Laura Bozzo, y solamente ella, es el equipo naranja. Hasta la salida de Alex Caniggia, era un equipo de dos. En Gran Hermano no es necesario más, con tener un solo aliado es suficiente. Salir o no nominado es accesorio porque lo realmente importante es la decisión de la audiencia. Esto es algo que Laura tiene bien claro, no sé si por experiencia o intuición, porque de ambas cosas ha demostrado ir sobrada. Bien es verdad que si esas dos personas (ahora solo una) disponen de más votos para poder refinar un poco su estrategia mejor que mejor.
Uno de los planteamientos manejados por Alex y Laura es poder elegir al más débil del equipo enemigo para asegurarse su expulsión. No es lo mismo que el equipo naranja en pleno se mida con Marta Castro que con Jessica Bueno, porque esta última tiene un perfil con el que la audiencia suele simpatizar. La pobre chica frágil y de limitados recursos, que se esfuerza cocinando para todos y no ha roto nunca un plato tiene muchas papeletas para llegar lejos en el concurso. No así la chica pija que no puede ser más insulsa y trufa todas sus frases con la palabra “gordi”.
De poder elegir, cualquiera preferiría salir a la palestra con Marta antes de con Jessica, por eso eligieron a aquella como objetivo principal en la penúltima nominación. Alex estaba especialmente bien dotado para marcar el objetivo enemigo. Laura no hace una lectura tan clara y acertada, pero mantiene el equipo naranja con su personalidad rebelde y libertina, a la que no le importa estar siempre al borde del precipicio porque tiene seguridad de no caer. Y si cayese no se trataría de un suicidio, más bien diría que sería la inmolación de una diva. Las divas llevan una pesada carga a sus espaldas que se valora poco.
Laura Bozzo se lo decía a sus dos acompañantes naranjas, Carmen y Naomi, hace unos días: “Hay que navegar con bandera de idiota”. Si hubieran entendido lo que eso abarca tendrían más de medio trabajo hecho. No diré que es fácil entender a la diva de la televisión en lengua española del continente americano, pero una de las claves es que dice a cada momento lo que le da la real gana, sin pensar si eso puede reportarle algún tipo de beneficio, o todo lo contrario. Si Carmen Alcayde lograse esto mismo sería igualmente una comparsa en el team, pero la empezaría a ver como digna finalista.
El problema de Alcayde es que siempre piensa en la oportunidad de lo que dice, y no solo respecto del concurso, sino pensando en su futuro televisivo. Más que importarle salir tarde o pronto de esa casa, su mayor preocupación es hacerlo sin demasiadas consecuencias negativas para su imagen pública. También se preocupa de que ningún habitante de la casa, sea o no de su grupo, acumule muchos argumentos en su contra. Diría que le horroriza salir siendo peor valorada por todos, empezando por sus compañeros, siguiendo por la audiencia y terminando por la profesión en pleno, en particular sus jefes. Carmen juega con el hándicap del miedo a arrepentirse de haber pasado por este concurso, y eso no le beneficia en absoluto.
No ha cambiado tanto Carmen Alcayde como para que ahora nos la quieran vender como digna finalista. Cambió la primera semana que estuvo nominada porque se olvidó de otras preocupaciones, concentrándose en el negativismo y la fatalidad de estar en la palestra. Ahí vimos a la mejor Carmen, la más auténtica. La audiencia de este reality aplica de continuo, en su mayoría sin ser conscientes de ello, un radar para detectar si el concursante está siendo él mismo o no. Nuestro grado de especialización nos permite utilizar esa información como uno de los motivos principales para decidir quién debe abandonar la casa.
En este sentido, Naomi es todo lo contrario que Carmen, y ahí estriba su principal atractivo. Es una chica normal, que se comporta tal como es ella misma y pone pocos filtros a su manera de desenvolverse, en especial con sus compañeros. Por eso le dice a Avilés que jamás se iría a tomar un café con él una vez salgan de la casa, o se sincera con Laura cuando le cuenta su sensación de que la diva no la soporta y le cae realmente mal, razón por la que a veces la pone en ridículo estando delante el enemigo. No lo expresó así exactamente, pero iba por ese camino, y esa confesión a Laura Bozzo fue el inicio de una conversación de algo más de diez minutos que me parece imprescindible para conocer y entender mejor a ambas.
