Juan Miguel, concursante barbitúrico
Comienzo hoy los tradicionales daguerrotipos o retratos personales de los concursantes prefinalistas. El primero que voy a pasar por mi particular filtro es Juan Miguel, por lo que aventuro un escrito más breve de lo habitual. Tampoco creo que pueda sorprender a nadie. Seguro que es consciente el lector de lo que me va a costar hablar de semejante personaje. Lo llamo “daguerrotipo” en recuerdo a una vieja columna de Manuel Vicent en el diario El País. Ya sé que bien podría emplear los términos “retrato”, “semblanza”, “bosquejo” u otro. Pero igual utilizando “daguerrotipo” se me pega algo de una gran pluma como esa. Son ilusiones. Antes de eso quisiera describir un par de escenas de los últimos días en la casa.
No voy a intentar engañar a nadie, nunca lo he hecho. En la casa no pasa nada. Pero nada de nada. Los lunes son para ellos días horribles, y confieso que para mí también. Sin prueba y sin actividad pasan las horas muy lentamente. Especialmente siendo tan solo cinco en casa. A estas alturas del concurso tampoco suele haber apenas tramas. Los afortunados habitantes que aún quedan ahí dentro se limitan a vivir del recuerdo y la expectativa. Recuerdo de lo vivido durante casi tres meses y expectativa ante cuándo y cómo se producirá el desenlace de esta historia. Son días de nostalgia y ansia. Pero también de silencio y espera.
Ayer por la tarde estaban cuatro concursantes en el porche del jardín charlando. Y eso que en Madrid parece que volviera el invierno. Hacían bromas, vacilaban a Juan Miguel y pasaban como podían la jornada. Juan Miguel le reprochaba de forma retroactiva a Alejandro que un día le llamara “capitán oliva”, porque se untaba el cuerpo y la cara con aceite de la freidora para tomar el sol. Alejandro negó haber dicho nunca tal cosa y le cargaba las culpas a Antonio. Acusar al ausente es un buen recurso siempre. He dicho que estaban cuatro concursantes en el porche. Por tanto, el avispado lector se habrá dado cuenta de que faltaba alguien. María Jesús estaba en la cama.
Otra escena, en este caso del domingo. También estaban los mismos cuatro concursantes pasando el rato y María Jesús en la cama. Tapaba su cara con una colcha y, para mayor sorpresa, se la oía sollozar. Un rato más tarde estaba recostada en la cama, llorando mientras miraba unos efectos personales. Luego le contó a Juan Miguel que le había entrado un bajonazo porque se acordaba de sus hijas, lo cual es completamente normal. Tiene que ser más dura la experiencia para quien deja algo tan importante como dos hijos de corta edad. Esto se entiende perfectamente, pero la apariencia tanto el domingo como el lunes era la de casi siempre. Todos juntos, menos María Jesús. ¿La siguen marginando ahora?
Sé que por contar esto hay quien me volverá a decir que tengo inquina hacia María Jesús. Pero tan solo cuento lo que veo y digo mi opinión. Para tener inquina u odio hacia un concursante tendría que implicarme a un nivel mucho mayor, tal que sería incluso preocupante. Los concursantes son la base de este espectáculo. Sin ellos nada sería posible. Admiro y agradezco su generosidad por prestarse a ser observados con lupa durante un periodo de tiempo bastante prolongado. Pero ni son tan importantes para mí ni, por supuesto, gastaría un solo minuto de mi tiempo en odiarlos. Lo que más se lleva ahora es decir que no he sido tan severo en la crítica con ningún otro concursante. ¡Qué risa!
Llevo 17 años comentando este programa y es público todo lo que he escrito en este tiempo. Me hace mucha gracia el comentario, con el que seguramente no estarían de acuerdo Patricia Ledesma, Jesús Tinajo, Kiko Rodríguez, Carlos Hoya, Carolina Sobe, Laura Campos, Sonia Walls, Cristian Villaescusa, Juan Antonio Molina y otros muchos. Sin ir más lejos, Mónica Hoyos hace tan solo unos meses. Cuento esto y no puedo evitar recordar algunas anécdotas puntuales de todos estos años. Apuntaré tres de ellas para que el lector se dé cuenta de lo disparatado de decir que es María Jesús la concursante a la que he tratado de forma más crítica.
