Solo María Jesús y Juan Miguel fueron considerados culpables. En una cruel decisión sin precedentes, la audiencia dictaba sentencia y condenaba a estos dos concursantes. El daño que les estamos infligiendo es mayúsculo y todavía estoy extrañado que la ONU no haya intervenido. Deberían mandar los cascos azules, los GEO, los pokemon o lo que sea (que diría Ylenia). No sé por qué la gente les tiene tanta inquina, por qué tanto odio. La historia juzgará a los espectadores por cebarse tanto con dos pobres concursantes que sufren sus caprichosas decisiones. No solo son poco considerados, diría que no tienen alma (los espectadores, no estos concursantes ejemplos de santidad y bondad ilimitada).
Lo que digo en el párrafo anterior no se entiende sin explicar algunas de las cosas horribles que le han hecho algunos compañeros a María Jesús en los últimos meses. Antonio la llamó Jafar. ¡Ay, Dios mío! ¡Cuánto sufrimiento! Y la mosquita muerta de Irene llegó a reprocharle el pitorreo hacia los demás durante la cena que disfrutaron solo cuatro concursantes. ¡Ay, Dios mío! ¡Cuánto sufrimiento! Se han portado tan mal con ella... ¿Jafar, dice? ¿Pitorreo ella? Crueldad sin límites.
Luego le dicen a ella, que tan solo acusó a Antonio de ponerse las manos a la espalda para frenar su instinto porque sabe que es capaz de cualquier cosa. Y en un desliz sin importancia se comparó con Kiko, al que considera un impresentable que no sabe ganarse el dinero con el sudor de su frente y está ahí porque las deudas le llegan al cuello. Ya lo dijo ella: “Me están haciendo una campaña mortal, están cometiendo blasfemias sobre mí. Porque me da igual que seas hijo de quien seas. Este señor se ha llegado a gastar 4.000 euros en media hora de casino”.
Y es que Kiko se ha portado mal con María Jesús, como bien se encargó de denunciar. En el ‘confe’, claro: “¿Que yo he sido poco empática? Que se acuerde ella de cuando su marido me ‘sollaba’ viva por la casa y no hacía nada. No le paró los pies. Que se mire ella, que tiene deudas porque se las ha creado Kiko y por eso ha entrado en GH DÚO”. Se puede hacer más daño. Me refiero a lo de Kiko, porque María Jesús solo reacciona a los ataques de los demás. Es acción-reacción. Ha sido así con todos. Con Irene, por ejemplo, el tema está bien claro. ¿Tú me dices que me he pitorreado en una cena?, yo te saco los trapos sucios de tus deudas y hasta me acuerdo de la señora madre que parió a tu marido. Simple y meridiano.
No me digan que son justas las sentencias. El 71,6 % de la audiencia votante piensa que María Jesús se ha hecho la víctima. Si es teatrera será porque el arte recorre sus venas, ¡hombre ya! Que tiemble Núria Espert, porque la nueva gran dama de la escena pronto la sepultará en el olvido. Otra injusticia: más del 90 %, ¡que se dice pronto!, cree que Juan Miguel es un mueble. Solo les falta añadir que es barbitúrico y tiene propiedades sedantes para la audiencia. Con poco más habrían dicho algo así. No hay respeto, ni contención, ni cortesía, ni consideración, ni honor, ni miramiento, ni nada de nada. El resto se fue de rositas. El 67,3 % piensa que Irene no es tibia. ¡Buuum! El 68,1 % que Kiko no ha utilizado su vida para beneficiarse en el concurso. ¡Bimba! Y el 65,7 % no cree que Alejandro ande falto de personalidad. ¡Cataplán! ¡Cataplún! ¡Plum! ¡Pum!
Reconozco que es cansadísimo abusar de la ironía, por lo que tiro la toalla y sigo ya normal. El juicio de anoche convirtió la gala en una de las más divertidas en mucho tiempo y me hace lamentar que no hubieran vuelto a hacer algo así en la recta final del concurso desde la tercera edición del VIP. La jueza fue nuestra Marchena particular, se mostró magnánima y llevó la vista con mano férrea. Y en la parte alta de la sala había un monitor en el que de repente aparecía Jordi González en plan juez superior. Como cuando acudían a los ‘supertacañones’ para resolver dudas sobre una respuesta en el Un, dos, tres, responda otra vez.
