Cristina y Luca pactan acabar el día en el mismo lugar (durmiendo juntos)
“¿Nos hacemos una promesa? Pero es un reto, y más porque estos últimos días estamos muy… A lo mejor no te gusta el reto. Pero es un reto, porque si vamos a enfadarnos hay que cumplirlo. Estamos a lunes, ¿no? Vale, pues de lunes a domingo, es decir, toda la semana, pase lo que pase, el día tiene que acabar en el mismo lugar para los dos. ¿Te parece bien o no?”. Era Cristina quien proponía este challenge a Luca. Adelanto que este aceptó el reto, pero no lo hizo de manera… digamos “normal”.
Luca quiso recordar algo sucedido la noche anterior. “Estabas durmiendo, eché una mirada a la habitación y, por un instante, me pareció que tú estabas en mi cama, porque estaban esos osos”, decía Luca. Obviamente, se refería a dos osos de peluche. Y seguía así: “Los osos tenían el edredón encima y, por un instante, me pareció que estabas tú también. Y ese instante me hizo muy feliz. Mi cabeza pensó: 'Al final, está en su lugar, en mi cama'. Me di cuenta de que era muy feliz, y luego de que estabas en otro sitio”. “En mi cama. ¿Y qué te parece el trato?”, preguntaba inquieta ella, y esto respondía él: “Me gusta por un lado y me da miedo por el otro. Me gusta porque quiere decir que se puede discutir, pero eso no cambia las cosas más importantes. Y me da miedo porque pienso que al final no vas a intentar comprender lo que me molesta”.
La conversación anterior fue parte de la dulce reconciliación después de una discusión a cara de perro que tuvo como prólogo el desahogo de los dos con Isabel Rábago, convertida ayer en consejera, aunque principalmente fue la oreja que la pareja necesitaba para confesar sus frustraciones ante la actitud del otro. Eso lo hace muy bien Isabel, que ha demostrado saber escuchar (lo cual es muy importante) y es de poco hablar. A pesar de su laconismo, ayer le vi dar muy buenos consejos a Luca. Sin ir más allá de lo que le corresponde, sin meterse donde no le llaman ni reclamar más información de la que el italiano estaba dispuesto a darle. Diría que Isabel fue fundamental para propiciar una reconciliación que se iba a producir en cualquier caso, pero podría haberlo hecho con más incomprensión y, sobre todo, menos poesía.
Me parece agotador discutir subido a una cinta de andar. Eso hizo Cristina, sin parar de caminar mientras aclaraba con Luca las cosas que le habían molestado. El origen de la discusión era una discrepancia respecto a Sandra y Julen, con quienes ella está menos dispuesta a ser indulgente. Habían estado hablando de ello el día anterior y en un momento Luca dijo: “¿Tenemos que hacer teatro?”. Cristina se sintió atacada e interpretó que la quería acusar de actuar con falsedad. Sin embargo, Luca le daba ayer otro sentido a la frase. Según contó, quería decir que no exagerase su reacción. Al parecer, se había alterado demasiado en la conversación. A Cristina le dolió que se lo dijera delante de otros compañeros, pero para evitar eso no hay nada como hablar las cosas en privado. Y, ahora mismo, en la casa hay suficiente poca gente como para encontrar con facilidad un lugar sin testigos para hablar.
“Me duele que tome por ataques cosas que no lo son”, le decía Luca a Isabel. Esta proponía comprensión: “Pero yo creo que ella ni siquiera lo piensa”. A los dos les dio Isabel el consejo de que lo hablasen cuanto antes. “No tengo ganas de comerme el coco. Sé que la conversación iría por dónde él quiere”, contestaba Cristina. Lo cual no evitó que un rato más tarde lo estuvieran hablando y llegaran a entenderse. Los dos cometieron el error de acusar al otro lo que ellos también hacen. Luca se mostró molesto porque Cristina hubiera estado hablando de los motivos de esa discusión con otras personas. Pero él mismo no había estado haciendo otra cosa durante muchísimo rato con Isabel. Por su parte, Cristina reprochaba que Luca pasase por el aro con Julen y Sandra sabiendo que se han portado mal con ella y la han llegado a insultar. Pero ella pasa por el aro de los Gemeliers sabiendo que han hecho graves acusaciones a Luca y no se puede decir que se hayan portado bien con él en algunas ocasiones.
