El club de la dramedia
Lo del puente de las emociones me pareció un poco dramedia, es decir, comedia dramática. Creo que los concursantes forzaron un poco el drama sabiendo que eso vende y por no desaprovechar la ocasión. Los peldaños de culpabilidad, perdón, arrepentimiento y distanciamiento les sugerían desnudarse y contar episodios de su vida de esos que emocionen a Steven Spielberg. Al final temí que alguno pidiera perdón por no haber prestado su lápiz a un compañero en segundo de primaria. El primero fue Hugo, que tiene en su vida drama para dar y regalar. Está enemistado hasta con su hermano, al que hemos visto defendiéndole muchas veces en este Supervivientes 2020. “Nosotros nos llamamos HDA”, dijo Hugo. Temí que fuera a decir HDP. Luego explicó que HDA es “hermanos del alma”.
Aparte de los problemas con su hermano, Hugo reconoció que se está distanciado con su hermana y se enemistó con un amigo que después murió de un infarto. Creo que hay alguien con quien se lleva bien y nunca ha tenido un roce. La madre de todos los dramas estaba en sus dos separaciones. Ahí Adara empezó a rozar las manos con tanta fruición que casi hace fuego de manera espontánea. “Me siento culpable por las dos veces que me separé teniendo hijos pequeños. Lo siento por las madres de mis hijos”. Y por los hijos, porque con la mayor apenas tiene contacto. Pero eso lo contó en el peldaño del perdón. Yo le perdono todo, pero si deja de dar la tabarra con sus dramas.
Hugo había abierto la espita de la comedia dramática y Barranco tuvo que mantener el tono. Como los demás, se atrevió a cruzar el puente, con la particularidad de tener el capricho de cambiar el orden de los peldaños. Ivana no se quedó atrás y también repasó en un momento todos sus dramas. La argentina dice que no sabe lo que pasó con su hermano, pero al volver de esta experiencia piensa llamarlo para pedir perdón por aquello que le haya podido molestar. Igualmente le gustaría a esta concursante perdonar a su padre, aunque intuyo que eso lo tiene más difícil.
Los problemas familiares también fueron protagonistas en el puente de Barranco, aunque tampoco me pareció para tirarse por un ídem (tenía que meter este chiste). Que si no había visitado a su abuela enferma lo suficiente, que si sus padres se separaron y él se distanció de ellos… en fin. Barranco al volver no quiere pedir perdón sino comer con su familia. Tienen la comida metida en la cabeza. Temo el momento de la próxima semana que le propongan cruzar el puente de las emociones a Jorge, capaz de convertir en un drama lacrimógeno el hecho de que Barranco pudiera haber dudado de él cuando le desapareció yuca de su plato. Se lo fue a preguntar medio llorando. Poca broma, que aquí aparece el drama en el momento más inesperado y por la tontería mayor.
Avilés responde esta noche desde Honduras
A mí me van a disculpar, pero más drama que los expresados por estos concursantes me parece ver a Avilés hablando en inglés. Debe haber ido a la academia esa que entras a preguntar: “Perdone, ¿es aquí donde dan clases de inglés?”; y te responden: “If, if, between, between!”. Lo mejor fue cuando Barranco le dijo: “Pero macho, si tú hablas bien inglés”. Todo mal. José Antonio no es perfecto, el inglés no se sale bien, pero luego igual te monta una medio orgía como improvisa un festival de ‘Hondurasvisión’. Y al despedirse lloraron casi todos, los que se han llevado mal con él e incluso los que se llevaron peor. Porque bien, lo que se dice bien, no se llevó con nadie. Lo que le espera a Avilés esta noche seguro que le va a sorprender. Por adelantarme a las conclusiones, creo que se trata de ese tipo de personas cegadas por la ambición y convencidas de que una vez alcanzado un objetivo nadie se ocupará de averiguar su pasado. Por en medio ha ido dejando cadáveres en armarios que eso parece una auténtica escabechina.
Mi anécdota favorita de José Antonio antes de convertirse en personaje popular es cuando una mujer le está reclamando un pago y él responde que no puede atenderla bien porque forma parte del equipo que está investigando el asesinato de Diana Quer para Ana Rosa. Pero pide que no se lo cuente a nadie porque es secreto. Estoy deseando ver qué dice de todo esto en el programa especial de esta noche. Se enfrenta a Jorge Javier, que no aceptará como respuesta eso de “ya hablaré en mi programa”. Lo dije el otro día: este también es su programa. Los que ayer lloraban al despedirle asegurando que es buen chico le van a dar la espalda en cuanto se enteren de todas las trampas en las que está metido.
Hugo salvado por tercera vez consecutiva
Sonrisa de circunstancias de Elena, cara seria de Ana María y Rocío mirando para otro lado son los gestos que resumen las reacciones ante una nueva ceremonia de salvación de la que sale triunfante Hugo. Del rostro de Barranco no digo nada porque permaneció impertérrito. Jorge siempre se las apaña para parecer que no está, pero en esta ocasión es que no estaba de verdad porque era uno de los tres nominados, y lo sigue siendo. Fue el primero en saber que no se iba a salvar. Se quedaron en interesante duelo Hugo e Ivana. Cuando Lara pidió a esta que describiera a su rival con una palabra eligió “luchador”. Y Hugo dijo “guerrera” a Ivana. Ambos términos vienen a ser sinónimos. Al final el barro cayó sobre Ivana y el agua purificadora bañó a un Hugo más emocionado que nunca.
