El anticoncursante
En el momento de mayor carga dramática de una película, con toda la sala expectante y en silencio esperando ver cómo se desarrolla la trama, de repente se cuela en plano por su parte superior un micrófono de jirafa. Es un error fatal porque saca a esos entregados espectadores de la ficción. El anticlímax que produce la evidencia de que se trata de una ficción te saca de la película. Aunque todos somos conscientes de que aquello no es una realidad deseamos convencernos de lo contrario. Ese es el juego.
Para convencernos trabajan guionista, director, montador, actores y el resto del extenso equipo que hace una película. Lo mismo se puede decir de una serie de televisión o cualquier producto semejante. Sabemos que estamos ante una imitación de la realidad, pero no queremos que lo ponga en evidencia algo como que se cuele en plano el maldito micrófono.
En este GH VIP se ha colado Suso. Y, al igual que pasa con el micrófono en la película, ha logrado anular la sensación de que estamos ante una realidad. Somos conscientes de los límites de la realidad del género televisivo que introdujo este formato hace 18 años, pero se me antoja indeseable cualquier cosa que haga más pequeña esa realidad. Como concursante, Suso es un impostor. Es genial que los concursantes sean conscientes de que están ahí para entretenernos. Ese es su fin principal y en la medida que lo hagan están cumpliendo con lo que se espera de ellos. Les pagan para ello.
Lo decía abiertamente Aramís: “estoy aquí para divertirme y divertir a la audiencia”. Bien que sea consciente de ello y no debe ser ningún inconveniente que lo diga. Lo malo es que a Suso se le nota demasiado que lo está intentando. No solo es consciente de ello, sino que le delata su dificultad para conseguirlo. Aquello que debería ser natural resulta forzado. Es como el que intenta ser gracioso sin serlo. El falso gracioso, humorista impostor que no tiene gracia alguna.
Suso es más que un impostor, me parece el anticoncursante de reality. Con esfuerzo cocina ante nuestras narices los contenidos del programa, algo que le tiene demasiado obsesionado. Pero no es él quien debe ocuparse de los contenidos que genera. Son otros los que se encargan de convertir en un espectáculo su convivencia, mientras él se limita a convivir. Así debería ser.
De Suso ya conocíamos su faceta de “metemierdé”, utilizando el término que nos descubrió Belén Esteban en GH VIP 3. No nos debería sorprender que intente crear conflicto. En GH 16 utilizó con frecuencia la mentira para complicarle la existencia a algunos compañeros en el concurso. Ahora parece pretender repetir jugada, algo de discutible conveniencia para él mismo, pero que no deja de ser una estrategia de juego lícita.
Ahora bien, Suso nos deja ver la tramoya, nos muestra las tripas de su trama y logra quitar toneladas de realidad a todo lo que hace. Es mucho peor que ver el micrófono asomar en el momento álgido de la trama de una ficción. Su concurso se desnaturaliza convirtiéndose en puro artificio. Es de esa forma como el reality pierde tal etiqueta y casi abandona su homologación. La resultante es un producto sin demasiado interés, que cuesta ver y da un poquito de rabia. La cosa no queda ahí. Además de encargarse de arrancarle al programa las etiquetas y convertirlo en algo distinto a lo que esperamos ver, Suso fuerza carpeta con Aurah desde la primera noche. No hay nada que me pueda dar más pereza.
Suso no es el único intentando forzar carpeta. Techi lo intenta con Tony de forma descarada e Isa, mucho más tímida, se acerca a Asraf. Anoche mismo la disposición a la hora de acostarse daba muestra de a donde apunta la cosa solo tres días después del comienzo de edición. ¿Cuál es la diferencia entre estos otros casos y la forzada carpeta entre Suso y Aurah? Apostaría cinco contra uno a que lo traían pensado desde fuera. Los medio ensayados tonteos entre los dos, su conocida relación previa y la torpeza que demuestran a cada paso lo dejan bastante claro.
Lo de Aurah y Suso recuerda a algún desgraciado caso habido en el programa de pareja capaz de dedicarle su falso polvo en la piscina a la presentadora, mi querida Mercedes Milá. No quiero parecer alarmante, pero veo pocas diferencias entre aquello y esto que ahora estamos presenciando. Otro artificio más, un nuevo fraude del anticoncursante. Demasiada prisa tienen por conseguir esa suerte de sello de garantía que supuestamente les inmuniza con vistas a la expulsión y que llamamos “carpeta”, también conocido como “hamor berdadero”. A Suso lo llamaba anticoncursante Maroto, del blog Calcetineros, y le va como anillo al dedo el nombre.
Teniendo idénticos objetivos, Suso y Aramís no se parecen en nada. Los dos saben que están ahí para entretener, pero Aramís lo hace sin esfuerzo. En tres días se ha metido a la audiencia en el bolsillo y ha logrado atraparnos a muchos. Su potencial como concursante es enorme y no soy capaz de prever hasta dónde va a llegar. Apunta a que su concurso puede ser mítico si dejamos que lo sea manteniéndola en la casa. En el poco tiempo que lleva ahí no ha parado de crear frases dignas de ser recopiladas y figurar en los anaqueles para la historia del programa.
Creíamos que estaba loca y ahora vemos que no es así. Ha protagonizado las conversaciones más interesantes, como una de ayer domingo con Isa. Aramís es una abrupta bofetada de realidad trufada con ese universo inventado que se me antoja divertidísimo. Entre romances inventados, ya sea con Obama, Al Pacino o el conde Drácula, Aramís suelta perlas imperdibles. Unas atraviesan mi razón y otras dibujan en mi rostro una abierta sonrisa. “Los sueños casi nunca se cumplen”, afirma en un momento determinado y sentencia en otro: “La vida se aprende a hostias”. ¡Boum! Realidades no tan incómodas, pero que casi nunca se dicen. “Ahora dicen que han encontrado agua en Marte, ¿a mí que diablos me importa Marte si no puedo vivir aquí en paz?”, dice Aramís haciendo explotar el termómetro que mide el sentido común.