“Pase lo que pase, estamos juntos”, era la conclusión que sacaba Cristina del pacto para terminar el día en el mismo lugar (juntos en la cama). “Pierdo un poco yo porque tengo que ir a tu cama… pero, en realidad, ya es un poco mi cama”, decía la periodista. Todavía había más conclusiones que sacar para terminar de zanjar la conversación de la reconciliación. Decía Cristina: “Estamos en el mismo equipo y somos dos: tú y yo. No es que seamos aliados, somos el mismo equipo. Nosotros somos un país, tenemos aliados, países enemigos, pero tú y yo somos el mismo país. Un país gobernado por… algo, por un sentimiento… por lo que sea”. He de confesar que me gusta más este símil del país gobernado por un sentimiento (llamado amor) para una incipiente relación que aquello de comer sushi para referirse a tener sexo. Mi mente rechaza identificar el sexo con pescado crudo rodeado de arroz. Y eso que me gusta el sushi más que comer con las manos. Estoy hablando de gastronomía, o sea.
Que Cynthia lleve un par de días sin hablarse con Isabel creo que no es consecuencia de las bromas de esta, sino de algo mucho más profundo. Ya he comentado otras veces que Cynthia no ha llegado a encajar con nadie en esa casa de los secretos. Isabel ha sido una excepción en la inadaptabilidad de la modelo, ya que han estado muy unidas durante mucho tiempo. La relación no ha sido nunca de igual a igual, más bien Cynthia ha ido detrás de Isabel como esas rémoras que siguen a los tiburones a todos lados, nadando siempre a un lado y algo detrás. El desencuentro de ahora creo que es por desconocimiento. Cynthia no ha llegado a conocer bien a Isabel, pero no la culpo por ello porque considero que eso es tarea imposible. Isabel es hermética y dudo de que sea posible conocerla bien.
Llevo tiempo intentando esa tarea imposible de conocer un poco más a Isabel Rábago. No lo pone fácil porque le cuesta mucho abrirse. Creo que tiene muy claro hasta dónde quiere entregar, lo cual es tan lícito como frustrante para este espectador y comentarista. No veo mala intención en sus bromas a Cynthia, aunque tampoco descarto que la esté poniendo a prueba de algún modo. A estas alturas todos quieren (queremos) tener la seguridad de conocer bien a los demás y sospecho que Isabel tiene dudas de su inadaptada amiga. Me intrigaría saber cuánto tiempo van a mantener la tensión entre ellas si no fuera porque cuando se resuelva la repesca, entre quien entre, va a ir a por Cynthia. Y entonces Isabel volverá a protegerla bajo su ala, como ha venido haciendo.
Repito que de Isabel me inquieta su hermetismo y la distancia con la que parece ver todo. Ayer daba buenos consejos a Cristina y, sobre todo, a Luca. Pero lo hacía como con desgana, interviniendo lo mínimo en la conversación, como si todo le diera igual. Aún así, puede que ni el mejor amigo hubiera sido más útil a la pareja ayer. Su manera de implicarse es tan peculiar que parece estar evitando hacerlo incluso en las ocasiones que más se compromete. Cuando habla con alguien afín jamás intenta que cambie su opinión, mucho menos su actitud. Siempre digo que prefiero convencer a vencer, pero Isabel parece no intentar ni una cosa ni la otra. Ella es más de escuchar y estar siempre ahí cuando haga falta, lo cual ha demostrado con la mayoría en esa casa. Miguel Frigenti volvía ayer a verter los mismos calificativos que lleva profiriendo sobre Isabel desde hace días y en los que no identifico ni una brizna de realidad. El colmo vino cuando le acusaba de reírse viendo la discusión en el gimnasio entre Cristina y Luca. “La hemos cazado riendo”, afirmaba ufano. Parece no haberse dado cuenta todavía de que Isabel ríe casi siempre.
Isabel no ha intentado que se rompa la relación entre Luca y Cristina, como dice Frigenti. Es una invención que me espanta. Me da un miedo horroroso conocer a alguien dispuesto a fabular de manera tan malintencionada. Es, sencillamente, un disparate, y no puedo por menos que revelarme ante ello. No he defendido nunca a Isabel en este concurso porque me ha parecido poco relevante siempre, pero no puedo con esto. Isabel estuvo ayer de diez con la pareja y es injusto que en lugar de destacar esto se digan insensateces como las que soltó el rencoroso Frigenti, obsesionado desde el principio con esta concursante. Isabel escucha y habla lo justo, todo lo contrario que Frigenti, que solo se escucha a sí mismo y padece de incontinencia verbal.
