Carmen impide que Álvaro salga del dormitorio mientras se ríe de él
Iba a empezar diciendo que Carmen es de esas personas… Pero, en realidad, me resulta alguien imposible de clasificar. No hay muchas personas como ella, con quien el diálogo se convierte en una tortura que solo ella decide cuándo y cómo se aplica. Álvaro dice que ella le persigue aunque no le apetezca hablar, y pide que si le ve agobiado no vaya detrás. Carmen persevera y persigue aunque si es la cosa al revés reivindica su derecho a hablar cuando ella quiera. La noche del sábado ocurrió algo gravísimo después de la enésima discusión entre Carmen y Álvaro. Este se había ido a un dormitorio para hablarlo con Laila. De repente, irrumpió Carmen. Aunque le dijera de buenas maneras que en ese momento no quería hablar con ella, pidiendo respeto a la conversación que estaba manteniendo con otra persona, fue todo en balde.
Carmen se marchó al final de esa habitación, pero volvió minutos después. Rafa estaba entonces hablando con Alatzne. La paciencia de la estudiante de matemáticas tiene el mismo valor que el conjunto vacío: cero. No tiene paciencia y, sobre todo, le falta educación. No respeta los tiempos del otro. Si quiere hablar tiene que ser aquí y ahora, sin importarle nada la situación de su interlocutor. Ella es experta en provocar situaciones incómodas, algo que hace con aparente gusto. Interrumpió la conversación con Alatzne y, lo que es peor, impidió el libre movimiento por la casa de Álvaro. ¿De qué manera? Bloqueando la única puerta de salida a esa estancia.
De nada valió que Alatzne insistiera pidiendo que le dejara marchar. Álvaro estaba agobiado y necesitaba salir de allí. Carmen impedía con su cuerpo que saliera por la puerta, que tiene apertura hacia dentro. Si no se apartaba de delante la única forma de salir pasaba por empujarla para lograr abrir la puerta. La actitud de Carmen era provocadora y poco consciente de que estaba pudiendo originar un conflicto indeseable. Un Álvaro cada vez más nervioso mantenía la templanza para pedir que le dejara salir allí. La tensión iba en aumento y cada vez había más posibilidades de que la cosa terminase francamente mal.
¿Qué habría pasado si Álvaro pierde la templanza y hace cualquier disparate para lograr salir de allí? Bien podría haber empujado a Carmen, lo cual, en puridad, merecería su expulsión disciplinaria, por mucho que en este caso estuviera justificado el empleo de una moderada (muy moderada) fuerza. También podría haberse liado a golpes contra la cristalera de salida al jardín para intentar salir por ahí. Esto también le habría costado su participación en el concurso cuando el origen del problema era que alguien estaba impidiendo su libre circulación por la casa. Carmen justificaba esa horrible acción por sus deseos de que hablasen, pero es que a él no le parecía un buen momento. Según se iba Álvaro agobiando, Carmen cambiaba su semblante e iba dibujando una sonrisa irónica. Y a medida que esa sonrisa crecía el enfado de Álvaro iba también en aumento.
A cada uno le molestan unas cosas. Álvaro no soporta tener la sensación de que se ríen de él. Menos si es Carmen quien lo hace. He censurado muchas veces la actitud del interventor municipal. Creo que ha exagerado casi constantemente su tristeza por no ser correspondido en su fascinación por Carmen. Este ha sido uno de sus modos de generar compasión en el espectador. Esto no quita para que en esta ocasión me crea su agobio y necesidad de salir de allí. No tener libertad para hacer lo que en cada momento se desea produce una frustración no comparable con nada. Por eso me parece que bastante aguantó Álvaro el sábado. Carmen estiró demasiado la cuerda poniendo en peligro la tranquilidad en la casa.
La voz pidió que fueran ambos al cubo después de que Carmen dejase salir a Alatzne y no a Álvaro, habiendo este preguntado si para salir debía liarse a golpes y tras pedir repetidas veces a la voz que alguien solucionase aquello. Había llegado la cosa demasiado lejos y me parece incluso una imprudencia que fueran los dos juntos al cubo. Con buen criterio, Álvaro pidió al poco de entrar que le dejasen irse porque no quería estar junto a su compañera de encierro. No era la ocasión ni el momento de forzar una conversación cuando una de las partes había insistido por activa y por pasiva que no quería hablar.
