Mila está satisfecha con el concurso que está haciendo, y piensa seguir así. Con sus amenazas de abandono (varias al día), sus quejas y su rebeldía. No solo los muy jóvenes son rebeldes. “Lo voy a vivir con todo, con mis 'me quiero ir', mis 'me quiero quedar', mis ataques de ansiedad, mis ataques de me vengo arriba. Voy a ser yo y no voy a dejar de serlo porque me pongan un tuit”, decía Mila en referencia al mensaje de un espectador que pudo leer en el Debate.
Mila piensa que lo está dando todo y no miente cuando describe sus muchas labores. Ayer mismo la vi fregando platos y lavando bragas, lo cual no es una tontería porque las condiciones en las que lo hacen son miserables. La he visto hacer más cosas que a algunos otros concursantes a los que triplica la edad. Pero, claro, tanta autocomplacencia escama. Por esa arrogancia, el orgullo exagerado y la abrumadora confianza en sí misma pareciera aquejada del mal de Hubris.
El mal de Hubris es un síndrome que suele manifestarse en los políticos o aquellos que alcanzan el poder. “El poder es dulce, es como una droga y el hábito incrementa su deseo. El poder intoxica”. Así definía el poder el filósofo Bertrand Russell. Ejercer posiciones de poder durante periodos prolongados implica el riesgo de padecer el mal de Hubris. Síntomas claros son el exceso de confianza, tajante rechazo de las críticas o narcisismo desmedido. Algunos dicen que es el mal de los que piensan que todo lo hacen bien. El poder de Mila emana de donde ella procede y son los demás quienes realmente la hacen poderosa. No tanto por miedo, como se piensa, sino por ambición.
Ayer se dolía Mila porque ya en otras ocasiones se ha cuestionado si le tienen miedo y llegaron a hacer un polígrafo para comprobarlo. Que ahora la acusen de ser la emperatriz de Guadalix y estar rodeada de palmeros (cosa habitual entre los poderosos) le hace temer que vuelva a amenazarla la sombra del miedo. Está claro que la mayoría de la casa la consideran intocable, aunque no es previsible que vaya a ser así todo el tiempo. Pero ya digo que no es por miedo. El que más y el que menos piensa en su proyección televisiva y sabe que congraciarse con Mila y su universo puede ser su tabla de salvación, por así decirlo.
Mila no tiene culpa de estar rodeada de palmeros, concursantes sumisos ante la emperatriz que piensan en el futuro y esperan conseguir algo por ello. En principio, esto afecta principalmente a los demás. Eso pensaría si no fuera porque Mila ha pastoreado y los demás se han dejado pastorear. En cualquier caso, sea o no su culpa, lo pretenda o no, le otorga más poder, contribuye a la desmesura e incrementa su protagonismo. No en vano, el nombre del mal de Hubris viene del teatro en la Grecia antigua, donde aludía particularmente a la gente que robaba escena. Me dirán algunos que Mila no tiene poder realmente, pero bastaría con creerlo, o que otros se lo crean.
A muchos poderosos se les ha ido la cabeza. El emperador romano Claudio se obsesionó con la idea de que los demás pudieran reírse de su tartamudez y aerofagia. Entonces promulgó un edicto que obligaba a sus cortesanos a tirarse dos ventosidades por cada una que se le escapase a él. Calígula nombró senador a su caballo. Antonio López Santana, presidente de México, hizo enterrar su pierna amputada con honores de funeral de Estado. Y Jahangir, gran mogol de la India, tuvo un harén con 300 esposas, 5.000 sirvientes mujeres y 1.000 jóvenes que satisfacían todos sus caprichos. Al lado de estos ejemplos, lo de los palmeros de Mila parece más bien poca cosa.
Si leyeran estas líneas en la casa añadirían este síndrome de Hubris a otros conocidos. Ayer Mila explicó el síndrome de Estocolmo, Gianmarco el de Stendhal y Anabel el de Diógenes. Una prueba de la arrogancia de Mila es su confianza en que llegará hasta el final del concurso, aunque diga lo contrario. “Desde ayer lo tengo claro, no tengo posibilidades de llegar a la final, y mucho menos de ganar. Así que vivo el concurso con mucha más tranquilidad. Voy a hacer mi trabajo y mi concurso. Donde llegue he llegado. Me va a dar igual”, le dijo a Anabel. Dice creer lo contrario, pero es traicionada por su subconsciente.
Así contaba ayer Mila a Joao y Nuria sus intenciones al salir de la casa: “Cuando salga de aquí no quiero escuchar ni un ruido. Hay un hotel que era una antigua hacienda y han hecho todo suites. Caro, muy caro. Es una finca al lado del mar. Una playa privada en la que no hay nadie. Una maravilla. Es verdad que no hay una habitación por menos de 900 euros. Pero es que me va a dar igual. Es que me voy a ir una semana. Solo una semana porque tengo a los niños. O me llevo a los niños en Navidades, no sé”.
No sé si se habrá dado cuenta el lector de lo que dice Mila. Si leemos entre líneas podemos ver que habla de irse a un hotel caro cuando salga, expresando su duda sobre si hacerlo sola o con compañía. Todo ello en… Navidades. Ergo, cuenta con salir de la casa para fin de año, justo cuando termina la edición. Un rato antes decía que no pensaba durar mucho en el concurso, pero ya sabemos que no es cierto.
Otra cosa es que no pretenda llevarse el premio dada su abultada fortuna económica, que ayer cifró ella misma en once millones de euros. Parece que todo cambió en su vida cuando leyó el ‘Libro de oro de Saint Germain’, obra del hijo del último rey de Transilvania, experto en enseñar a trabajar el “yo soy”. Pues ya estaría cerrado el círculo, ¿no?
