Sofía y Alejandro hacen ver en las galas que hay un continente y varios océanos de separación entre ellos, aunque luego en el día a día se hablan y todo. Es una vieja rémora que arrastran desde que nos hacían creer que no eran novios, pero lo eran. Se notaba cuando a Alejandro se le escapaba llamar a Sofía “mi novia”, así como al ver y escuchar los inequívocos signos de que estaban teniendo sexo bajo el edredón. En conclusión: ellos siempre nos hacen ver una realidad distinta, lo tienen por costumbre.
Anoche en el Debate un espectador hacía la mejor pregunta nunca vista a un concursante. Iba para Alejandro y decía lo siguiente: “Frente a ti hay dos puertas en la final. A tu izquierda el maletín con 100.000 euros, a tu derecha Sofía con un cartel que pone SÍ. Solo puedes abrir una puerta, ¿cuál abres?”. Enhorabuena a @jjohnnyvigo por plantear un dilema tan capcioso. La respuesta de Alejandro fue: “Quiero ganar, no quiero estar con Sofía”. Por si había dudas de la contundencia de su elección añadió: “Pero si en lugar de ese premio hay un euro también me iba al euro”.
Sofía reacciona tarde todo el rato. Esperó a una siguiente conexión para aclarar que ella también elegiría el premio. Tarde, Sofía. Luego hizo lo mismo cuando Jordi González preguntó a Alejandro en los posicionamientos si se pondría detrás de María Jesús o de Sofía. Se lo tuvo que pensar un poco, pero una vez descartado que pudiera ponerse detrás de las dos se decantó por Sofía. Y vuelta a reaccionar con retardo. Esperó un poco antes de decir que ella también se pondría detrás de Alejandro. Siempre tarde, Sofía.
Tal vez lo de menos sea el retraso de Sofía. Quiero decir, que no se le ocurra dar el golpe de efecto en el momento, sino con un ligero retraso en el tiempo que le resta brillo a la respuesta. Peor que eso es la sensación que deja ante la audiencia de estar ante un grupo de escolares de primaria diciendo aquello de “tú más”, a lo que el otro responde “y tú infinito más uno”. El intento de Sofía es en vano porque cuando Alejandro dice que se posicionaría contra la que fuera su pareja se escucha mayoría de aplausos y, sin embargo, ante la respuesta de ella hay más abucheos que otra cosa.
Sofía y Alejandro acostumbran a hacernos ver una realidad distinta, pero fíjate que en este caso de elegir entre el maletín o recuperar la relación creo que no nos están queriendo engañar. Cansado a estas alturas de pasar mi particular polígrafo renuncio a hacerlo ante la afirmación de ambos respecto a este tema. Y también cuando Sofía dice que ve a su madre futura presidenta del Gobierno. Mi lógica me diría que estaba de broma, pero no las tengo todas conmigo. ¿De verdad estaba hablando en serio? No puede ser. Maite de presidenta sería un regalo para los cómicos de este país, y un castigo para el resto.
Cuando Maite quiere poner en vereda a su hija la tira de la oreja, como vimos el pasado miércoles. Después de eso nada me parece extraño. Ni lo de que la vea presidenta, ni que la considere una persona ejemplar. “Ojalá hubiera más personas como mi madre”, decía. Ella la admira por ser dura y realista. Y si dijera lo contrario igual se llevaba otro tirón de orejas, en las dos al tiempo esta vez. Sofía no quiere que podamos pensar que hace lo que dice su madre. Eligió mal momento para intentar convencernos de esto. Ella y Alejandro nos han demostrado lo contrario con su último cambio de actitud después de las visitas familiares de la semana pasada. En eso no se tienen nada que reprochar, aunque él se atreva a ello. Personalmente agradezco las gestiones porque así nos están ahorrando escenitas que hemos visto más veces repetidas que Verano azul.
Acusar a Alejandro de querer solo el maletín es como decir que el resto han ido a vivir la experiencia, y eso no cuela desde hace tropecientas ediciones. Todos quieren el premio final, aunque algunos no parezcan esforzarse por conseguirlo. Tal vez en estos casos sea aplicable aquello que decía el principal representante del ‘realismo sucio’, Charles Bukowski: “Mi ambición se ve obstaculizada por mi pereza”. Tan alejado de la realidad es no reconocer que persiguen el sueño de ganar como decir que no se ven ganadores. En esto el único que tiene la actitud exigible al concursante es Kiko.
Kiko dice “yo me veo ganador”, y parece que estuviera inflando el ego. No, simplemente está siendo sincero. Quedarán solo cinco concursantes tras la expulsión del jueves. Tienen todos cerca el maletín. Las probabilidades son altas, por lo cual carece de sentido decir que va a ganar un contrincante. No es prepotencia, ni exceso de seguridad en sí mismo. El iluso no es Kiko por creer que puede ganar y proclamarlo a los cuatro vientos. Ilusos los demás por no aceptar la idea. Ilusos o, tal vez, hipócritas.
No olvidemos que Kiko tiene dos de cinco posibilidades de llevarse el premio a casa. La sinrazón hace a algunos hablar de los privilegios de este concursante. Si los tiene no será porque esté a su lado Irene. El concurso está planteado así. Entraron en parejas o tríos, algunos eran amores actuales y otros pasados. Incluso había algunos mediopensionistas. Quedan en la casa dos de esas parejas iniciales, pero solo una lo es en realidad. Que Kiko e Irene tengan dos de cinco posibilidades de ganar es porque los demás concursantes solo nominaron a Irene una vez y dos a Kiko. Y porque la audiencia no ha decidido expulsarlos.