Aramís habla abiertamente de que ha llegado al nirvana practicando sexo anal. Por un instante se hace el silencio en la casa. Sospecho que no saben si es demasiado sincera o una provocadora. Tal vez sea las dos cosas. No se está cortando Aramís un pelo a la hora de poner a todos en su sitio. Y lo hace de tal forma que apenas aparenta ofensa. De Mónica dice que “cuando mira escudriña”, y con Isabel utiliza la ironía: “No hables tanto, que me mareas”. Con Suso se ha cebado bastante, como cuando le pide el concursante que defina a todos con un adjetivo y empiece por él, a lo que Aramís responde: “subnormal”. En otro momento le pide Suso que le insulte y debe escuchar cómo lo llama “inteligente”. Darek, al que Aramís considera el “animal más bello” que ha conocido, también soltó su perlita sobre Suso: “Cuando estaban presentando a los concursantes y le vi pensé: ‘este va a ser el tonto’”.
El único fallo de Aramís es que duerme muy temprano. Y eso que, según ella misma ha contado, acostumbra a permanecer en vela por las noches. En su ambiente acostumbra a estudiar por la noche, pero en la casa de Guadalix duerme. Ella es consciente de su fallo, por eso decía la otra noche: “No estoy satisfecha conmigo. No lo estoy haciendo bien. Estoy tan cansada. Me acuerdo cuando tenía 25 años y podía con todo. Es increíble cómo la vida te va dando sabiduría, pero quitando fuerza física”. Escuchando esas palabras se entiende todo mejor.
Puestos a resaltar fallos y hablando de Aramís, tampoco me gustó anoche intentando frenar el conflicto entre Mónica y Miriam, pidiendo que lo recondujeran por el camino del respeto. Es sensato, pero sabemos que los guardianes de la moral y la buena conducta no son bienvenidos en esa casa. En el improbable caso de que sus palabras pudieran contribuir a mejorar la convivencia está claro que eso también nos quitaría diversión. Que nadie toque nuestros juguetes, por favor. ¡Un poco de respeto!
El encuentro entre Mónica y Miriam tuvo la intensidad dramática que habíamos imaginado. Mónica jugó la baza de aparecer ante la audiencia menos ordinaria y con mejor estilo que Miriam. Buena jugada, aunque tampoco parece muy complicada. En la casa recibió la felicitación de Suso, que se puso contra Miriam de partida. Los demás tampoco recibieron mucho mejor a su nueva compañera. Esa es una batalla que no se gana en la primera noche. Miriam quedó peor que Mónica y parece tenerlo mucho más complicado con sus compañeros. Pero precisamente esto puede ser una suerte para ella.
Si toda la casa se vuelca en apoyar a Mónica, este jueves nominan a Miriam y la dan un poco de lado se habrá convertido en una víctima y despertará la compasión entre la audiencia. Eso sí que sería un pasaporte a la final o, cuando menos, a su permanencia en el concurso. Dependerá de cómo sepan jugar las dos sus cartas. Mónica anoche permanecía compungida y con ojos llorosos, lo cual apunta a que quiera disputarle el papel de víctima a Miriam. Se vislumbra una batalla de gestos, lo cual se explica porque el conflicto entre ambas concursantes es artificial y forzado. A las dos les interesa el enfrentamiento. De no ser por esto no estarían ahí.
La entrada de Miriam ha sido uno de los acontecimientos del fin de semana, esperado desde el jueves. Más inesperado ha resultado el abandono voluntario de Oriana, aunque en mi primer escrito de la temporada, crónica de urgencia de la gala de presentación, ya predije un posible mutis por el foro de esta concursante. Oriana se ha marchado por la puerta de atrás dejando algo peor que la sensación de estar incapacitada para este género televisivo llamado reality. Es mucho peor porque el sábado pudimos comprobar que tiene los suficientes pocos escrúpulos como para pedir en directo que le quiten la sanción por abandonar. Pretendía poner condiciones a su abandono. Pocas cosas tan bochornosas he podido presenciar en los 18 años de este programa.
Agradecí que anoche no estuviera en plató, y desearía que esto fuera así durante el resto de la edición. No era fácil el papel de su madre, obligada a defender lo indefendible. Hubiera agradecido en todo caso que no intentase engañar a la audiencia contando la experiencia de Oriana en realities chilenos como un paseo triunfal. Puede que dijera alguna verdad, pero omitió que allí también abandonó una vez, además de ser expulsada por agresión física y verbal, según me cuentan. En Supervivientes le dieron una segunda oportunidad y no aguantó ni 24 horas. Lo dicho, su incapacidad es manifiesta.
El gato responde
Me dice una amable seguidora en Twitter: “A ver lo que duras en Gran Hermano”, como un fatal presagio con visos de tener algo de malicioso deseo. Debe ser porque 16 años comentando este bendito programa le parece poco. Salvando las distancias, es como cuestionar a Raphael si va a durar mucho en el mundo de la música. ¡Pero si lleva toda una vida cantando! Era fácil prever cuando empezaba que lo suyo sería duradero. En mi mucho más modesto caso ni yo mismo imaginé que estaría a estas alturas dando todavía la turra con esto. Me alegro, en todo caso, de que a la amable seguidora le parezca poco. Creo que es muy buena señal.