Retomo hoy mis Polaroids, esos retratos instantáneos y rápidos de los seis finalistas. Como este era mi propósito, hoy haré el de Marta López, a pesar de haber sido la primera finalista eliminada, menos de media hora después de saber que lo era. También le toca a Lucía Sánchez, que durante algún tiempo fue mi ganadora. Pero antes, algunas cosas del día de ayer, comienzo de una campaña electoral tan corta como la propia edición.
Los porcentajes ciegos para esta final plantean dos dudas importantes. Una de ellas la resolveremos mañana y es relativa al último eliminado antes de la gran final del jueves. Según vimos anoche la eliminación de la segunda semifinal que se celebra hoy tiene un solo candidato, con el 9,7 % de los votos. La otra duda, más importante aún, es sobre el ganador. Hay tres candidatos con una separación entre el más votado y el menos de unos cinco puntos, que se reduce a poco más de dos puntos entre los dos con mayor porcentaje (32,6 %, 27,4 % y 30,3 %). La gran novedad respecto al día anterior es que entre el tercero y el segundo ha habido sorpasso. Es decir, quien estaba en segunda posición el domingo ahora está el tercero y al contrario.
El porcentaje con el que salió Mayka Rivera (8,5 %) se ha repartido entre todos los demás y ese movimiento en la segunda y tercera posición nos puede dar alguna información. Lo normal es que esos votos fueran a parar a Manuel González y Lucía Sánchez, pero tal vez más a esta última. Veamos cómo se han movido esas tres primeras posiciones: el primero ha crecido 2,3 puntos; el que era segundo el domingo 1,2 y el entonces tercero 4,4. Por eso el tercero es ahora segundo. Como podemos observar, no todos han recibido en la misma medida los votos que iban para Mayka.
La lógica indica que el de Manuel sea el primero, Lucía la segunda y Elena la tercera. Se explica que Elena fuera segunda el domingo por el apoyo del fandom que le cede su hija. Pero los votos de Mayka Rivera han hecho subir más a Lucía Sánchez. Es verosímil que para esta haya ido la mayor parte del voto de su amiga, también una parte importante para el otro miembro del trío y mucho menos para Elena Rodríguez. Los tres eran personas gratas para Mayka Rivera. Sin embargo, nunca se llevó bien con Asraf Beno, que solo habría recibido un 0,6 y se convertiría en el expulsado de esta noche. Solo que uno de los finalistas es el claro y definitivo expulsado de hoy parece inamovible, porque entre los tres finalistas con más votos puede pasar de todo de aquí hasta el jueves. Tienen porcentajes tan parecidos que no está todo dicho todavía. También puede suceder que esté sacando conclusiones erróneas.
Se siguió hablando ayer de la falta de defensores en plató para Elena Rodríguez, especialmente de sus hijos. Estos demostraron la poca sintonía que tienen con su madre, a la que están desmintiendo o llevando la contraria. Lo digo porque mientras Elena defiende en la casa que su hija Adara no concursa, esta dice en una red social que “Nosotros siempre estamos, CONCURSAMOS JUNT@S”. Lo de la arroba para introducir lenguaje inclusivo es muy año 2000. Algo parecido puso Aitor en la cuenta de Elena porque no tiene Twitter (llámalo X). Pero ¿en qué quedamos? ¿Adara concursa o no?
Mayka Rivera estuvo en plató y me llamó la atención el reproche de Keroseno por no posicionarse entre Lucía Sánchez y Manuel González. Una cosa es que un buen amigo haga bien en decir lo que piensa y otra que deba meterse en disputas de pareja. Es lo peor que se puede hacer y creo que lo menos recomendable. Y en la casa tuvimos debate electoral a medianoche. Pienso lo mismo que en ocasiones anteriores y me sorprende que ninguno haga lo que llevo tiempo reclamando.
A estas alturas de la película la actitud que aplaudiría en un finalista es aceptar las críticas y reproches de sus compañeros e intentar no atacarles de vuelta. Es momento de empezar a hacer borrón y cuenta nueva. Lo mismo pienso en los debates tras la final, como el que podremos ver el próximo domingo con todos los concursantes de la edición (supongo). Mi filosofía sería: lo que pasa en la casa se queda en la casa y adelantaría su aplicación a los últimos días. ¿Qué es lo mejor que se puede hacer con vistas a la final? Nada, lo mejor es no hacer nada.
