Keroseno perdió la partida, enfrentado al duelo final con Marta López. Su salida no sería la última de la noche, aunque en la segunda no podamos hablar ya de expulsión. Es una cuestión más semántica que de otro tipo, pero me encargo de aclarar esto en mi Moleskine de hoy (vídeo al pie de este escrito). Tras salvarse Asraf Beno el martes y Elena Rodríguez al comienzo de la gala de anoche, tenía muchas posibilidades de salir Marta, aunque Mayka Rivera también llevaba muchas papeletas. Al final, Marta superó el primer round de la noche, pero no el segundo, en el que terminó noqueada. La derrota se produjo en 30 minutos, justo lo que tuvo la audiencia para decidir cuál de los seis expulsados no iba a pasar mucho más de ese tiempo con la chaqueta de finalista puesta.
Todo un símbolo que a los finalistas les dieran una chaqueta, lo cual obligó a cambiarse a Manuel González. Antes de abrirse las votaciones para la segunda expulsión, se les ofreció la posibilidad de elegir un compañero con quien batirse en duelo. Quien perdiese sería el expulsado, pero todos coincidieron en preferir que resolviera esta papeleta la audiencia votante. Hubiera sido más interesante que la segunda salida de la noche se resolviera con un duelo donde no podían elegir otra arma que los votos de la soberana. Más interesante, pero también más injusto.
Fue bien aprovechada la ocasión para un último posicionamiento. Los seis finalistas debían decidir cuál de sus compañeros prefería que no continuase en liza. Los tres componentes del trío de las tentaciones eligieron a Asraf Beno, mientras que Marta López y Elena Rodríguez señalaban a Manuel González. A destacar que Manuel no señalase a Marta, con quien ha tenido sus más y sus menos esta semana, pero esta sí que le elegía a él. Razón suficiente para que Manuel se hubiera armado de valor para retar en duelo a Marta. A posteriori sabemos que le hubiera salido bien la jugada, pero prefirió jugar la baza del buenrollismo ante la recta final del concurso.
Para resolver la segunda salida de la noche la votación sería en positivo y les irían comunicando que estaban salvados y seguirían su lucha por el triunfo final uno a uno hasta que quedasen solamente los dos últimos finalistas. Marta Flich aclaró que se les iría comunicando en un orden que no era el de los porcentajes ciegos, que estaban entonces así: 31 %, 28 %, 20 %, 8 %, 7 % y 6 %. Mi teoría es que fueron llamados en orden inverso al volumen de sus votos. Ya sabemos que Marta López solo obtuvo un 6 por ciento, pero si fuera como sospecho Mayka Rivera tendría el segundo peor resultado y Asraf Beno el tercero. Los tres habrían estado en un puño, peligrando su permanencia en la casa.
Siguiendo con el mismo argumento, los tres más votados serían Lucía Sánchez, Elena Rodríguez y Manuel González. Este último se perfilaría, por tanto, como el más posible candidato a llevarse el maletín. Antes de la expulsión de Ivana Icardi me hubiera sorprendido que Elena estuviera por encima de Lucía en votos, pero ahora me parece mucho más que probable, dado el apoyo heredado de su hija que hizo una demostración de fuerza expulsando a Ivana. Aunque siempre he pensado que influyeron tanto o más los errores de la argentina. El esperado duelo final para el próximo jueves entre Lucía Sánchez y Manuel Rodríguez podría mantener a este último, pero cambiando a Lucía por Elena. Se me vislumbra que estos eran quienes sumaban anoche un porcentaje de votos cercano a la mitad del total.
No solo me sorprendió que Manuel González prefiriera la salida de Asraf Beno antes que la de Marta López. También que al saber que era esta última quien no dormiría en la casa se abrazasen repetidamente Manuel González y Lucía Sánchez. El trío sigue tan unido como siempre. La expareja celebra que sigan ambos su camino hacia la final y los tres coinciden en preferir que saliera Asraf Beno. Han tenido sus diferencias, pero se mantienen unidos en lo esencial. Ahora la gran diferencia es que, si fuera válida mi teoría de asignación de los porcentajes ciegos para la segunda salida de anoche, Mayka Rivera sería la menos votada y Manuel González el posible ganador al ser suyo el mayor de los porcentajes.