Sofía ha hecho un concurso horroroso, en su primera parte tanto como en la segunda. Pero creo que tiene tanto derecho como los demás a llevarse el maletín. Si no fuera así la repesca carecería de sentido. El concursante repescado vuelve para ser concursante de pleno derecho, es decir, con todas sus consecuencias. Carecería de sentido volver a entrar en el juego, pero con la condición de no poder ser el ganador. ¿Cuál sería el papel de ese concursante? Para algunos Sofía ha vuelto para ser mera comparsa, absurdo planteamiento. La audiencia decide, pero si Sofía no merece llegar a la final es por otras razones que nada tienen que ver con que haya pasado tres semanas fuera. Otra cosa es que nunca haya ganado un repescado (no, Bea no fue repescada, tampoco quien entró más tarde siendo reserva).
Al listado de falsas creencias relacionadas con Gran Hermano añado que no todos los concursantes concursan para llevarse el premio final y que no es justo el triunfo de un repescado. Y vista la actuación de la prueba semanal también hablaría de la falsa creencia de que merecen superarla. Por lo menos que sea justo ese lacerante 87 % de votos a favor. La actitud era buena, pero la ejecución ofendía un poco a los sentidos. Casi tanto como en la actuación posterior de Kiko. María Jesús prefirió no ajustarse al título de la canción (Mentirosa) y presenció la actuación con cara de palo. A poco estuvo de hacer cómo que vomitaba. Ah, no, que ella nunca ha hecho eso, y juró que jamás lo volvería a hacer.
El escaso entusiasmo de María Jesús es básicamente porque el jueves fue descubierta gracias a la poco casual coincidencia de mensajes por parte de los familiares de Kiko e Irene. La representante de Kiko y la hermana de Irene les avisaron el jueves mientras nominaban de que María Jesús les pone de hoja perejil en el ‘confe’ y luego da su mejor cara fuera. Y esto motiva que estemos otra vez dándole vueltas al exasperante tema sobre si es lícito usar la sala de confesiones como una herramienta más del juego, lo cual es más que evidente.
Seamos sinceros y digamos la verdad de una vez por todas: nos parece bien o mal que un concursante vaya al ‘confe’ a destripar a sus compañeros y luego les ponga buena cara dependiendo de si merece o no nuestras simpatías. No hay más. Alonso Caparrós era criticado por dar una cara nominando en el ‘confe’ y otra en la casa. Ares Teixidó ponía verde a Olvido Hormigos en el ‘confe’ y luego iba a hablar con ella como si nada. Irma Soriano era la teatrera reina del ‘confe’ que se convertía en una persona humilde y sencilla en la casa. Hay muchos más, pero pongo tres ejemplos de ediciones de famosos. Tres actitudes que defendemos o criticamos dependiendo de quién se trate.
El confesionario es un sitio ideal para que los concursantes hagan cómplice de su juego al espectador, no para engañarle. Igual que en un examen solo se permite copiar si no se entera el profesor, en este juego solo puedes engañar a la audiencia si logras que no te pillen. Ejemplos hay reconocidos por el propio concursante (¿verdad, Pepe Herrero?). Si logran engañarme les hago la ola. En cuanto a que hagan lo propio con sus propios compañeros solamente comporta el peligro de ser descubierto, como ha pasado en esta ocasión por la astucia de unos familiares. Lástima que no les muestren los ‘confes’, porque la cosa se animaría en estos días de silencio y tranquilidad en la casa si le enseñaran a Kiko lo que dijo Sofía sobre su madre y los “pantojitas”.
También estaba María Jesús lógicamente molesta porque Kiko volvió a repetir lo de que si calienta o deja de calentar. Y ahí sí que estoy del lado de María Jesús porque cada uno calienta lo que puede y le dejan. ¡Pues no faltaba más! Sin necesidad de recurrir a encasillamientos innecesarios se puede decir que Kiko se equivoca en eso y demuestra que es un antiguo. No vale el pretexto de que María Jesús se ha llamado “calentona” a sí misma. Es como si Kiko reconoce que canta de pena, lo cual no significa que deje de sentarle mal si alguien se lo dice casi como insulto. Mal comparado.
Moleskine del gato
Una vez abierta la lista de falsas creencias muy extendidas, repito que Irene no se ha posicionado siempre contra María Jesús. Solo lo ha hecho 3 veces (semanas 4, 8 y 10). Una mentira no se convierte en verdad por mucho repetirla.
La mayor expectación ante la visita de Carolina Sobe al Debate estaba en su enfrentamiento con Miguel Frigenti, a quien no paró de mencionar en la casa. Ahora resulta que se han bloqueado mutuamente. Es una torpeza que los concursantes bloqueen opiniones contrarias, mucho más útiles que las favorables. Miguel es un fantástico comentarista del reality, y haría bien Carolina en tener en cuenta su opinión. Parece falsa la excusa de que no ha estado llevando ella las redes durante su encierro y todavía sigue sin hacerlo, porque a este humilde gato escribidor le bloqueó hace eones. Pero bueno, también lo hizo Kiko Rivera. ¡Y Nagore!
Los porcentajes ciegos estaban así al comienzo del debate: 44,1 %, 43,5 % y 12,3 %. Y así al finalizar, con sorpasso entre los dos porcentajes mayores, muy ajustados en todo momento: 43,1 %, 44,7 % y 12,2 %. Sospecho que Sofía y Alejandro se están arreando duro también en los votos.