Daguerrotipos de Jorge Pérez y Hugo Sierra
Hoy tocan los perfiles de Jorge y Hugo, concursantes que han llegado a la segunda parte de la final con la particular situación de estar nominados. Uno de los dos se apeará de la lucha por el triunfo al comienzo de la gala de mañana, como es habitual. Es posible que además de ganar este duelo final también se convierta en ganador de la edición, aunque se encontrará con una rival nada desdeñable, como es Ana María. Rocío completa el plantel de finalistas. Comenzaré por Jorge, sobre quien está habiendo una cierta polémica en redes, donde se acusa a su mujer (y defensora en plató) de estar instrumentalizando a la Guardia Civil al dar por supuesto que todo el cuerpo y sus miembros apoyan a Jorge para ganar el concurso. No han faltado compañeros de este concursante que han manifestado su preferencia por otro de los finalistas. Tampoco todos los diseñadores de moda apoyarán a Ana María. Ni toda la legión a Hugo (no he podido resistir a hacer esta broma).
Jorge Pérez: Ni tan discreto ni tan poco comprometido
Jorge empezó a perfilarse como uno de los líderes naturales del grupo pocos días después de comenzar esta aventura. Adivinen quién era el otro líder: Hugo, efectivamente. En aquel momento destaqué en Jorge su generosidad y predisposición para ayudar a los compañeros. Dos detalles me llamaron la atención entonces. Primero que salieron varios a por caracolas y solamente él se molestó en agacharse y meterse entre las rocas mientras los demás se dedicaban a esa noble afición de mirar al que trabaja, tan típicamente española. Luego, modesto y generoso, afirmaba: “Hemos hecho una recogida de caracolas que han estado bastante bien, habremos cogido unas 35 o 40”. Más preciso habría sido decir “he recogido”, en lugar de “hemos”. El otro detalle fue cuando consolaba como un padre a Alejandro tras fallar en una prueba. No pensaba entonces que otros le habrían de consolar a él bien pronto por eso mismo.
El papel de Jorge en las pruebas fue desde el principio muy discreto, hasta llegar derrumbarse él mismo por su fracaso repetido. Después de fallar varias semanas seguidas terminaba en una gala llorando ante Lara Álvarez, frustrado por no estar siendo resolutivo en esa parte importante del concurso. Así siguió durante semanas, y aunque terminó ganando alguna prueba e incluso llegó a ser líder, lo cierto es que nunca llegó a destacar. No solo comenzó pronto a decepcionar en las pruebas, sino que parecía como si se desdibujara en seguida. Su esperanzador arranque no tuvo continuidad y poco a poco empezamos a perder de vista a un concursante que prometía mucho. A las pocas semanas costaba decir con seguridad si Jorge continuaba o no en el concurso. Apuntó como líder y se quedó en la intrascendencia.
En un mes Jorge había pasado a ser un concursante que mimetizaba con el entorno. Si en Gran Hermano hablamos de “muebles” aquí siempre me ha parecido que debíamos llamar “árbol” a ese tipo de concursante que parece formar parte del paisaje y poco más. Fue Avilés quien sacó de la intrascendencia a Jorge, pero no fue para bien. José Antonio desveló un supuesto complot contra Barranco por parte de Ferre, Nyno y Jorge. Ya conocemos la inventiva y poco rigor de ese exconcursante, pero en este caso parecía decir una verdad, por extraño que parezca. Lo más interesante del caso es que la fuente de Avilés había sido precisamente Jorge, quien quiso desmarcarse del complot contándolo. La cosa no pasó de coincidir en que los tres concursantes preferían nominar a Barranco antes que tocarse entre ellos, por lo cual el término “complot” quizá fuera algo excesivo. En todo caso, no es esa la clave del asunto. La clave es que si se supo fue porque Jorge lo contó. Y no creo que fuera un inconsciente desliz.