Estoy seguro de que Carmen recibió en el cubo la lógica advertencia que merecía su actitud, pero igual hubiera sido mejor que todos lo pudieran escuchar. Álvaro debió sentir cierto desamparo porque nadie acudió en su ayuda a pesar de que debieron escuchar los gritos. Además, la organización evitó censurar en público una actitud que bien podría haber generado un problema importante. Insisto en que si Álvaro llega a perder los nervios e intenta apartar a Carmen de la puerta es muy posible que no hubiera podido dormir más allí dentro. Dudo de que Carmen hubiera corrido la misma suerte, cuando fue ella quien generó el conflicto con su actitud provocadora. Basta con tener dos dedos de frente para darse cuenta de que ciertas cosas comportan un peligro excesivo y se deberían evitar.
Carmen va probando los límites como hace un bebé. Solo que ella no encuentra freno y se va comportando de manera cada vez más intolerable. Ayer tuvo un día horroroso. Aparte de las discusiones con Álvaro o Nissy, reaccionó de mala manera a la sanción que el programa puso al grupo por la vandalización de la mesa de comedor. Analizándolo luego con Rafa, este le pedía que no cruzara ciertos límites. Parece que tiró un kit de maquillaje, o algo así, lo cual mereció la censura de su amigo. Rafa es el único capaz de calmarla, aunque no estoy seguro de que logre hacerla entrar en razón. Él nunca venderá a su amiga, justo lo que hace ella continuamente con el fontanero (o exfontanero, porque dice que no volverá a ejercer esa profesión).
Fue Rafa quien vandalizó la mesa del comedor. Escribió con una cuchara su nombre y el de Carmen, además de un corazón. Bien podría el programa haberles obligado a cepillar la mesa y volverla a barnizar. Así habrían demostrado que son capaces de solucionar el mal causado. También debo decir que para lo nuestro nos viene bien que la sanción fuera reducir un 20 por ciento la asignación económica de la semana para hacer la compra de todo el grupo. Lo diré con total sinceridad, me parece una tontería lo de la mesa, pero que la acción de un concursante merezca una sanción para todo el grupo genera un conflicto que me apetece ver.
El que no lograsen superar la prueba semanal agrava la cuestión. Necesitaban un 60 por ciento de votos positivos, pero el sí solo sacó un 58 %. Por los pelos, como el referéndum para la fusión de Don Benito y Villanueva de la Serena, que terminó más ajustado que las mallas de Carmen. Presupuesto básico menos un 20 por ciento por lo de la mesa. Van a pasar hambre. Esto promete una semana en la que todo puede estallar, aunque dudo mucho que nada haga reaccionar a los concursantes más muebles. Tiene toda la lógica que fueran ellos quienes peor asimilaron el daño a la mesa. Los muebles se compadecen de lo que sucede a otros muebles.
Virginia tantea a Adrián con el curioso objetivo de que la relación de este con Marta no se vea afectada. Es decir, por un lado le hace saber que tendría algo con él y por otro prioriza que no haya un daño colateral que afecte a esa compañera. Eso sin haber hablado con ella y aventurándose a suponer que también está interesada en Adrián. Ambas se deberían haber dado cuenta ya de que si Adrián tuviera algo con alguien sería con Colchero. Lo ha dicho alguna vez y creo que no le han terminado de creer. Antes de hablar con Adrián le confesó sus sentimientos a Carlos, ideal como confidente. Este es el típico concursante en el que confluyen las tramas de los demás, pero él no tiene ninguna. Un papel que no deja de ser igualmente importante.
Evitando dudar del sentimiento de los demás, algo que intento hacer analizando realities (aunque no siempre lo consiga), creo que Virginia ha empezado la casa por el tejado. El orden lógico hubiera sido hablar primero con Marta, poner en claro con ella los sentimientos de las dos y a partir de ahí plantear lo que quiera con Adrián. Tal como lo hizo ni siquiera tengo claro si ha dado un primer paso o más bien ha desbrozado el camino por si quisiera hacerlo Marta. Estoy convencido de que no lo hará ninguna de las dos, aunque bien les viene tener al menos un vídeo en una gala, porque a veces parece que fueran a la casa solo para las galas.
