Cuando todos estábamos pendientes de Laura Bozzo, de repente, apareció Carmen Alcayde. Sí, ya sé que ella estaba allí desde el principio, hace casi dos meses, y que ha sido siempre una de las integrantes del equipo naranja. Un equipo sobre cuya autoría hay dudas, aunque el lunes Laura reconocía que Carmen estaba en lo cierto con su relato sobre la fundación del team. “El grupo se empezó a formar con Albert, contigo y conmigo. Luego se vino Álex y por último Naomi”, relataba Carmen, al parecer con acierto. Esa Carmen que ayudó a fundar el grupo más famoso de Gran Hermano 8, único reconocido por sus miembros, no es la misma que esta mañana se enfrentaba a Avilés con coraje y sin barreras.
En muchas ocasiones nos pareció que Carmen Alcayde era una más de los naranjas. Incluso discutimos sobre su pedigrí en el grupo, de menos categoría que los acreditados por Laura Bozzo y Alex Caniggia. Pero Carmen no es solamente una más. Está viviendo esta experiencia junto a un grupo afín, cometiendo una cagada tras otra, contenida muchas veces, pero siempre al borde del precipicio. La Carmen de esta semana, una vez más estando nominada, se olvidó de la verdad de ahí fuera y habló a calzón quitado (a braga quitada en realidad, por raro que pueda sonar).
¡Por fin la Alcayde de verdad verdadera! Esa que esta mañana se encaraba a José Antonio Avilés para decirle lo que le diríamos muchos y en esa casa todos se lo callan. Dejando atrás los temores, no considerando si está defraudando o no a alguien de aquí fuera. Esta mañana no habló la Carmen que a menudo vive en el país de la piruleta y todavía cree que puede llevarse bien con todo el mundo. No habló la Carmen que desearía ser siempre graciosa, divertida y querida por todos. No habló la Carmen que se muere pensando en quedar nominada.
La Carmen de esta mañana habló desde el hígado, poniendo un par de gónadas encima de la mesa y dando un portazo imaginario a lo correcto. Solo por esos fugaces instantes que dejó a Avilés con la cara torcida me alegro de haberla visto aparecer. Estábamos todos contemplando los árboles que no nos dejaban ver el bosque, o los carteles de “Paisaje pintoresco” tapando lo pintoresco del paisaje. Apenas nos estábamos dando cuenta cuando, de repente, apareció Carmen Alcayde.
Ya sé que muchos se han dado cuenta antes, y celebro su acierto. Este gato escéptico ha visto durante demasiado tiempo a una Carmen condicionada en exceso, que no estaba siendo del todo ella misma. Solo la vi salir de ese corsé la semana anterior que estuvo nominada. Ahí aparecía la Carmen reflexiva, triste, felizmente dominada por la sensación de que le acechaba la fatalidad. A veces no hay nada mejor que sentirse desgraciado (como diría la diva Bozzo). Carmen ha pensado muchas veces que no podía con el reality. Anoche mismo se volvía a hundir después de su estelar actuación de la mañana en la que llamaba “provocador” a Avilés y se despachaba a gusto con él. Tras el ‘Última hora’ se metía en la cama llorando y decía que se quería ir.
Una pregunta de Lara Álvarez tuvo la culpa del bajonazo de Carmen. Decía así: “¿Creéis que lo que ocurrió ayer en la casa puede afectaros en la votación de la audiencia?”. La interpretación de todos una vez acabado del programa fue que habían dado la vuelta las votaciones. Y, dado que en todo momento han dado por seguro que se marchaba José Antonio Avilés, empezaron a pensar que podría marcharse Carmen Alcayde, una vez salvado Michael Terlizzi. De nuevo Carmen bajo el yugo implacable de su falta de confianza en sí misma. Otra vez pensando “no puedo”, “este será mi último reality”. Y el primero, debo decir.
Esto del “no puedo” siempre me hace recordar una historia atribuida a Albert Einstein cuya moraleja es: si lo puedes imaginar, lo puedes lograr. No nos debemos fiar si nos dicen lo contrario. Esto dice la historia: Patinaban dos niños sin otras preocupaciones sobre una laguna congelada, en una tarde nublada y fría de otoño. De repente el hielo se abrió bajo sus pies, y uno de ellos cayó al agua. El otro cogió una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así pudo salvar a su amigo. Cuando llegaron los bomberos y vieron lo sucedido se preguntaron: “¿Cómo lo hizo? El hielo es muy grueso, es imposible que haya podido quebrarlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas…” En ese instante apareció un abuelo y, con una gran sonrisa dibujada en su boca, les dijo: “Yo sé cómo lo hizo”, a lo que los bomberos preguntaron: “¿Cómo?”. “No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo”, fue la lapidaria respuesta del abuelo.
