximo de 40 fallos en el control de la hora e hicieron 51. Ni siquiera con la sencilla prueba que les propusieron pudieron lograr reducir esos 11 fallos de más. Kiko intentó que el súper dijera qué equipo había fallado más. Él es de esos concursantes que las matan callando. No sabía que eso vendría más tarde y, ¡la casualidad!, el suyo sería el que lo hizo peor. Los ganadores son María Jesús, Antonio, Juan Miguel y Sofía. Ellos tendrán esta noche una opípara cena, mientras el otro equipo deberá servírsela. Esto lo decidió la audiencia entre esa opción y la de que lo vieran por la tele. Somos siempre muy amables.
Moleskine del gato
Así estaban a la finalización del Debate los porcentajes: 64,3 %, 31,6 % y 4,1 %.
Hubo posicionamientos en contra. Solo Alejandro en contra de Juan Miguel y Kiko contra Carolina. Menuda decepción debe ser para ella haberse dedicado a hacerle la pelota 24/7 esperando ser invitada a Cantora cuando salga y que ahora se ponga detrás de ella en los posicionamientos. El resto (María Jesús, Irene y Sofía) contra Antonio. Si después de Ylenia se va Antonio en la casa van a darse cabezazos durante el mes que resta de edición de puro aburrimiento. Y aquí fuera un poco también.
Juan Miguel se equivoca y llama Jorge a Jordi González, lo cual aprovecha Kiko para decir que no se ha equivocado porque Jordi es Jorge. Claro, igual que Kiko es Paquirrín.