Virginia y Marta se disputarán la expulsión de esta semana junto a Laila. Anoche fueron salvados, por este orden, Colchero, Álvaro, Rafa y Alatzne. Cuando en la casa conocieron el nombre de la cuarta salvada vimos llorar a Marta, convencida de que puede ser ella la siguiente en salir porque “no hago nada”. Es de agradecer la franqueza. Podemos tener al menos una expulsada sincera, aunque los porcentajes ciegos ofrecen una inquietante información. Así estaban los porcentajes al comenzar el programa: 59 %, 20 %, 9 %, 6 %, 3 %, 2 % y 1 %. Esto quiere decir que los salvados anoche tenían entre un 1 % y un 6 % de los votos. Y que las tres candidatas a la expulsión estaban entre el 9 % y el 59 %.
El porcentaje mayor es exagerado entre siete nominados. O mucho han cambiado las cosas con el voto gratuito o los perfiles de Marta y Virginia no son muy de sacar porcentajes tan abultados votando para expulsar. De las tres nominadas que siguen en liza solo Laila tiene un perfil de concursante polémica, aunque mucho más lo es su hermana melliza. Quiero pensar que la audiencia que vota gratis es más sensata y no va a dudar en eliminar a Marta o a Virginia. No porque hayan hecho algo por lo que no merezcan seguir en el concurso, sino porque cuesta recordar algo que hayan dicho o hecho y merezca ser reseñado. Son de ese tipo de concursantes para quienes basta con estar. Y se equivocan, estar no es suficiente.
Secretos
Se repartieron las esferas de Kenny con el juego de los secretos de Isa Pi, cuya estancia en la casa me ha parecido muy agradable. Así las visitas son bienvenidas, sin que traten de condicionar la convivencia ni cambiar el rumbo del concurso. Lamento que la próxima VIP sea Lomana porque tengo por costumbre no ver programas donde salgan Eduardo Inda ni Carmen Lomana. Durante unos días no podré mantener lo acostumbrado. Rafa se llevó la esfera con el número 1, Carlos la 6 y las mellizas la 15. Por otro lado, la esfera de Brenda fue heredada por Carlos. Así las cosas, Virginia tiene cuatro esferas (2, 3, 9 y 13); Nissy y Laila tres (7,12 y 15), igual que Carlos (4, 6 y 11) y Rafa tiene dos (1 y 16). Mantienen su esfera original Adrián (5), Colchero (10) Cora (8) y Marta (14).
Como sugerí que hiciera en días pasados, Alatzne protegió su secreto accionando el pulsador y eligiendo al azar compañeras y secreto. Apostó hasta el final que Laila y Nissy estafaron a sus amigas con prendas de lujo. Alatzne perdió su esfera.
Y se conocieron los primeros secretos de la edición, concretamente los correspondientes a los cuatro expulsados hasta el momento. Debo decir que me parecen mejores secretos que los de los concursantes VIP de la anterior edición. Es Elena la que estafó a sus amistades, mientras Héctor le era infiel a su pareja con 100 personas y Alberto perdía el peso que lo tenía retenido sin salir de casa por obeso. Mención aparte merece el secreto de Brenda. No se trataba de la fruta que en algunos lugares se conoce como estropajo. Es que Brenda, queridos amigos, comía estropajo durante su embarazo. Estropajos de fregar la vajilla, con su espumita y todo. Más tranquilo me quedé cuando explicó que no tragaba, solo lo mordía. ¡Madre del amor hermoso!
Moleskine del gato
Que Carmen interprete un abrazo de Rafa en el baño como un intento de otra cosa (se supone que pensó que le iba a dar un beso) y lo diga al resto de la casa es otra razón para desear que se separe de él, como lleva días diciendo que hará. Lo mejor que le podía pasar a Rafa es empezar a volar solo, sin esa rémora que le acompaña y hace quedar a menudo como un calzonazos. Aunque bien es cierto que otras veces le hace mostrar su lado más tierno y emotivo.
Carmen está tirando de la cuerda demasiado. Ayer llamó a Laila “puerca” y “muerta de hambre”, además de afirmar que no está a su nivel. Una desgracia estar a su nivel.
Sobre los sentimientos de Carmen y Rafa me resulta cada vez más difícil hacer un diagnóstico. Creo que a ellos también y entiendo su confusión, en parte provocada por el diario comentario y pregunta de sus compañeros sobre si se gustan o no. Tener tanta expectación alrededor no debe ser bueno.