A Laura Bozzo le había dolido un comentario negativo de Naomi Asensi sobre Javier Fernández y respondió lanzando una serie de puñales hacia ella. Comentarios del tipo “este es el problema de que venga gente nueva” o “a ti te aceptaron en el team naranja Alex y Carmen”. Con razón se sentía mal Naomi, y lo expresaba así:
Naomi: Por algunos comentarios pienso “Laura no me soporta”. Sinceramente, hay veces que siento que no me aguantas, que soy un número más y que os conviene que esté aquí. A veces es lo que creo que piensas. Luego hay ratos que digo, bueno, sí que hay buen rollo y sí que siento que me tienes aprecio. Pero hay ratos que pienso ¿qué soy un número?
Laura: Yo no necesito de tu número porque igual yo voy a estar nominada. Para mí el team naranja no es un número. No es tener más para nominar, porque al final el público decide. Lo que quise decir es que me dolió lo que dijo ella (Carmen) de que no seríamos nada si tú te ibas.
Carmen: Quise decir que como estamos Laura y yo que a veces nos olvidamos de quien el enemigo y le damos un abrazo, pues en una de esas se nos olvida el team.
Laura: No me subestimes, yo no soy como tú.
Tras explicar algunos detalles del desencuentro, Laura se sincera con Naomi.
Laura: Si muestras todas tus cartas contra él (José Antonio Avilés) estamos perdidos. Él ya está fuera. Tenemos que pensar en estrategias más importantes ahora. Él (Avilés) va a salir ahora y luego va a salir Michael.
Carmen: Todo eso si damos bien nuestros pasos.
Laura: Lo último que debería pasar es que nos peleáramos entre las tres. (A Naomi) Yo sé que a veces soy dura contigo y que te digo cosas tal como se las diría a mi hija para que madures un poco, porque tienes una gran brillantez. Pero a veces te gana el hígado, como me lo ganaba a mí. Yo te quiero un montón, si no te lo diría. Te ganaste mi admiración y mi cariño. Ahora, puedo discrepar en algunas cosas. Y, disculpa, yo también soy killer como tú.
La charla terminó con un abrazo.
La Laura que le expresa su admiración y cariño a Naomi no es la misma que esa otra de los monólogos en la soledad del dormitorio naranja o sus intervenciones en la sala de confesiones. Laura tiene en su dormitorio una extensión del ‘confe’, con la ventaja de que nadie la interrumpe. Lo lógico es pensar que gozando de la privacidad de esos espacios sale la Laura más auténtica. Por sorpresa, no es así. La verdad de Laura Bozzo está en esa charla con Naomi y Carmen, en lugar de la corrosiva y killer, como ella dice, de sus discursos a la cámara, donde arremete contra tirios y troyanos. Si sus compañeras de equipo pensaran esto habrían dado un primer paso de gigante para entender a la diva.
Gustavo Guillermo y Marta Castro reniegan de Avilés ahora que están en la calle. Los dos dicen que ya sabían quién era el personaje, pero le dieron un voto de confianza. En realidad, lo temían y han preferido tenerlo de supuesto amigo en lugar de convertirse en uno de sus enemigos. O sea, les ha movido el miedo. Ya pueden decir la verdad, y es que no lo soportan, lo mismo que les pasa a todos los demás, aunque algunos todavía se lo callan. Avilés puede utilizar insultos como “tarada” o “desquiciada”, pero luego se lleva las manos a la cabeza si le llaman “escoria” o “rata almizclera”.
Anoche el programa les propuso un juego para recuperar dinero del premio final. Debían elegir el peso que soportarían en cada mano, con los brazos extendidos en cruz durante dos minutos y medio. Recuperaron poco más de tres mil euros porque Zeus Montiel se vino arriba, se colgó seis kilos por brazo y no pudo mantenerlos extendidos. Avilés, por su parte, cogió dos kilos y medio, pero se rindió cuando faltaban pocos segundos. Lo gracioso es que cogió más peso del que había pensado animado por Jessica, que para ella se contentaba con dos kilos por brazo.
Como ya imaginábamos, habrá repesca y su proceso empezará este mismo jueves. No sabremos hasta entonces ni cómo será ese proceso, ni quiénes optarán a ser repescados, ni cuánta gente entrará. O sea, ni cómo, ni por qué. Solo es fijo que la audiencia decidirá. Que quede tan abierto me hace soñar con la posibilidad de una amnistía, ahora que está tan de moda la expresión, para Alex Caniggia y Gustavo Guillermo, no precisamente pensando en este último. Si el episodio que provocó la expulsión disciplinaria de ambos fue tan leve como se dice, merecen una segunda oportunidad dado que se abrazaron nada más verse en plató mostrando un evidente arrepentimiento.
Se salvó Laura una vez más, y así estaban los porcentajes ciegos antes de esa salvación: 79 %, 8 %, 7 % y 6 %.
En el Moleskine de hoy hablo de esos minutos que anoche tuvo Michael Terlizzi la esperanza de ser el menos votado esta semana.