Carlos renuncia a su ración de arroz porque Sylvia se ha puesto unos pocos granos de más
Con frecuencia, las situaciones a las que presto atención más que tener importancia por sí mismas sirven para conocer a sus protagonistas. Se puede entender que Carlos tenga un agarrón con Sylvia molesto porque esta diga que “quien parte y reparte se queda con la mejor parte”. Y no solo porque lo diga, sino que mientras tanto estaba rebañando la olla para ponerse unos pocos gramos de más. En condiciones normales esto es una tontería, no así cuando se está muerto de hambre. Me parece interesante la reacción de Carlos, no tanto el débil motivo de su enfado. Escribí ayer que este concursante está dejando ver su verdadera forma de ser y este episodio lo confirma.
Intuyo que Sylvia se debió sentir cohibida ante la reacción extemporánea de Carlos. A pesar de ello no se arrugó y tuvo el valor de destacar el enorme ego de su compañero. También comentó extrañada que una persona “con pelos en los huev**” (de su edad, debió decir), según su expresión, se pusiese de esa manera sin motivo. Carlos reaccionó con excesiva energía, para mí gusto, refiriéndose a la cantante así: “Oye, pelo en el co**” (señorita madura, debió decir). Y justo después reclamaba que tuviera educación. Claro, porque él estaba mostrando formas exquisitas. Luego la llamó “corralera” y quiso implicar a otros en la discusión, con poco éxito.
“Si no sabes ni nadar”, gritaba Carlos a Sylvia, que aguantó el tirón bastante bien. Y cuando esta le recordaba que había llegado hasta ahí porque ella le dio su voto positivo respondió haciendo la trompetilla, o como se llame el feo gesto ese (por cierto, repetido en directo por Marta López en conexión desde el hotel). Cuando digo que no tuvo mucho éxito en su intento de implicar a más personas es porque solo habló Gianmarco y lo hizo un poco con la boca pequeña. No es extraño, porque Carlos mentía al decir que no había estado hablando de Sylvia. Al menos lo hizo para decir que no hablaba de ella, lo cual supone estar hablando en realidad.
Demasiado rápido brotó Carlos, con excesiva energía y contra una compañera que siempre lo apoyó en el barco encallado. Aunque para él no debió ser suficiente. Carlos es de ese tipo de personas que reclama adhesiones inquebrantables y Sylvia cometió para él un error: hablar con el enemigo. Carlos y Agustín llegaron a retirar la palabra a Lara y Alexia, momento en el que Sylvia se desmarcó de esa actitud segregadora y siempre habló con ellas. Podían discutir acaloradamente, pero luego se calmaban las aguas y tenían una relación normal. Ahora sabemos que a Carlos le molestó esa actitud de Sylvia. “Yo si estoy contigo no voy a hablar con nadie”, le decía a Tom. Dudo que este llegase a enterarse de por qué lo decía.
Sylvia no ha tenido suerte con la tarea encomendada por Olga, aunque ella misma lo forzó eligiendo entre cortar la leña y hacer la comida. Alexia y Agustín pueden estar contentos de haber evitado las dos peores labores. Lara acarrea troncos para la leña con más peso que ella, lo cual no es para envidiar. Hacer la comida no debería entrañar mayor dificultad porque el menú no sale de sota, caballo y rey. Es decir, arroz y latas, con algún complemento más en el mejor de los casos. Pero luego está todo el mundo interviniendo, dando su opinión sobre el punto ideal del arroz y discutiendo por el reparto de las raciones. Solo les falta contar grano a grano para garantizar un reparto equitativo.
Tampoco han tenido compasión por Sylvia. Además de tocarle la labor más complicada, algunos de sus compañeros le niegan el pan y la sal, haciendo una interpretación restrictiva de las reglas del juego de lacayos y patrones propuesto por el pirata Morgan. Leyó el pergamino con esas reglas Lara y en uno de sus párrafos decía así: “Tanto lacayos como supervivientes podréis coger lapas, erizos, recolectar almendras y comerlas, bañaros en el mar, dar paseos y abrir cocos”. Se entiende que Sylvia aparte de estar cocinando puede ir a por lapas o caracolas para completar el menú del día. Eso sí, siempre y cuando respete el resto de las reglas, como estar siempre acompañada por uno de los patrones.
