Alexia se boicotea a sí misma
No es la primera vez que vemos usar la estrategia de Alexia, y probablemente no será la última. Pero no la estaríamos ayudando si miramos hacia otro lado o mostramos una actitud complaciente ante una forma de vivir el concurso no prevista. Cada uno tiene su manera de afrontar esta aventura, pero siempre con respeto. Alexia se boicotea a sí misma, con lo que falta al respeto a la audiencia y al equipo que realiza el programa. No importan sus objetivos, siempre legítimos, sino el modo que ha elegido para intentar conseguirlos. Estamos ante una persona sana, que ha pasado todos los estrictos controles antes de volar hasta Honduras. Si digo que no tiene ningún trastorno alimentario es porque no me cabe duda de que en otro caso no estaría ahí. Por otro lado, hacer diagnósticos alegremente es muy peligroso.
Digámoslo con claridad: Alexia no come porque no quiere. Nadie tiene más información al respecto que sus propios compañeros, y en ningún momento aluden a otra cosa que los gustos de esta concursante o su decisión de no comer. Cuando Alexia dice que si come vomita está faltando a la realidad. Lo pudimos comprobar este domingo. No la vimos vomitar la pizza, y tiempo tuvo de hacerlo. Todo el que se tomó para masticar con meticulosidad y tragar sin agobios. No tratemos de enfermo a quien no lo está. Ni Antonio Canales es un inválido ni nada hace temer por la salud de Alexia. Los dos tienen en común que usan padecimientos inexistentes o exagerados para intentar lograr sus objetivos.
Si el objetivo de Alexia es irse pronto a la isla del pirata Morgan nada que decir al respecto, aunque sí sobre los métodos empleados, porque jugar con la salud no está nada bien. Peor aún si lo que quiere es ser evacuada de la isla u obligada a abandonar el programa, puesto que en tal caso estaría haciendo una trampa demasiado fea. Una cosa es apelar a la compasión de la audiencia y jugar la carta de la pena, como hizo Antonio el domingo anterior, y otra engañar sobre su estado de salud. Digo más, no solo pretende engañar a la audiencia y al programa, sino que proyecta sobre este una sombra de duda sobre si está recibiendo la conveniente atención médica.
¿Qué puede hacer un médico ante un caso como el de Alexia? Poco más que intentar convencerla de la necesidad de beber el isotónico y hacer por comer el mínimo establecido por el programa, su ración de arroz o legumbres junto al complemento que el grupo decida cada día. Si no toma ese mínimo alimento y no bebe lo suficiente estará poniendo en riesgo su salud, y bien podría dejar de ser la persona sana que llegó a cayos Cochinos. Obviamente, el equipo médico no va a permitir que suceda tal cosa, pero Alexia debe colaborar. Teniendo otra actitud podría haber saltado del helicóptero hace un par de días en lugar de Palito. Y si lo que quiere es marcharse que abandone, pague la sanción y a otra cosa mariposa.
Entiendo y agradezco que el programa le ponga la prueba de la pizza, entre otras cosas porque nos ofreció una valiosa información. Por ejemplo que Alexia no estaba dispuesta a comer rápido para que sus compañeros tuviesen más minutos en la prueba de recompensa. También que comer puede comer. Pero iremos mal si seguimos dando privilegios a quien peor actitud está demostrando. En algún momento temí que al terminar su porción de pizza le preguntaran si deseaba un pitillito. No merece premio alguno quien se boicotea a sí misma, deja de comer o de beber el isotónico, pone en duda de manera sibilina que esté siendo bien atendida y se hace la mareada en cuanto ve una cámara delante.
Otra opción, no valorada hasta ahora, es que las improvisaciones gastronómicas de Carlos Alba hayan superado completamente a Alexia. Poco se está hablando de la escasa variedad propuesta por el chef, ese ganador nato que no deja de perder en Supervivientes, a la hora de preparar el menú. Está claro que muchos recursos no tienen, pero no le veo salir del ceviche y el pescado crudo con jalapeños. Debe sentar como una patada en la tripa tomar ese plato estando con el estómago vacío. Desde la sopa alucinógena de Cuca García de Vinuesa, bien cargadita de caracolas, no había visto nada más sospechoso que llevarse a la boca. Ahora que pueden hacer fuego y a Palito no se le da mal imagino que estarán mejorando la oferta.