¿Quién fue a consolar anoche a Carmen Alcayde? Pues José Antonio Avilés, que insistió dos docenas de veces en su insoportable “¡mírame!”. Y ella tardó en mirarle, pero al final lo hizo. Se retractó de eso de que Carmen se había colgado de Laura al verla fuerte, y se deshizo en elogios a la que fuera presentadora de ‘Aquí hay tomate’. José Antonio “Jekyll” y Avilés “Hyde”, el que acusa a Alcayde de tener la lengua muy larga y padece de incontinencia verbal. Tan excesivo cuando insulta como cuando elogia. La pobre Carmen terminó agradeciendo que se interesara por ella en contraste con el resto de la habitación azul, que no fue nadie a verla. ¿Qué necesidad tendrá de que vaya alguien?
Al final, la más coherente está resultando Naomi Asensi, y una vez escritas mil palabras empiezo a pensar si no me estaré equivocando. A lo mejor tendría que haber titulado “De repente, Naomi”. La única que se quedó en el cuarto de baño pintándose pecas en las mejillas mientras Carmen y Laura atendían embelesadas la verborrea de Avilés. Solo ella se río de la situación y en lugar de sacar la conclusión de Laura (“Si no puedes con tu enemigo, únete a él”), quedó preguntándose si estaba viviendo una simulación. El remate fue que Carmen se pasara por el dormitorio azul, no sé bien para hacer el qué. Tal vez por esa otra conocida frase que habla de Mahoma y la montaña (“Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña”).
Es un error múltiple que los naranjas hablasen anoche amigablemente con José Antonio Avilés. Primero porque la frase de marras sobre unirse al enemigo es contraria a la historia antes contada. Pensar que tu enemigo es superior a ti mismo y no te puedes enfrentar a él es un “no puedo” más. Además, Avilés no es un enemigo. Saldrá con porcentaje cercano al récord, o eso debería, mañana mismo. Como concursante es un cadáver y ni siquiera haciéndose un Jessica, o sea, queriendo pasar por bueno (con minúscula o mayúscula, en este caso), va a lograr levantar esta votación.
Por rematar lo del ectoplasma Avilés me parece un contrasentido que se escandalice cuando le llaman “provocador” cuando no ha tenido reparo en decir abiertamente que estaba dispuesto a inventarse historias falsas ajenas al concurso para desequilibrar a sus rivales. Este es el José Antonio Avilés de verdad, no el que se hace el buenecito consolando a Carmen Alcayde y queriendo sacarla de debajo del edredón para que pase con sus compañeros los que podrían ser sus dos últimos días en la casa. No se lo cree el propio Avilés ni harto de gluten.
Estamos en el día 2 desde que Michael Terlizzi negó haber dicho lo que dijo. Como me recordaba anoche un amable lector en Twitter (@TendenciasBodas), la frase exacta de Michael fue que Zeus Montiel “habla por la boca de Susana”. Insisto en que lleva dos días negándolo y ha conseguido no solo convencer de su mentira a Zeus Montiel, sino que el cantante anoche se posicionaba contra Carmen Alcayde en lugar de mantener la coherencia señalando al italiano como su candidato a dejar la casa. Ya sé que no es contra Laura esta vez, sino contra “craterface”, pero al menos requería una explicación y no pasar de puntillas por esto.
Y es que Zeus no es mucho más valiente que Michael. Son tal para cual. A Susana Bianca y su “yoísmo” no hay por dónde cogerla, pero en este momento de la película Zeus la mejora. Me agobia hasta a mí que pida estar sola mientras llora y por mucho que lo repita siga permaneciendo a su lado como una sombra de la que es imposible separarse. Me parecen preocupantes las imágenes vistas anoche de Zeus llorando desesperado en el ‘confe’, temeroso de haber podido decepcionar a su amada. Independientemente de que Susana esté arrepentida de haberse metido en esta relación, cosa que creo firmemente, es imposible no empatizar con ella y dejarse contagiar por su agobio.
Jessica Bueno ha sabido adaptar su papel en el concurso a lo que cree piden de ella, lo cual es inteligente, aunque no sé si suficiente para optar por el capitidisminuido premio final. De esto hablo en el Moleskine de hoy.