Antes y después de enjuiciar y sentenciar a los cinco prefinalistas se pudieron ver los porcentajes ciegos para comprobar cómo apuntan las votaciones de la audiencia. Buena decisión porque así podíamos comprobar en lo que podía haber afectado lo visto en la sala, que no fue poco. En justa correspondencia, el efecto en los votos parece bastante devastador. El porcentaje mayor subió así 6 puntos, y el tercero bajó casi 3. Es la misma tendencia que se ha venido registrando desde el domingo. También coincide que el resto de porcentajes solo oscilen levemente, con variaciones nada significativas.
Si observamos la evolución total, desde la primera gráfica de porcentajes del domingo hasta la última de anoche, podemos observar que el porcentaje mayor (amarillo) ha subido en total 11,8 puntos, mientras el tercero (rosa) bajaba, casi a la vez, 10,3 puntos. Las otras variaciones van entre +0,2 del marrón y -1,3 del azul, pasando por -0,4 del verde. Soy consciente de que las cifras son engorrosas en medio de cualquier texto, por lo que de inmediato voy con mis conclusiones. Pero antes necesito señalar un dato más. La suma de las barras amarilla y rosa se ha mantenido casi en todo momento. Y esto me parece importante.
Comprobemos lo dicho: amarillo más rosa sumaba en la primera gráfica un 53,0 %. Y luego ha seguido sumando 50,6 %, 51,5 % y 54,5 %. Como podrá comprobar el lector, una oscilación semejante a las registradas por los demás porcentajes. Diferencia total de 1,5 puntos entre la primera y la última encuesta. ¿A dónde quiero ir con esto? Pues a que, visto así, no ha variado casi nada en los porcentajes desde el domingo hasta anoche después del juicio múltiple. En realidad, lo único que ha cambiado de manera considerable es la relación entre el amarillo y el rosa. Mientras uno sube el otro baja. Parece como si se fueran trasvasando votos entre estos dos finalistas.
Será bueno que saque el lector sus propias conclusiones. En cualquier caso, anoche vi a María Jesús entre las cuerdas y casi noqueada. Acabado todo parecía que salía de un combate de boxeo más que de un juicio. ¿Es lógico que eso tenga en los porcentajes la consecuencia de una subida importante? La única subida es del porcentaje mayor. Es, de hecho, el único que no ha parado de subir. Lo ha hecho desde que terminó la gala el domingo hasta el comienzo de la gala anoche. Pero, sobre todo, subió durante ambas galas. ¿Qué vota la audiencia galera? ¿A quién benefició el juicio? Si el porcentaje amarillo fuera de María Jesús su nombre estaría en la respuesta a las dos preguntas anteriores. Es posible que sea así. En otro caso, podría ser que el voto de Kiko e Irene se estuviera concentrando en uno de los dos, y de ahí el trasvase entre el amarillo y el rosa. Supongo que sus enemigos se están encargando inteligentemente de sembrar dudas sobre si es Kiko el beneficiado o, por el contrario, su mujer.
A falta de unos días para el final se puede abrir un poco la mano y no mantener algunas de las señas de identidad del programa durante los casi tres meses anteriores. Por ejemplo, el martes les dieron algunas noticias de actualidad. Y anoche los concursantes pudieron ver imágenes del confesionario. Las reglas son igual para todos, pero estaba claro que llegado ese momento sería María Jesús la más damnificada. Es lo que tiene soltar lo más grande en la sala de confesiones, poner como hoja de perejil a los demás, disparar a tirios y troyanos, pero luego asegurar que nunca ha criticado ni hablado mal de nadie. Y sin que se le escapase la risa, oiga.
Si tenían algún resquicio de duda esta se terminó anoche. Será inocente Kiko que hace poco más de una semana estaba seguro de que María Jesús no mentía cuando decía que ella no había hablado mal a las espaldas de ningún compañero. “Me lo creo, no es su forma de ser”, decía Kiko entonces. Ahora ya sabe que no siempre acierta con la gente, aunque terminada la gala sacaba pecho ante Irene diciendo aquello de “ya lo sabía yo”. Pero no sabía de la misa la mitad. Ni podía imaginar. Enorme ese momento en que la jueza preguntaba a María Jesús: “¿No es verdad que usted ha dicho hace un momento que no ha criticado a nadie?”.