De las capacidades de Carlos entre los fogones no puedo dudar en absoluto. Seguramente se le de mejor cocinar que asumir la derrota. “No sé qué estoy haciendo mal”, “No sé qué verá malo la audiencia”, decía delante de sus compañeros tras quedarse de nuevo sin saltar. Lo que él mismo vio como algo evidente una semana atrás tiene problemas para asumirlo ahora. Recomendó elegir a Antonio en lugar de hacer que él mismo saltase del helicóptero, pero es ante Palito cuando parece humillado y le consumen las dudas. “Lo que me está doliendo es que la gente no está viendo cómo soy, están viendo que soy egoísta y malo”, sigue diciendo Carlos. Se siente mal no tanto por no poder ser un concursante completo, sino más bien por la falta de reconocimiento. Según Rousseau está en nuestra naturaleza necesitar del reconocimiento, pero Hegel va más allá y dice que el individuo necesita (no como una cosa aprendida, sino como condición de su humanidad) la admiración del otro.
No sé si para hacer un buen papel, e incluso ganar, este concurso, es necesaria la admiración de la audiencia o basta con su reconocimiento. A Carlos le reconoceremos sus méritos como superviviente, si es que no lo hacemos ya, pero para ser admirado igual tiene que cambiar algunas cosas. Bien podría empezar por aprender a fracasar, no burlarse de sus contrincantes por ser incapaces de hacer aquello que ni siquiera él mismo había demostrado saber hacer y considerar por igual a todos sus compañeros en esta aventura. Puede empezar por ahí y ya vamos viendo.
Encontraron el primer mensaje en una botella y, como seguramente pase siempre, venía con premio. Fue Omar quien localizó el tesoro, aunque por un problema en sus oídos no pudo sumergirse para alcanzar la botella. Debe ser un fastidio dedicarse profesionalmente al surf y no poder sumergirse sin poner en peligro los oídos. Alejandro fue quien finalmente agarró la botella y leyó el mensaje. Solo él podrá usar durante la semana gafas y tubo para intentar pescar. Si los supervivientes vieran lo poco que les cuesta pescar a los encallados y los ejemplares bien hermosos que consiguen cada día igual se planteaban pedir pasar unos días en el lado malo de la historia.
Digo que el barco es el lado malo sin tener en cuenta a la desterrada Lola. Se podría pensar que se le está poniendo todo en contra, pero no es tanto así. A su favor tiene una personalidad que enamora, y la audiencia está teniendo una ocasión muy especial para poder apreciarlo. En cualquiera de los otros dos grupos podría quedar ensombrecida por algunas personalidades fuertes y acaparadoras. Sin embargo, la soledad de isla Destierro le da a ella todo el protagonismo (el Horus de cartón no cuenta). El problema es que a Lola le está costando acostumbrarse a la situación. Allí se enfrenta a uno de sus más odiados fantasmas: la soledad.
Volviendo al pensamiento de Rosseau del que hablé antes, decía lo siguiente sobre la soledad: “El salvaje vive en sí mismo, y cree que no necesita a nadie; el hombre sociable vive en manada y obtiene de los demás protección y reconfirmación de su existencia, aplauso o alabanza. El verdadero ser humano se relaciona porque solo así tiene sentido su vida”. Es otra vez lo mismo: si estamos solos nadie nos podrá demostrar reconocimiento, admiración o ambas cosas a un tiempo. Aunque en este caso tiene Lola esa catódica cuarta pared que son las cámaras. Y detrás a la audiencia, pendiente de ella.
Moleskine del gato
Voy a quitarme el traje de Jorge Bucay que me he puesto para escribir lo de hoy, que ya estoy con las notas finales.
A Lola también le preguntaron quién cree que debería convertirse en concursante de pleno derecho y eligió a Palito. La sumamos al grupo formado hasta ahora por Melyssa, Alejandro y Antonio. Además, por supuesto, de la propia Palito. Con la duda de Antonio (cargante muchas veces, pero imprescindible otras) se me antoja como un grupo invencible. Lástima que Alexia no quiera formar parte, pero aún está a tiempo de cambiar, y entonces tocará olvidar lo pasado hasta ahora.
Esta noche tenemos Tierra de nadie y la segunda ceremonia de salvación. ¿Quién se librará del yugo de la nominación? ¿Tom, Melyssa, Alejandro o Antonio? Además, otra prueba de recompensa y muchas cosas más.
Y termino con una pregunta que me quema: ¿Por qué diablos una mayoría de colaboradores llama “Ton” a “Tom”? Es que no puedo.