A partir de ese momento que estoy recordando me di cuenta de que Jorge es ese tipo de concursante que pretende pasar por neutral, haciendo máximos esfuerzos por llevarse bien con todos sus compañeros, sin excepción. Sin embargo, la realidad es bien distinta a esa apariencia. Y en un reality esa realidad aflora prácticamente siempre. Es un error señalar como la parte menos atractiva de Jorge como concursante que no se moje y evite comprometerse. Sencillamente no es verdad. Lo que hace este concursante es comprometerse de manera sibilina, intentando que se note lo menos posible. Es posible que pocos hayan criticado más que él a algunos de sus compañeros, pero si lo hizo fue con unas formas que lo hacen pasar por otra cosa. En resumen: es capaz de hacer una acerada crítica y que parezca casi un piropo.
Jorge da una cara distinta dependiendo del momento y la compañía. Lo sucedido respecto al complot contra Barranco fue representativo de ello. Ante Ferre y Nyno no se define, lo cual da a entender que lo apoya, pero luego dice que jamás participaría en algo así y contribuye a desbaratarlo contándolo al enemigo. Él mismo confirmó que lo había contado, como de costumbre simulando una inocencia que nunca llegué a creer del todo. Jorge no es poco comprometido, sino de aquellos expertos en nadar y guardar la ropa o, mejor dicho, de nadar entre dos aguas. Porque gusta de sentar sus posaderas entre dos sillas podríamos decir que es un tibio. Justo el tipo de concursante que más me espanta.
Tras pasar buena parte de concurso sin pertenecer del todo a un grupo ni tener especial complicidad con nadie, Jorge terminó haciendo buenas migas con Elena. Si alguno de los dos se molesta porque se hagan conjeturas sobre una posible atracción entre ellos más allá de la amistad entre compañeros les sugiero que recuerden aquel día que Jorge preparó un lecho de amor en la playa para compartir con Elena. No creo que haya nada de eso, tampoco que se unieran por estrategia o conveniencia en el concurso, más allá de contar con una persona cómplice y eliminar una posibilidad de nominación. En todo caso, con su nueva compañía juntaba Jorge el hambre con las ganas de comer, nunca mejor dicho. Los dos cada vez más desdibujados, flojos en la supervivencia y ausentes en la convivencia. Era lo que le faltaba a Jorge para terminar de disolverse como un azucarillo, sumido en la más absoluta intrascendencia.
Hugo Sierra: Transparente para lo bueno y para lo malo
No sería justo pedir que los concursantes se comportasen de manera natural, mostrándose tal cual son, pero luego censurásemos su reacción airada (iracunda, incluso) cuando pierde una prueba. Pues esto es justamente lo que ha sucedido con Hugo. No me convence que se reclame al concursante la perfección, pero si vamos a jugar a eso lo deberíamos hacer con todos. Lo increíble es que se dejen pasar mil y un fallos a otros mientras se convierte en un escándalo el enfado de un concursante. Un enfado que contaría con todas las simpatías de muchos si lo muestra el delantero de su club de fútbol tras fallar un penalti o no acertar un remate facilísimo. Se le llama mal perder, y posiblemente lo sea, pero también es el enfado natural del que falla una oportunidad de triunfo.
Hugo se ha equivocado en muchas cosas durante este concurso. Una es esa de protestar por pijadas en los juegos, quejándose de cosas que o estaban claramente explicadas en las normas o bien el no estarlo quería decir que se podían permitir. Mostrarse malhumorado de manera repetida no ha contribuido a que salga con una buena imagen de este concurso. Sus enfados le han hecho perder la razón y centrar el foco en donde no debía. Se puede estar de acuerdo en cierto modo con su queja del pasado jueves. Hubiera sido lógico que tuviera, como el resto de finalistas, su encuentro con un familiar antes de jugar la prueba de líder decisiva con la que habría podido evitar estar en la palestra mañana. Pero él no hace la escaleta del programa. Un programa de entretenimiento que prioriza otras cosas antes que procurar unas condiciones idealmente semejantes entre los concursantes en determinados momentos del juego.