Dije de Marta López a las dos semanas del comienzo que era “tan molesta como necesaria”. Reconozco que he admirado su capacidad para estar en misa y repicando, apareciendo en plano siempre que lo consideraba necesario. Parecía tener el don de la ubicuidad, que es propio del altísimo, más que un superpoder de una heroína de Marvel. Pocos se lo trabajaron tanto como Marta, a pesar de lo mal que le salió. Creo que a esta valiosa concursante le ha pesado ser quién es y cómo es. Que pareciera disputarle a Ana María Aldón el dudoso privilegio de reventar el “ridiculómetro”, por ejemplo. O, simplemente, que caiga tan escandalosamente mal a tanta gente.
Además de lo que devalúa su concurso la propia marca, Marta López tampoco hizo un buen concurso. A mil leguas se veía su intención de intoxicar y manipular a toda la casa contra Ana María Aldón. O su propósito de utilizar lo suyo con Efrén Reyero para mejorar su imagen. No tengo ni idea de lo que había detrás de la relación entre estos dos exconcursantes, pero no cabe duda de que Efrén perdía tanto como ganaba Marta. Por eso me extrañó siempre que no tuvieran algo pactado, saliera o no bien. Marta López ha sido una concursante tan intensa que se le han visto las costuras enseguida.
Lucía Sánchez me conquistó la primera semana por su sentido del humor y cierta retranca muy bien manejada. No es discutible que la cámara está enamorada de ella, lo cual es un pasito más allá que querer. Su generosidad y la de Manuel González para pasar página a lo vivido entre los dos tras su paso por ‘La isla de las tentaciones’ supuso el aldabonazo definitivo para que la viera cómo ganadora con completa seguridad. Me pasó que no solo la vi con gran ventaja sobre todos los demás, también me pareció que ningún otro lo iba a merecer.
Durante semanas Lucía Sánchez se estuvo jugando su ventaja volviendo a los reproches y dudas respecto a Manuel Sánchez. En la medida que lo iba viendo crecer como concursante, corrigiendo sus errores y alcanzando una buena posición ante la lucha final parecía que Lucía recrudecía sus ataques a Manuel temiendo que le pudiera coger la delantera. Eran reacciones a menudo sin ningún detonante previo. De repente le surgían las dudas sobre su expareja y parecía sentir una necesidad imperiosa de darlo a conocer a toda la audiencia, también a toda la casa. La otrora ganadora indiscutible iba perdiendo su retranca, el buen humor y hasta la cámara parecía sufrir con ella por desamor. Como me pasó con Ivana Icardi, el resentimiento y la queja permanentes me alejó de la concursante.
A pesar de haber perdido buen parte de su ventaja, Lucía solo podía perder el premio si cometía un error de consideración. El error llegó y no hace falte que repita cuál fue. Por mucho que haya defendido a un concursante y me parezca la persona más maravillosa del mundo, no podría desear su triunfo si tuviera una actitud tan reprobable. Las opiniones van evolucionando, pero lo hacen en orden a la propia evolución de los concursantes. Los errores se pagan y si no fuera así mejor haríamos en darles el premio a la semana del comienzo.
Lucía Sánchez ha tirado su concurso a la basura a causa de su temor a que le gane esta partida su expareja Manuel González. Su excelente relación con Mayka Rivera no ha dejado de estar jalonada por envidias y resentimientos claros. En más de una ocasión obligó a que Manuel dijera si salvaría a Mayka antes que a ella, o a cuál de las dos nominaría si estuviera obligado. Lloró desconsolada porque algunos compañeros habían tenido visitas por San Valentín y otras razones, mientras ella no podía hablar con nadie. Pero había sido de las primeras en hablar con un familiar. La demostración de su envidia, falta de empatía y poca capacidad para perdonar o, cuando menos, pasar página, no han ayudado a que mantuviera la gran ventaja de la que hablo.
Sigo dándole vueltas en mi Moleskine de hoy al posible ganador de esta edición y sus escasos merecimientos, sea quien sea este.