No me parece fácil elegir entre una Ana María Aldón que presiona una y otra vez a Marc Florensa para que se decida a quedar nominado y cederle a ella la salvación o una Marta López que se sacrifica para quedar como una buena persona para poder contarlo. Ser bueno para contarlo es casi peor que tener sexo para contarlo. Este tipo de personas no son felices en el momento que están haciendo una buena obra, solo les llega la felicidad cuando lo cuentan. Igual que los otros disfrutan más de contarlo que del orgasmo en sí.
Ser bueno para contarlo es un arma de doble filo en un reality. Por un lado, puede hacer al concursante ganar puntos ante la audiencia porque ser bueno se valora siempre y cuando no se cometan excesos pasando de bueno a gilipollas. Pero, por otro lado, se corre el riesgo de anular la buena imagen de quien hace el bien por el rechazo que genera pensar que lo hizo para poder presumir de ello. “La caridad no se presume ni se ostenta, pues nuestra mano izquierda no debe saber lo que hace nuestra diestra”, dice La parábola del Buen Samaritano en el Evangelio de Lucas.
No viene todo esto solo por Marta López. Si me apuran, casi prefiero que esta concursante presuma de su buen gesto de manera tan clara que quienes lo hacen más rebuscadamente. La confusión en la casa por el relato que hace Marc Florensa del momento del dilema de la nominación del pasado jueves tiene una explicación clara. Marc intenta dar a entender sin que se note el egoísmo de Ana María Aldón y su gesto valeroso salvándola. Por eso no habla con claridad, confiando en que le van a entender igualmente. Pero sus compañeros necesitan ver las imágenes para saber de primera mano lo sucedido.
En el caso de Ana María Aldón y Marc Florensa que vieran las imágenes beneficia a este último porque aquella queda retratada con sus repetidos intentos de que Marc le ceda la salvación, lo cual consigue. Todos interpretan que presionó demasiado a su exrepresentante, algunos muy a su pesar porque hubieran preferido comprobar que Marc les había mentido al dar su versión de los hechos. Mentir no mintió, pero enmascaró la realidad para no quedar de chivato.
No es fácil acertar porque es una línea muy fina la que delimita si se queda de chivato, se está presumiendo de bondad o la decisión ha sido sentida y sincera, incluso práctica. Un buen criterio para resolver ese dilema es que se salve quien está más en riesgo quedando en la palestra y, por consiguiente, quede nominado el que más posibilidades tiene de evitar la expulsión. No hay certezas sobre esto, por lo que siempre es un riesgo exponerse, pero parece una decisión correcta en el caso del trío. Lucía Sánchez pide que su expareja la defienda siempre, sin dar su brazo a torcer aceptando que ella tiene muchas menos posibilidades de ser expulsada que Mayka Rivera.
Los primeros salvados la semana anterior habían sido Lucía Sánchez y Manuel González, sumando tan solo un 10 % de los votos totales. Sin embargo, Mayka Rivera llegó al duelo final contra Finito, aunque este arrasó con un 60 %, frente al 40 % de ella. En todo caso, es casi 10 veces más que sus compañeros de trío. De una semana a otra las cosas pueden cambiar y las votaciones tienen mucha relación con quiénes están en la palestra. A pesar de todo lo cual, parece claro que Mayka es el eslabón más débil del trío. Entiendo, por tanto, el razonamiento de Manuel cuando propone salvarla a ella.
Lucía se equivoca al reprocharle a Manuel su decisión porque la decisión era de todos y ella pudo haber peleado su propia salvación en lugar de hacer buena la propuesta de otro. Este caso sería complementario al de quien hace el bien para contarlo y podríamos decir que se trata de hacer el bien para poder reprochárselo a otro después, ya sea el beneficiario de ese acto o un tercero, como en el caso que nos ocupa.
La doblez de la mayoría de estos concursantes no solo se hace patente el jueves a la hora de reaccionar al dilema para nominar, así como con las reacciones posteriores durante todo el fin de semana. Quien no haya visto el directo puede pensar que vivo de las rentas hablando de algo sucedido hace cuatro días, pero es que durante todo ese tiempo han estado hablando de esto en la casa, siendo uno de los temas más polémicos. Más cercanos quedan los posicionamientos, donde también pudimos comprobar la hipocresía de la mayoría.