Keroseno se marchó por decisión de un 64 % de los votos frente a una Marta López que no lograba más de un 6 % del voto positivo un rato después. Su alianza con Manuel González no le sirvió para remontar. Y su discreto papel de las últimas semanas no borró la impresión de unos inicios que fueron como un terremoto. Terremoto que ha tenido sus réplicas esta última semana, a consecuencia de la visita de tres días de su hermano Finito y su gran hermana Ivana Icardi. Keroseno cometió el error en los primeros días de acudir junto a su hermano ante algunos compañeros con la intención de faltar. Mayka no ha olvidado que la tratase de tonta cuando apenas llevaban un par de días de encierro. Keroseno sigue manteniendo el mismo concepto de esa rival, según dijo anoche. “La verdad que muy lista no parece”, afirmaba. A veces no es necesario decir todo lo que a uno se le pasa por la cabeza
La audiencia no ha perdonado los comienzos demasiado impetuosos de Keroseno. Pero su figura como concursante se revalorizó en las últimas semanas al ser la conciencia crítica de ‘Gran Hermano Dúo’. Él y Manuel González han representado la resistencia frente a un grupo tan sólido y unido como de escaso interés. Solo estos dos concursantes se atrevieron a oponerse a la hipocresía de Elena Rodríguez y Marta López, que se apoyaron en la indefinición de Lucía Sánchez o Mayka Rivera, y en el dontancredismo de Asraf Beno. De no haber sido por ellos, esta edición hubiera muerto de manera prematura, ahora por lo menos llegaremos a la final dejando un cadáver joven, pero con mucha vida. En el concurso que proponían Elena o Asraf se podría disfrutar de la paz de un auténtico cementerio. Además, un cementerio desangelado y nada bonito.
Ha sido demasiado evidente el juego de Elena Rodríguez y Marta López consistente en hacer todo lo posible por visibilizar los fallos de sus rivales. Para ello no tuvieron inconveniente en poner algunas trampas por ver si alguien caía en ellas. Por ejemplo, cuando Elena preguntaba a Ivana por sus hijos para luego quejarse de que le diera información sobre ellos. ¡Pero si se había limitado a contestar! No sé si Ivana contó que la amiga de Lucía era amiga de Aitor, hijo de Elena. Tampoco si contó que este mismo defensor en plató se había emocionado al ser ella expulsada o que estuvieron cenando juntos. En todo caso, Elena se tendría que haber esperado a confirmar la veracidad de lo que le contaron, o haber evitado las preguntas.
Manuel González dio una clave importante de por qué algunos hemos lamentado la salida de Keroseno, el mismo que besaba el suelo de la casa antes de irse a la sala de expulsión por lo que pudiera pasar. Decía Manuel que era una pena la salida de este concursante que ha estado viviendo con pasión la experiencia, mientras había otros que estaban contando los días que quedaban para su finalización. Con todos sus errores, Keroseno ha sido uno de los nuestros, no ese tipo de concursante cuyo objetivo es durar lo máximo posible para irse embolsando su caché, sin tener la más mínima confianza en ganar y nula intención de competir. Por eso ha sido, al igual que Manuel, una rara avis que decidió jugársela en cada momento confiando en sí mismo. Ya solo nos queda Manuel.
Mientras en la casa de Guadalix de la Sierra todo transcurría con cierta armonía, en plató algunos producían un gran bochorno. En el enfrentamiento entre Ivana y Aitor (hijo de Elena) no estuvieron bien ninguno de los dos, pero este último rozó lo inadmisible cuando recomendó a la argentina que fuera al psicólogo y la llamó repetidamente “sinvergüenza”. Tampoco estuvo bien Ivana lanzando besos a Jesús Molinero, a la sazón exmarido de Elena y padre de Adara porque “es el único que me entiende ya que ha convivido con estas personas”. Cosas como estas me producen una gran pereza y sobran del todo.
Como dije al principio de este escrito, explico en mi Moleskine de hoy lo que significa ser finalista, que no ha logrado entender Lucía Sánchez y genera tantas dudas en un buen puñado de espectadores.