Hugo cubrió el rostro con las manos, incapaz de responder si esta había sido la salvación más emocionante. Las imágenes hablaban por sí mismas, respondiendo que sí. Fue caballeroso al abrazar primero a Ivana y decir que ella se lo merecía igualmente y le habría gustado que se salvase. Pero la legión está con él y anoche se demostró una vez más. Si tuviera que definir a Hugo con solo una palabra no diría “luchador” sino “obstinado”. Para bien o para mal, cuando se le mete una cosa en la cabeza no hay manera de quitársela. Creo que esto ha podido tener mucho que ver con su decisión de dejar a Ivana. Al final pudimos ver la esperada conversación que tuvieron en el rincón de pensar, que no deja de ser un espacio construido por Hugo en torno al fuego, que es su vida como demuestra con el tatuaje que lleva en el brazo derecho. Una conversación que puede parecer intrascendente, pero dice mucho más de lo que aparenta.
Puedo equivocarme, como pasa siempre que se intenta interpretar a otra persona (más cuando se trata de alguien como Hugo, muchas veces críptico e indescifrable). He de decir que en este caso lo vi muy claro. Creo que se ha dejado arrastrar por el temor a no saber gestionar su relación con Ivana junto a la situación que vive con su reciente separación y el hijo que tiene con su expareja. Le ha invadido el temor a no ser capaz de sobrellevarlo todo. La responsabilidad, casi la necesidad, de hacerlo bien y no fracasar en el intento. Así interpreté las lacónicas palabras de Hugo, que efectivamente pareció entender Ivana, al menos al comienzo de la conversación. Por otra parte, aceptó que le cuesta resistirse a aceptar la situación. Quienes tengan la tentación de decir que Hugo debería haber pensado en esto antes de enrollarse con Ivana deben ser enemigos del carpe diem. Si fue bonito mientras duró ya está bien. Y si no está bien es que no es el final, como dice la frase de ‘El exótico hotel Marigold’.
De momento no parece que Hugo e Ivana se tengan mucho rencor. Al menos viendo las imágenes que ya adelanté ayer, con Hugo comiéndole la tarta y lo que no es la tarta. Las tiranteces se las guarda Ivana para la palapa. Si es jueves toca sacar unos reproches para Hugo, con quien se lleva fenomenal el resto de la semana. Con quien no se lleva bien este concursante es con Ana María. Eso entre sus compañeros, porque ya hemos visto en el puente ese que es en eso un poco como Avilés. Diría que Ana María exagera y a Hugo le repatea que pesque más que él. La esposa de Ortega Cano lleva su ambición tan lejos que es capaz de salir a pescar con la mar rizada. En los cayos Cochinos no hay banderas de colores que indiquen si es idóneo bañarse, pero es de sentido común. Sobre todo si no sabe nadar, como dice Ana María que es su caso. Pa’ habernos matao.
Me alegro de que se haya salvado anoche, pero no puedo dejar de decir que Hugo en los juegos es absolutamente insoportable. Se jugaban unas recompensas que a más de uno nos pusieron los dientes largos esperando poder volver a tomar una cervecita en un bar y que nos pongan un aperitivo. Cuando sacaron los torreznos me recorrió un hilo de baba por la barbilla. No digo nada cuando entró el anuncio de una cerveza que anima a tomar la primera en el sitio donde tomamos la última. Tantas motivaciones y yo todavía en fase cero. Esto no hay quien lo supere en sus cabales totalmente.
El juego fue ese de la catapulta y las papeleras en la cabeza para recoger las bolas lanzadas. Las que no dieron en el aro se salieron tras rebotar dentro. La próxima vez que tiren cocos y qué pase lo que los dioses garífunas quieran. Malos encestando fueron todos, pero nadie se quejó tanto como Hugo, que puede empujar a los demás, pero a él que ni lo rocen. No hay prueba en la que se pase todo el tiempo rezongando y quejándose. Al final tuvieron que darles a todos una bola extra porque Lara apenas había sacado tapitas buenas. A Hugo no le fue tan mal y comió croquetas y rosquillas de chocolate (lo que vendrían a ser donuts, pero como donuts es marca comercial y no se puede decir tienen que llamar rosquillas a los donuts). Jorge fue el de la mala suerte porque Ivana le quitó su perrito caliente y a esta se lo quitó Elena. No hicieron nada ilegal las dos, sino que habían sacado una bola ‘bomba’, de esas que permiten robos o intercambios. Por ejemplo, Ana María podía intercambiar una de sus recompensas por cualquier otra, pero como no había conseguido nada se quedó sin comer. Y tuvo el valor de quejarse después de lo de los cocidos de esta semana.
Moleskine del gato
Que alguien avise a Nagore porque ayer se equivocó. Sospecho que sin darse cuenta defendió un poco a Hugo.
Volviendo a lo de la fase cero, si ahora me ponen en el puente de las emociones el no haber hecho más afterwork tomando tapitas en el bar de debajo de mi casa lo reconozco como mi culpa y aquello por lo que me arrepiento. Además, me mata el distanciamiento que siento a esa terracita. Y el perdón no se lo puedo dar jamás a quien me ha robado el mes de abril, el de mayo y, para mí tengo, que al menos medio junio. Lo tenía que soltar. Ya estoy más tranquilo.