Del “no quiero que se vaya nadie” a “no tengo nada en su contra” (de quien se está posicionado, precisamente, en contra), pasando por el novedoso “es un descubrimiento para mí” de Marc Florensa a Asraf Beno. Debió aclarar si se alegra de haberlo descubierto o hubiera preferido no hacerlo. Habría dicho que siente hemorragias de satisfacción por ello, o algo parecido, aunque no fuera verdad. Marta López dijo algo parecido sobre Manuel González, a quien parece que ha descubierto tarde, aunque nunca es tarde si la dicha llega. El caso es que la explicación de casi todos fue del tipo “es con quien menos relación tengo”, con los añadidos de “me cae fenomenal”, “no tengo ningún problema con él”, “es por eliminación” o “se trata de un gran descubrimiento”.
Solo se salvan de estar afectados por este virus de la hipocresía y la falsedad concursantes como Ivana Icardi, Keroseno y, si acaso, Manuel González. Pero dura poco la felicidad en la casa del pobre porque los dos primeros están eligiendo muy mal sus aliados, y el tercero se nota a leguas que va de sobrado. Decir la verdad es algo que está sobrevalorado, y no siempre funciona. No vale ser sincero a costa de provocar un innecesario sufrimiento en el otro. Tampoco por la prepotencia de quien cree estar por encima del bien y del mal.
Ivana Icardi y Keroseno se han convertido en valedores para Asraf Beno, lo cual les convierte en defensores de pleitos pobres, que decía mi madre. Hablo de malos aliados porque lo de Asraf tiene muy difícil defensa. Anoche se posicionaron en su contra Lucía, Manuel, Mayka, Marc y Efrén. Keroseno, Elena e Ivana lo hicieron contra Marc. Ana María contra Marta y, por último, Asraf (en justa correspondencia) y Marta contra Manuel. Nadie en la casa prefiere que salga expulsada Lucía. No recurriré al argumento ad populum de que la mayoría no se llevan con Asraf porque es un sofisma populista que no suscribo nunca, ni siquiera cuando se repite la historia ya vista en realities anteriores, como pasa con el marido de Isa Pi.
No insistiré en la absurda argumentación de Marta López, que valora a sus compañeros de concurso en orden al tiempo que ha pasado desde que los conoció, razón por la que nominó a Manuel y no a Asraf, quienes entiendo que son los dos extremos. Más me interesa analizar una de las razones más repetidas para posicionarse contra Asraf, que hace sentir incómodo a quien le pregunta su opinión. Mayka lo explicó muy bien y he visto alguna discusión entre ambos, como cuando le preguntaron si había cambiado su opinión sobre los hermanos tras el episodio del pedo.
Asraf dice que se siente presionado cuando le preguntan su opinión del mismo modo que podría quejarse de que nadie cuenta con él y nunca se interesan en saber lo que piensa. Veo claros dos motivos que explican su actitud. No quiere decir lo que piensa porque juega con la ambigüedad. Esto no significa necesariamente que sea tibio, pero sí que prefiere mantener el culo entre dos sillas porque esa es su estrategia en el juego. Además, no opinar, implicarse poco, comunicarse lo mínimo con la mayoría y, llegado el caso, aislarse del grupo, es también parte de su estrategia. Insisto en que esto ya lo hemos visto, sin ir más lejos en la última edición de ‘Supervivientes’. Me sorprende que insista en repetir estrategia cuando no le salió bien. Supongo que tiene en mente una fórmula mejorada y confía en que alguna vez funcione.
Por estas fórmulas que Asraf Beno insiste en aplicar al juego me extraña tanto que Ivana Icardi lo defienda a capa y espada. La opinión de muchos concursantes evoluciona a un paso más lento que el de un viejo elefante. Pienso lo mismo de algunos opinadores televisivos. Se aferran a una idea sobre sus rivales y cuesta mucho cambiarla. Imposible no ver la incoherencia de que Ivana Icardi lleve a gala decir las cosas a las claras y sin secretos, mientras defiende a un Asraf Beno que se vanagloria de ocultar sus opiniones y se ofende cuando alguien se interesa en conocerlas. Tampoco le pega decirle a Mayka Rivera: “No hables de mí a mis espaldas”. Es como los que dicen “no te consiento” tal cosa. ¿Perdón? ¿Quién diablos eres tú para darme órdenes?
Los porcentajes ciegos estaban así al comenzar el programa de anoche: 44 %, 27 %, 23 %, 5 % y 1 %. Si consideramos que en ese mismo debate la audiencia decidió dar una cena a Lucía Sánchez y Manuel González se puede concluir que son los menos votados. La expulsión estaría entre Marc Florensa, Marta López y Asraf Beno, posiblemente en este orden. Los defensores de cada uno de estos concursantes piden que se den 3 votos a un nominado y los otros 2 a otro.
En mi Moleskine de hoy hablo del enorme bajón que experimentó anoche Marc Florensa, convencido de que será el tercer expulsado de la edición.