Esto que cuento de Frigenti, su retorcida interpretación de la realidad, es una razón más por la que debe ser repescado. Es puro esperpento, está analizando el concurso como si lo viera a través de los espejos cóncavos y convexos del callejón del Gato (¿se tenía que llamar así?). Esos espejos que devuelven una imagen deformada a quien se mira en ellos. Miguel anda despistado, está dejando que Lucía le haga un lavado de cerebro en sesión intensiva de mañana, tarde y noche. Si entra lo hará obsesionado con algunos concursantes y sin ningún reparo de poder traicionar a quienes han sido sus amigos. Es carne de cañón.
Los habitantes de la white room destilan veneno. Se concentra en ese lugar más tósigo del recomendado por la OMS. Curiosamente, todo ese negativismo se convierte en palabras amables hacia Sandra y Julen. Dicen que están sufriendo un “acoso”. Maldito uso de palabras graves para describir la realidad. Otra vez los espejos del callejón del Gato. Anoche se posicionaba contra Sandra toda la casa excepto Luis, que se puso detrás de Cynthia. Sandra lloraba después y entiendo su tristeza o frustración. Pero no es cierto que toda la casa esté contra ellos en manada, como decía (¡otra vez, que cruz!) Frigenti. Lo vienen diciendo desde antes de estar enfrentados a los gemelos, que ayer intentaban (sin éxito) arreglar lo suyo con la pareja. Ya entonces decían que estaba toda la casa en contra de ellos, pero tenían a su lado a Luis, Adara y los Gemeliers. Con ellos dos hacen seis personas de las diez que habitaban entonces la casa. Con Isabel hacen siete, puesto que ella nunca le retiró su apoyo a Sandra.
Tener a menos de media casa en contra no es nada al lado de lo que vivió Cristina durante las primeras semanas de concurso. Ayer Sandra lloraba y lo lamento, pero no sé lo que debería haber hecho entonces Cristina cuando le metían treinta puntos, tenía a once personas en contra (once, no tres o cuatro) y a la hora de definirla con adjetivos prácticamente todos eran negativos. Eso sí que era para llorar. Sandra y Julen han decidido voluntariamente apartarse del grupo. Desayunan, comen y cenan a horas diferentes al resto. No cabe la sorpresa ante lo que está pasando. Pintar la situación como un machaque en contra de estos concursantes es, otra vez, la realidad vista a través de un espejo que la deforma hasta el esperpento.
No sé si todos con los gemelos pasa igual, pero me llama la atención que Dani y Jesús intenten siempre que su hermano no cambie el paso y siga su senda sin salirse de los bordes ni un poquito. Son personas diferentes que por mucho que compartan cadena de ADN (no sé bien si es así, me perdonarán los científicos) tienen personalidad propia. Sin embargo, en cuanto uno se sale un poco del camino es llamado al orden y, lo más importante, lo acepta de buen grado. “No me fastidies, bro” es una de las frases clave con las que un gemelo llama al orden al otro. Y los dos se obedecen siempre.
Moleskine del gato
Esta noche se salva Julen, Sandra o Cynthia. Los porcentajes ciegos oficiales para la expulsión de esta semana estaban así anoche: 48,1 %, 32,7 % y 19,2 %. No sé si se puede decir que la suerte esté echada.
Hay otros porcentajes ciegos, en este caso de la votación para la repesca. Estos son particularmente interesantes porque demuestran que esta noche solo debería entrar un repescado dado que hay una enorme distancia entre uno de los candidatos y los otros dos, prácticamente empatados. Así estaba la votación para la repesca, que llevaba anoche casi 600.000 votos: 64 %, 19 % y 17 %.
También veremos en la gala el careo entre Luca e Isabel, así como el inicio de la nueva prueba semanal titulada ‘Los cuentos de Secret Story’, en la que se recrearán diferentes historias clásicas que servirán para el reencuentro entre concursantes y aspirantes a la repesca. Esto promete lío del bueno.