Supervivientes comienza su desescalada
Comienza la recta final de Supervivientes 2020. Será su propia desescalada. Gradual y asimétrica, por supuesto. Estaremos en fase 0 hasta mañana, que pasamos a fase 1… espera, que me estoy confundiendo con otra cosa. El caso es que esta recta final sabemos a dónde conduce, pero no sabemos cómo ni cuándo. Hay dos nominados que no sabemos cuándo se van a enterar de cuál de ellos se va a quedar a las puertas de la final. Una final que tampoco sabemos cuándo va a ser. La nueva normalidad consiste aquí en no tener certeza de nada. Yo mientras lleguen a las instalaciones de Mediaset en helicóptero estaré contento. ¿Cuándo? Cuando sea. Esto va a ser cómo una obra de Miguel Ángel Buonarroti, a quien preguntaba el papa Julio II, mientras temía no ver nunca finalizada la Capilla Sixtina: “¿Cuándo lo terminarás?”. Y Miguel Ángel contestaba: “Cuando lo acabe”.
De momento, también sabemos que el regreso de los concursantes es inminente. Lo harán en ese avión de lujo que traerá en exclusiva al equipo del programa, incluyendo a una Lara Álvarez que ayer estaba en los cayos Cochinos con la única compañía de Elena, última expulsada. Se despachó a gusto esta concursante. Más reventada que Yiya (si eso es posible), arremetió contra Rocío acusándola de estratega. Pues mira, no lo veo. Es un rebota, rebota, y en tu culo explota de libro. Como Rocío la acusó a ella de estratega dice ahora “y tú más”, o algo así. “Rocío tiene mucho arte, lo ha hecho muy bien”, afirma Elena. Hombre, si comparo una concursante con otra bajo mi prisa personal puedo decir que Rocío ha terminado ganándome, mejorando notablemente la imagen que tenía de ella, mientras que Elena me parece ahora más insoportable, si cabe.
Tiene razón Elena que Rocío ha pasado buena parte del concurso tumbada. Sobre todo lo demás creo que está cegada por la rabia de que aun así haya llegado a la final y ella anoche estuviera mirándose al espejo, como hacen todos los expulsados los domingos. Es de una inocencia imposible de creer que Elena se sorprenda porque Rocío le dijo que era una madre para ella y después la nominó. Como si ella misma no hubiera dicho una cosa y la contraria sobre algunos compañeros. Recuerdo que Hugo era su ganador e hizo un pacto de no nominación con él, pero luego se desdijo de una cosa y otra. Y por qué no recordar a Avilés, a quien llamó de todo menos bonito para luego despedirle emocionada.
Despedida de los cayos
Antes de dejar Honduras los concursantes que han llegado a la recta final pudieron visitar sus lugares preferidos de las islas. Jorge llegó a playa Uva reclamándola como su casa y se emocionó. Es como una persona mayor, muy de emocionarse. En realidad, también lo parece por otras muchas cosas. Su pasividad puede no corresponder al deseo de no tomar partido sino a esa tendencia que tienen los ancianos a relativizar todo. Sucede que tan mayor no es. La imagen melancólica de Jorge despidiéndose de “su playa” fue quebrantada por su mujer en plató cuando contó la anécdota de un niño de su pueblo. Al parece el niño en cuestión había dicho a su madre: “Tengo 400 euros en la hucha, 300 los quiero para salvar a Jorge y 100 para las fiestas”. A ver, una cosita. Con 100 euros en chuches al niño le puede dar una hiperglucemia de aúpa. Al ser de Madrid no tengo pueblo, pero en mi entorno los niños no llegan a llenar tanto la hucha en su vida.
Barranco se lleva tan bien con Jorge que también eligió playa Uva. Más tarde se vio a los dos con Rocío y Jorge le decía: “Se te quiere, bro”. Lo de “bro” no cuadra nada con ese perfil de señor mayor del que acabo de hablar. Más le pega esa forma impersonal del “se te quiere”. Barranco también lloró. Sentado en un tronco recordó una conversación muy especial sobre su abuela con Rocío. “Ese día cambié un poco el chip”, asegura. Me da la impresión de que Barranco ha hecho tanto la pelota a Rocío que al final le puede terminar rebotando en la cara. No adivino su pretensión con tanta adulación hacia esa compañera, pero dudo mucho de que le haya beneficiado.
Rocío tiene poco que contar respecto a su concurso, por lo que recurre a su tema familiar, razón por la que está ahí. Cree que esta aventura puede cambiar muchas cosas en su familia, o eso espera. A partir de ahora, cuando escuche que no ha utilizado sus asuntos de familia en el concurso y apenas ha mencionado a su madre recordaré esta despedida suya de los cayos. Aunque tampoco hacía falta porque basta con retroceder al momento que Lara daba la noticia de la pandemia mundial a todos los concursantes y recibía cada uno un mensaje de alguien de su familia. Tras escuchar el mensaje de su padre, Rocío lloraba reclamando uno de su madre. Pero apenas ha hablado de ella.