Sylvia preguntó a Olga si podía ir con sus patrones a coger lapas. Es la líder quien primero se lo niega y lo hace de manera contundente: “No, tú te quedas aquí”. Carlos intercede subrayando las palabras de Olga: “Tú eres la que hace la comida”. Como si tuviera alguien duda de semejante obviedad. Melyssa duda de lo afirmado por sus compañeros y dice: “Ella también puede ayudar a coger lapas”. Es la única que parece mostrar algo de compasión por Sylvia, pero inmediatamente sentencia Tom: “No puede. Ella puede cocinar. Simplemente”. Tom hace un gesto con las manos como para zanjar la cuestión y todos callan. Sylvia debió seguir peleándolo, pero lo dio por bueno y se quedó sin salir del corralito.
Algo tendrá que ver la mala suerte de Sylvia con su labor que eligiera como patrones a Tom y Alejandro, aunque el problema mayor lo haya tenido con Carlos. Ayer destaqué el mal rollo generado por los patrones al tomarse demasiado en serio esta misión, pero después de visto un poco más de lo sucedido desde el jueves he de decir que no siempre ha sido así. Junto a momentos de aparente tiranía por parte de los patrones hay también otros donde se relajan mucho más y ayudan a sus lacayos.
En la pesca dice Alexia que Gianmarco es el poli bueno y Omar el poli malo. Gianmarco con las chicas es un osito de peluche, ya se sabe. Olga y Melyssa no cargan palos, pero ayudan a Lara a encontrarlos y hacer una selección. A Valeria no la he visto y Carlos ya conté ayer su mala idea con Agustín, hasta ahora su amigo. Digo que Agustín era hasta ahora amigo de Carlos porque me ha llamado poderosamente la atención verle muy callado ante las encendidas discusiones que ha tenido Carlos con Sylvia. Cierto que no ha apoyado explícitamente a Sylvia, pero tampoco a su presunto amigo. Y el dicho dice que quien calla otorga.
Canales estuvo anoche en plató por primera vez. Víctima del “jetlá”, no estaba muy centrado y quiso evitar hablar mucho de su relación con Fidel Albiac, que sin ser concursante está teniendo más titulares que Valeria. Canales tiene un superpoder que consiste en saber bien cuál es el fondo de la gente sin apenas conocerla personalmente. También expresa sentimientos profundos hacia auténticos desconocidos. Así, por ejemplo, dice tener mucho cariño a Fidel, pero solo lo ha visto dos veces (en ocasiones son tres o cuatro, e incluso anoche llegó hasta cinco). ¿Otro ejemplo? Pues del marido de Olga afirmó en la palapa que tenía el corazón de un niño, pero ahora asegura que solo ha coincidido con él una vez en un fotocall.
El bailaor combina mágicamente una amnesia selectiva con capacidades extrasensoriales absolutamente increíbles. Dice que quiere poder pasar por casa y a ver si así su gente le ayuda a recuperar la memoria. No me extrañaría que mañana asegurase haber confundido a Fidel con el mecánico (así llaman los muy ricos a su chófer) o cualquier otra de las diez personas de servicio que tenía entonces internos en casa. Cuando entras en tu casa y tienes que saludar a tanta gente igual se te infiltra una familia de rumanos (es un poner) y ni te enteras. Yo me doy cuenta incluso si alguien (o sea, mi chica) mueve el dispensador de jabón, pero Canales no sabrá ni cuantos de esos iguales hay en su casa. Dudamos de él porque somos unos desgraciados que no tenemos ni servicio en casa y por eso no nos ponemos en su lugar.
Moleskine del gato
Una vez confesado que me creo poco a Antonio Canales, puedo afirmar que vendría a ser como tener fe ciega en él si lo comparo con Sandra Pica, novia de Tom. Mi problema con Sandra es que no me creo nada lo que dice. No sabría explicar mis razones, pero no me la creo nada. Cero patatero. Esto hace que me interese menos cero su encuentro de mañana con Tom. Tengo claro que lo va a dejar en directo, que como espectáculo está bien, pero no lo puedo ver si no es como una representación. Sea verdad o no lo que nos están vendiendo, Sandra lo recubre de artificio y no seré yo quien haga esfuerzo alguno por quitar esa primera capa de irrealidad para ver lo que hay debajo. ¿Por qué? Pues porque lo que hay debajo tampoco me importa nada.
Y lo de la canción de Palito a Lola. “Esta isla, esta canción se la dedico yo a mi Lolilla porque la quiero, ¡ay! como a esta orilla”, dice la tonada. Si su tío Miguel recupera la voz puede convertirla en un éxito mayor que ‘Morena mía’.