Antonio estaba casi tan magnificado como Joao, el autodenominado maestro. Este llamaba alteza a la jueza. Aquel afirmó que nadie había utilizado cosas del pasado de un compañero. Nadie salvo María Jesús, claro. Pero resulta que a su izquierda tenía a Ylenia, “amigui” con derecho a roce (lo reconocieron allí mismo, o sea, en sede judicial), que había dicho sobre esa finalista: “Estás familiarizada con las denuncias falsas, eres lo peor. Sacas lo peor hasta del padre de tus hijos. Teniendo una hija que ve esto es una vergüenza”. Hombre, un poquito de fuera esto también era.
Puestos a sacar cosas del pasado, en lugar de recurrir a madres, parejas e hijos, podrían haberle recordado a María Jesús cuando se aliaba con Romina en Supervivientes para atacar a Saray y a Raquel Mosquera. Entonces ella estaba con la mayoría contra dos concursantes. No parecía preocupada por evitar que sus compañeras pudieran llorar lágrimas de sangre, como dice ella que hace. Fácil manera de hacerse una analítica sin tener que usar agujas. Con poner la probeta en el lacrimal es suficiente. En lugar de implorar a la virgen de la Cabeza debería cambiarse a la virgen de San Juan de Dios. No es de Andújar, sino de Granada. Pero también llora sangre.
Juan Miguel se defendió de la acusación de ser mueble diciendo que las imágenes mostradas como prueba documental en el juicio correspondían a sus momentos de descanso. Y no mentía. Su concurso entero ha sido un momento de descanso. No hay más preguntas, señoría. Alejandro celebró la sentencia absolutoria como si hubiera ganado la Champions. Me da la impresión de que se tomaron todos demasiado a pecho la cuestión. Los ojos de María Jesús o Kiko al terminar la vista lo dejaban bien claro. Tenían la vista perdida, los ojos algo rojos e irritado el lacrimal.
La pareja del clan Pantoja fue declarada inocente por la audiencia. Irene es tibia tirando a gélida algunas veces. Supongo que la vida la hizo así. Entiendo que la sentencia lo que hace es validar su tibieza. O que no le damos tanta importancia a eso. También pienso que es en desagravio, porque no le ha debido sentar bien defender a María Jesús y tenderle la mano para recibir luego tanta ingratitud. Kiko estuvo en su juicio desencajado por el inesperado golpe bajo de María Jesús sobre su problema de adicciones y consecuencias varias. Tanto que al terminar se quejaba de no haber tenido defensa ni testigos. ¿Cómo? Y la gente fuera otra vez con la murga de los favoritismos. Son muy ‘jartibles’.
Moleskine del gato
Fortu salió de la sala diciendo: “Otra vez no me dejan hablar. No sé para qué vengo”. Pero cuando tiene oportunidad de hacerlo dice cosas así: “Los palmeros de Kiko no han tenido los cojones, o los huevos…”. Y cuando la jueza considera inaceptables las formas, reclamando compostura al testigo, rectificó de esta forma: “Bueno, los testículos”. No sé si me reí más en ese momento o cuando la jueza le pidió que prometiese o jurase decir la verdad “con ayuda del rock”. Le faltó sacar la mano con los cuernos. ¡Rock & roll! De todas formas, me gustó más el juez de GH VIP 3, que era belenista hasta la médula.
Dice Fortu (y luego se queja porque no habla): “El señor Kiko la única vez que ha salido nominado ha sido porque un servidor y mi compañera Yoli, que no está aquí, le nominamos”. Pasando por alto que el tratamiento de señor es para el apellido y el de don para el nombre, decirle tan solo que Kiko salió nominado dos veces.
Dice Alejandro que Miguel Frigenti tiene “redecillas” con él. Y, mientras el juicio seguía, intentaba confirmar con Ylenia si Sergio Ramos celebró un gol haciendo el “Tiki-tiki, miau-miau”. No debía haber para Alejandro nada más importante.
Mañana el menos votado a la calle. Pondremos nombre a un porcentaje, presumiblemente a la barra marrón.