Ana María echa de menos a su hijo y a su marido. No fue menos que sus compañeros: también fue a playa Uva y también lloró. Además, dio un notición: ¡ha aprendido a nadar! Porque el primer día llegó a la playa en remolcador después de saltar del helicóptero, ¿no? Nunca me ha cuadrado el tema este de que no supiera nadar. Como una parodia de sí misma, esta concursante se dedicó a recoger almendras y hasta metió en su zurrón un coco. “Qué contentos se van a poner de que les lleve un coco”, decía. No pensó lo mismo durante todo el tiempo que solo ella comía lo que pescaba. Si llega a mantener la costumbre se habría zampado 200 y pico peces en tres meses. ¡Más de 2 y medio al día! Como promedio no está nada mal.
Por último, Hugo también estuvo en playa Uva (sí que les ha marcado esta playa) y se agachó a besar las rocas como si fuera Julio Iglesias, o el papa de Roma que por la puerta asoma. Pensé que su mayor inspiración había sido el fuego, pero ahora me entero que eran esas rocas desde las que intentó pescar con una caña fabricada por él y no sacó ni un triste pez. Ese lugar le ayudó a empujarse en momentos que pensaba no aguantaría en el concurso. Dice que llegó en una situación complicada, pero hay quien piensa que acababa de tomar la mejor decisión de su vida. Son opiniones. Eché de menos que en su despedida no se quejase un poquito. Por lo que fuera.
La hoguera purificadora
Las despedidas individuales fueron completadas con la hoguera comunitaria en la que cada uno quemó un papel con lo que quisieron escribir. No sé si entendieron bien el juego porque la mayoría puso cosas positivas o deseos que quieren ver cumplidos. Ya sé que el fuego purifica, pero diría que lo suyo es quemar aquello que quieres olvidar. Rocío, demostrando una vez más que en absoluto utiliza su drama familiar en el concurso, expresó su deseo que acaben las guerras en su familia. Jorge deseó reencontrarse con sus seres queridos. Hugo reclamó el don de “no hacernos más daño”. Ana María, representando a la Real Academia, quiere que se utilicen palabras menos duras y feas para decirse las cosas. Y Barranco demostrar a sus padres que los quiere, e incluso los ama.
Rocío fue privilegiada porque Ana María decidió compartir con ella su hamburguesa tamaño desproporción. Y eso que tras la ducha de agua dulce del jueves pasado le había dicho: “Llevabas todo el concurso oliendo a mierda. Literal”. El “literal” lo termina de estropear porque no deja lugar a entender un posible sentido figurado en la frase. Luego Ana María se sintió mal y le dio un poco a Jorge y Barranco. Hubo quejas por no haber compartido, sobre todo a Hugo. Este se quedó para él la recompensa, lo cual es otro ejemplo del “hugoísmo” (egoísmo rebautizado por Ana María). Pero totalmente entendible porque otros hicieron lo mismo. La misma Ana María pidió su ración de arroz después de zamparse tres cocidos en una misma semana. No iba a ser menos Hugo.
Lo más gracioso es que luego Rocío comentase: “Pensé que Ana María iba a compartir la hamburguesa con todo el mundo”. Cada día estoy más convencido de que Rocío y Ana María no se caen bien. Lo vi más claro que nunca en la charla sobre la futura boda y pensada maternidad de Rocío. No hay química entre ellas. Se nota a la legua que no se conocen apenas. No han tenido trato. Por eso se relacionan como dos desconocidas queriendo hacer creer que no lo son. Y eso es lo que llama tanto la atención. Además de que no se tragan, eso lo tengo más que claro.
Moleskine del gato
Elena ha perdido 7 kilos con 900 gramos. No está mal, aunque es casi la mitad de lo que perdieron Yiya o Ivana. Pero, claro, si ella pierde el doble de eso igual tiene que pasar dos veces para ser vista.
Tenemos porcentajes ciegos por primera vez en esta edición. Barranco y Jorge se reparten los votos en un 59,2 % y un 40,8 %. Más de 18 puntos de diferencia y muchos votos, según nos informó Jordi González. Mi apuesta es que sigue camino de la final Jorge. Aunque no por las huchas de muchos niños de su pueblo.
Los agradecimientos de Jordi González sonaron a despedida, lo cual no deja de tener su lógica porque era el último Conexión Honduras de la temporada. Pero, si sirve de algo, quiero decir que me gustaría ver a Jordi en una próxima edición de este reality. Seguro que así será.
El miércoles nos volvemos a leer.