Veamos, Carolina Sobe fue expulsada en GH 11 por una desafortunada frase deseando un cáncer a determinado compañero. Esto sucedió de madrugada tras una gala y no salió en ningún sitio hasta que lo publiqué el lunes siguiente en este blog. A partir de ahí vinieron episodios como la denuncia de una lectora a la Asociación Española contra el Cáncer y una nota de repulsa de este organismo. Al jueves siguiente Carolina era expulsada por la audiencia. Desde entonces me guarda escasa simpatía. Estuve entre el público del plató en una gala de GH 12+1. Cristian Villaescusa me reconoció, se acercó desde su sitio entre los exconcursantes y me insultó gravemente a voz en grito. Mi pecado había sido decir libremente mi opinión sobre su concurso.
Y termino con otro concursante también de GH 12+1. Juan Antonio Molina pidió dos veces en directo que me quitaran este blog. La primera vez lo hizo su hermana y defensora en una gala ante Mercedes Milá. Luego el propio concursante insistió en la misma idea durante un debate, mientras lo entrevistaba Jordi González. Por suerte, no prosperó su propuesta. Mi pecado había sido el mismo en esta ocasión, igual que en tantas otras. Como ven, otros muchos damnificados anteriores rechazarían hoy la afirmación que se hace sobre mi supuesta especial inquina hacia María Jesús. En realidad, inquina ninguna. ¡Qué pereza! Tan solo escribo mi visión sobre las cosas.
Daguerrotipo de Juan Miguel
Hemos insistido mucho en una calificación acuñada para este programa, aquella que empleamos para referirnos a los concursantes menos activos. Decimos que son muebles porque se mimetizan con el entorno y parece que tuvieran menos vida que un aparador. Creo que ha llegado el momento de crear otro calificativo que defina a un tipo de concursante que siendo mueble va un poco más allá. Por eso titulo este daguerrotipo a Juan Miguel llamándole concursante barbitúrico, haciendo referencia a sus propiedades sedantes. No obstante, es mejorable el término porque en el caso de este concursante no siempre se acompañan sus propiedades sedantes con otras habituales en ese tipo de fármacos, que suelen ser también tranquilizantes y antidepresivos. No diré que me produce depresión verlo, pero en lugar de tranquilizarme confieso que llega a ponerme de los nervios.
Sobre todo, Juan Miguel me produce mal humor por pensar que nos hemos perdido un buen concursante a cambio de este auténtico muermo. No dudo que sea una fantástica persona, pero su aportación al concurso ha sido más bien nula. El jueves pasado afirmaba que debía quedarse en la casa porque ha sido el concursante que más ha hecho reír. Con acierto le rectificaba Alejandro, que decía: “No, ese es Antonio. Si acaso el que más cariño ha dado”. Me agarro a esto para reconocer en Juan Miguel que ha sido una persona cariñosa y servicial con casi todos. Siempre ha estado dispuesto a que pasaran todos por sus manos de peluquero y a cambio de nada. Ahora bien, gracioso pocas veces.
También ha sido Juan Miguel un cascarrabias bastante gruñón. Con Alejandro la tiene tomada y lo demostró el domingo una vez más cuando le reprochaba que hubiera fallado alguna de las preguntas de la prueba mientras él las acertó todas. Creo que es rezongón, pero se le pasa pronto. Y, en general, no sería justo negar que es una persona afable la mayor parte del tiempo. Huye del conflicto y después de 84 días ya sé que su escapatoria es tomar el sol. Se ha pasado las horas muertas tendido al sol como una lagartija. Es ahora cuando quiere corregir esa falta de actividad y se dispone a hacer un régimen express que le haga adelgazar algo. Pero por mucha cinta que haga y poco que coma, sospecho que ya es tarde.
Su plan inicial no era muy elaborado, pero tampoco ha tenido capacidad de reacción para rehacerlo. Aparte de piropear a los presentadores, a lo cual sigue entregado, su principal plan era tener una forzada historia pasional con Yurena. No me invento nada, se vio perfectamente cuando al tercer día dormía cogido de su mano, se daban piquitos, tenía sueños húmedos con ella y hasta llegó a hacer planes de futuro a su lado. Demasiado precipitado todo. Demasiado increíble. Demasiado burdo. El problema de Juan Miguel es que pronto se quedó compuesto y sin pareja.