Aclarado que no es normal pedir la perfección, acepto que Hugo debería expresar sus quejas con mejores modos, porque nunca se debe morder la mano que te da de comer, y lo que él aprecia como injusto (pudiendo serlo en realidad) no es en realidad tan importante. En todo caso, me parece una exageración afirmar que no puede ganar este concurso alguien que tiene tan mal perder. Porque eso tampoco es tan importante. Su otro error de bulto, mucho anterior a estas airadas reacciones que tanto parecen molestar a algunos, fue la temprana relación con Ivana. Una relación que él no necesitaba (su anterior experiencia en un reality lo demuestra) e Ivana sí. Como ella misma se encargó de repetir a su amado, al ser desconocida para el público español debía esforzarse más en darse a conocer. Y no se me ocurre mejor manera que liarse con Hugo.
La relación con Ivana también perjudicó a Hugo por haberse producido tan pronto. Ni siquiera había pasado la primera semana y ya estaban juntos. Tanta prisa era caldo de cultivo para las conjeturas y especulaciones sobre si habían forzado la relación. Incluso se llegó a pensar que podían llevarlo pensado desde fuera. En ese sentido le hizo un favor el comentario de algunos compañeros sobre que en la preconvivencia Ivana se había fijado en Nyno y no en Hugo. Pretendían perjudicarle con eso y en realidad estaban demostrando que no había nada premeditado en la única carpeta de esta edición. Tal vez hubiera sido prudente enfriar un poco la relación en sus comienzos para que no pareciera todo tan precipitado y surgieran las sospechas sobre si estaban siendo sinceros. Personalmente no me cabe duda de que sintieron una atracción a primera vista. Otra cosa es que fueran igualmente sinceros al decirse “te amo” porque eso son palabras mayores. Por la boca muere el pez, y Hugo se equivocó de nuevo diciendo tal cosa dos días antes de romper la relación. Aunque nunca entenderé cómo ha podido ser Ivana tan pesada, entiendo su pasmo al haber escuchado ese “te amo” poco antes de la ruptura.
Hugo no necesitaba la relación con Ivana, pero surgió de esa manera. Igual que cuando dejó de estar a gusto no dudó en cortar por lo sano. Si Hugo hubiera querido repetir el esquema de concurso que tan bien le resultó en Gran Hermano no se hubiera liado con nadie. Y alguien que ha demostrado leer tan bien el concurso o entender tanto a su audiencia tampoco hubiera roto la relación a un mes del final porque debía saber que eso no le beneficiaría. Por tanto, las acusaciones de estar repitiendo un esquema exitoso por separarse con frecuencia del grupo para pasar momentos de ansiada soledad tampoco tienen sentido. En su reality anterior socializó mucho más de lo que se dice, y estuvo solo únicamente en las últimas semanas porque le traicionaron sus dos amigos. En Supervivientes 2020 no ha estado solo porque pasó más de la mitad del concurso junto a Ivana. Y en el tramo final se centró en el fuego y reclamó una parcela de soledad por un tiempo siempre limitado y de acuerdo a su manera de ser.
Ha distado mucho Hugo de ser un concursante perfecto, hasta el punto de resultar antipático muchas veces. Al ser extremadamente competitivo, no ser el mejor le ha contrariado muchas veces. Pero hasta en sus defectos he podido sacar una virtud. Y es que siempre me ha parecido que era sincero y estaba mostrando toda su verdad. Cuando se enfadaba por perder y en el momento de celebrar de manera explosiva el triunfo. Cuando hacía fuego y al ceder esa labor a Barranco porque su técnica era claramente mejor. Cuando se enamoraba y una vez llegó el desamor. No ha escatimado ni ocultado nada. Y, posiblemente sin pretenderlo, se ha terminado convirtiendo en el principal protagonista de esta edición. Por eso, pase lo que pase mañana, le agradezco su entrega y sinceridad.
Moleskine del gato
Mañana es el día. La gran final ya llega.