Dije antes que Mila pastorea, aunque parece que se propone hacerlo menos. También ahí está descubriéndose, porque no se puede decir que no es su culpa tener palmeros y luego reconocer que va a dejar más libertad a El Cejas. “Después del tuit (del domingo) he dejado a El Cejas que vaya un poco más por su lado y se organice con otros, porque yo le protegía mucho”, confesó esta madrugada a Joao. O sea, está dejando la correa un poco más larga a sus mascotas. O algo así.
El angelito al que Mila dio ayer un poco de libertad, Diego de nombre y El Cejas de sobrenombre, dijo ayer esta lindeza: “A la tía que conozco en un reservado y se va conmigo a la cama la primera noche no la quiero para mí”. Ante el pasmo de quienes escuchaban, mujeres todas ellas, le vi nervioso. Luego quiso matizarlo, no sé si por explicarse mejor o porque se había dado cuenta de la inconveniencia de su afirmación. Parece que su rechazo a tener algo serio con una chica con la que ha tenido sexo la primera noche es por su gran desconfianza. Se le acercan muchas chicas y duda si es por ser un personaje famoso.
Quiere decir El Cejas que las chicas con quienes no se va a la cama la primera noche no van con él por ser famoso. Me gustaría saber cuál es la medida, cuánto ha de demorarse la coyunda para empezar a confiar. Por otro lado, ¿acaso se cree una estrella de Hollywood? Ni con todos los matices que le ponga se puede blanquear su afirmación. A veces los más jóvenes resultan ser también los más retrógrados. Aunque si le afeo algo no es que piense una cosa u otra, sino su inmensa torpeza de decir algo así. No está hablando con sus coleguitas sino rodeado de cámaras y somos muchos los perturbados que vemos esto todo el santo día.
La periodista Irene tiene alguna laguna preocupante. Ayer afirmaba que el golpe de Estado de Tejero fue en 1978. “¿Según murió Franco fue el 23 F?”, preguntó Alba con incredulidad, aunque semejante desconocimiento. Irene respondió primero que sí, aunque debía estar bastante poco segura porque pidió que cambiasen de conversación. Supongo que no quería quedar en evidencia, aunque no renunció a un segundo intento. “No, creo que fue el 76”, dijo. Entonces se le debió encender la lucecita y cuando Mila aseguraba que debió ser en el 82, porque ese año se casó ella, empezó a apostar por el 81. Por fin. Acertó a la tercera.
Para Estela fue uno de los pocos tuits positivos que leyeron el domingo. A pesar de eso, no pasó ayer un buen día. Está desconcertada con Dinio porque no entiende su humor. Pretender saber diferenciar cuándo Dinio habla en serio y cuándo está de broma es lo más fácil del mundo: siempre está de broma. Pero Estela todavía no se ha dado cuenta de ello. Ayer habló con él y terminó llorando. “Kiko Matamoros me dijo que te cuidara”, le dijo Dinio. Estela respondió: “Pero si yo ni conozco a Kiko”. La relación entre estos dos no parece que vaya a ser fácil
A Estela por lo menos no le enseñaron un tuit preguntando si no está preocupada de ser menos protagonista que los muebles de la casa. Ese tuit fue para Nuria, y todavía no la he visto reaccionar. Nuria quiere que Joao lea su mano y le diga lo que ve respecto a Omar y ella. El interés por el exconcursante no es incompatible con que contemple la posibilidad de tener algo con Gianmarco. “De novio no, pero tener algo podría ser”, confesó Nuria. Di que sí. Casi toda la casa piensa que es Nuria quien más posibilidades tiene con el italiano. Descartada Irene, la posibilidad de que tuviera algo con Anabel, que interrumpió la preparación de su boda al entrar en la casa, solo forma parte de una fantasía. Como fantasía es buena, no he de negarlo.
Corea central
Inauguro hoy sección con nombre de un país inexistente para expresar algunas dudas sobre lo observado en la casa.
¿Puede ser que Mila decidiese el domingo hacer huevos revueltos porque los huevos fritos no le estaban saliendo ni medio bien? El huevo revuelto es lo menos comprometido en cuestión de huevos.
¿Es posible que ayer Alba contase que hace un tiempo tuvo una oveja llamada Pelusita Pres (¡Pelusita Pres! O Pelusita Press, agencia pastoril de noticias) y tuvo que deshacerse de ella porque como animal doméstico era un desastre y hacía sus necesidades por todas partes en cualquier momento? ¿Es verdad que lo contó o lo he soñado?
¿Por qué se extrañan tanto casi todos de que Hugo diga primero que no come habitualmente crema de cacao y al día siguiente lo está tomando con aparente gusto? ¿No es algo parecido a que Estela diga: “Para que yo esté desayunando, que nunca lo hago…”?
¿Gianmarco saca un cepillo de dientes del bolsillo y lo introduce en su boca? ¿Lo vi bien?
Moleskine del gato
Hoy se salva uno de los nominados y la expulsión pasará a ser cosa de dos. Al contrario de lo que mayoritariamente se piensa en la casa, creo que la distribución de votos del domingo en la que destacaba un porcentaje muy elevado podría haber cambiado hoy. Sobre todo por la sospecha de que ya no se vota tanto como hace años (ni volverá a hacerse si no se abarata el voto). En los comienzos de edición todavía no se han levantado pasiones suficientes, lo cual anima menos a votar. Esto hace más fácil el cambio radical de porcentajes. Pero todos pensamos que el porcentaje mayor es de Hugo. Y Hugo da toda la rabia. Por eso no creo que haya vuelco, aunque posiblemente sí se hayan movido bastante.