El dúo formado por Juan Miguel y Yurena es el primero que se rompe en esta edición de parejas. Antes de la expulsión de Yurena había salido Fede, pero este formaba trío con Ylenia y Raquel. Con Yurena se marcharon todas las esperanzas para Juan Miguel, que se refugia entonces en sus labores de peluquero, el sol y poco más. Lo dije en mis segundas impresiones: “Juan Miguel es el viudo que se quedó sin una Yurena con la que vender carpeta fake. Ahora solo le queda piropear a los presentadores y peinar a todo el que se preste. Ha peinado incluso a los bebés de la prueba”.
Solo María Jesús acude a su rescate sabedora de las principales claves para ser un concursante ganador. Ella lleva aprendido que nada más efectivo que ser una víctima enfrentada a la mayoría. También funciona proteger al más débil y hacer férrea asociación con él. En este caso el débil es Juan Miguel. Y de esta forma María Jesús logró ser sucesivamente sufridora y heroína después de haber sido villana con Julio. Probablemente le hubiera valido a Juan Miguel esta asociación, pero para ello tendría que haber evitado dar la sensación de esconderse como un caracol. No solo se hace el tonto, sino que le sale fatal. Lo último que se ha observado en él ha sido que se hace el sordo. Lo dejó claro el ‘súper’ el domingo cuando durante una conexión con el Debate decía el típico “no se oye”, pero sus compañeros sí oían. El ‘súper’ tuvo que aclarar que se estaba escuchando perfectamente. Es de esas excusas que duran bien poco. Se puede engañar diciendo que no escucha un par de veces, pero no muchas más. Cualquier cosa con tal de no pringarse.
El encogimiento de Juan Miguel llega hasta el punto de ni siquiera defender a su principal aliada en la casa. Lejos de apoyar las tesis de María Jesús sobre su supuesta (y falsa) marginación, su amigo tira balones fuera cuando no afirma directamente que él no ha visto tal cosa. Hace bien en evitar decir algo que no piensa, pero es que ni siquiera lo adorna o suaviza para intentar salvar la cara de su amiga y no dejarla mal. Él va a lo suyo y solo se protege a sí mismo. Eso sí, lo hace de la peor manera: desapareciendo. Juan Miguel ha renunciado a concursar y se ha dedicado tan solo a estar. Es una opción, pero está entre las peores posibles.
Juan Miguel no ha aceptado las críticas de sus compañeros. Cuando le han censurado su supuesto poco cuidado con la higiene en el cuarto de baño y otras guarrerías siempre lo ha negado. Se ofende con las críticas en lugar de aceptar que sus compañeros puedan tener razón e intentar corregir sus errores. También ha sido capaz de tener cruzado a un compañero porque nominó o se posicionó en contra de Yurena. Sin embargo, cuando él nomina siempre encuentra la excusa en que es una obligación y a alguien tiene que elegir. Eso sí, disimula muy bien haciendo que se equivoca o no recuerda bien los nombres de sus compañeros, por lo que casi nomina al azar.
Juan Miguel ha sido un concursante sedante, cuyo paso por el concurso se resume en ocho párrafos y casi sobran la mitad. Se ha salvado de la expulsión en varias ocasiones recientes porque no despierta pasión alguna, ni siquiera para expulsarlo. Ahora bien, dudo mucho que aguante el primer corte y posiblemente sea el primer prefinalista en quedarse fuera de juego. Podrá dormir tranquilo entonces.
Moleskine del gato
Ayer defendí la tesis de que si los seguidores de Kiko y los de Irene deciden sacrificar a uno de los dos y concentran el voto en el otro es muy posible que hagan la fuerza suficiente para que el maletín termine en sus manos. Dos apuntes al hilo de esto. Me dicen que los familiares ya lo están haciendo. Las versiones son contradictorias porque unos dicen que llaman a concentrar el voto en Kiko y otros que en Irene. Vamos mal, porque esto solamente genera confusión. Por otro lado, hay una observación sobre esto totalmente razonable. Me cuentan que los seguidores de ambos concursantes no son comunes, y ahí supongo que estriba el problema. Entiendo que quien quiere ver ganadora a Irene no tiene por qué desear lo mismo a Kiko. Pero también se debe entender que gane uno u otro el premio se quedaría en casa. Pero vamos, que si prefieren que se lo lleve otro concursante a mí ya me va bien.