Nadie se cree que Laura Bozzo no estuviera pensando en Jessica Bueno cuando dijo eso de que ella es famosa por su trabajo y no por “meterse con hombres”. La frase no es casual, sino que está concienzudamente pensada. En primer lugar, está omitiendo una parte de la oración, cuyo sentido pretende que sea: “meterse (en la cama) con hombres”. La presentadora omite la referencia a la cama, pero utiliza el verbo “meter” con toda la intención. Además, obviamente está tirando a dar conociendo la vida de Jessica y su reacción cuando Luitingo habló de personas que están con su pareja por dinero. Como hace siempre, después de disparar se apresuró a intentar hacer la cura de la herida sellándola con venda y esparadrapo.
Que Laura saliera con la explicación de que no conoce de nada la vida de Jessica y solo estaba pensando en ella misma no sorprende porque algo parecido ha hecho ya en numerosas ocasiones anteriores. El día anterior había recurrido a una maniobra semejante cuando convirtió los comentarios contra Oriana Marzoli como una queja a la dirección del programa. No nos debería sorprender a nosotros como espectadores y tampoco a sus compañeros de encierro. Sin embargo, algunos como Carmen Alcayde y Albert Infante siguen defendiendo lo indefendible, haciendo ver que se creen esas justificaciones, tan improvisadas como increíbles.
Cuando veo a Alcayde y la “Infanta” contentos y convencidos por las explicaciones de Laura y dejando de exagerada (cuando no de loca) a Jessica, me acuerdo de un chiste que contaba el inigualable Gila. Era un hombre que cuenta a sus amigos: “Pues ayer iba por la calle y un tío le estaba pegando a otro”. “¿Y tú qué hiciste?”, le preguntó uno de sus interlocutores, a lo que respondió: “Me metí en la pelea y entre los tres le dimos una…”. Ellas dan la paliza en lugar de dar palizas, y suelen ponerse del lado de quien tiene más apoyo. Jessica no ha estado nunca en ese caso, hasta el momento.
Con sus explicaciones, a menudo disparatadas, Laura no solo intenta salvar su trasero y evitar la nominación segura de aquellos con quienes discute. En el caso que comento está aprovechando para hacer de menos a Jessica asegurando que no sabía nada de su vida, ni lo del hijo de la folclórica ni lo del futbolista. La está tratando como a una “who” (persona desconocida y de escasa trascendencia pública). También en esto miente, porque cuando Jessica no supo encajar el comentario de Luitingo sobre el amor por interés económico escuchó las explicaciones sobre por qué le había sentado tan mal. Entonces se habló en la casa de sus relaciones con dos hombres famosos, aunque ella aclara que su segunda pareja no lo era cuando comenzaron la relación.
Aparte de que Laura Bozzo escuchó el relato de la vida de Jessica necesario para saber que ha tenido más de una sonada relación (primero con el hijo de la folclórica y luego con el futbolista), me cuesta creer que siendo periodista y estando en activo no supiera nada de Jessica Bueno. Al menos de su relación (corta, pero sonada) con Kiko Rivera. Ahora bien, la mentira cobra una dimensión diferente entre participantes de un reality cuyo objetivo es durar en el concurso y, en el mejor de los casos, ganar. No tengo duda de la respuesta a la pregunta sobre si es lícito mentir en un reality. Para mí es un sí rotundo.
Quiero decir que si subrayo las mentiras de Laura es por poner contexto y porque me parece genial que sea capaz de meter esas bolas tan estrambóticas. Lo que me hace mucha menos gracia, por no decir ninguna, es que sus palmeros no pierdan el tiempo en intentar apuntalar tan increíbles explicaciones. Pero la peruana miente para intentar salvarse. Como concursante no tiene un compromiso expreso de decir la verdad. Lo mismo que pasa en un juicio, un testigo está obligado a no faltar a la verdad a riesgo de ser acusado de perjurio. No así el acusado, a quien se permite mentir en su defensa.
Otra de las formas que tiene Laura para intentar arreglar los platos rotos es “borrar el casete”, como ella dice. O sea, intentar pasar el “neuralizador” de la película ‘Hombres de negro’ ante su mirada y la de su oponente. La discusión del lunes por la noche tuvo continuidad ayer por la mañana. Laura acusó a Jessica de haberla llamado “mentirosa” cuando esta solo había pedido que no mintiera sobre algo concreto. Y respondió con la virulencia acostumbrada, llamando a la empresaria “loca de mierda”. Más tarde, ya por la tarde, aceptaban la iniciativa de Gustavo Guillermo y tenían una pacífica reunión en el que terminaron haciendo las paces y borrando los casetes que hicieran falta.
Laura va por la vida como una apisonadora, según la acertada definición de Javier Fernández. Por eso no es extraño que Jessica llore tras los encontronazos entre ambas. También es verdad que es más sensible a lo que se exige a quienes viven esta experiencia, lo cual no quiere decir que me parezcan bien las críticas que le han hecho Oriana o Carmen Alcayde por esto. Es incoherente que la colaboradora televisiva ante el llanto de su compañera afirme que tiene un problema por el cual debería tratarse. Se olvida de lo mucho que lloró cuando llevaron a su novio. Anoche, sin ir más lejos, lloraba porque el programa no les está poniendo imágenes de lo que pasa en la casa, pero de esto hablo en el Mokeskine de hoy (vídeo al pie de este escrito).
Esta estrella de la televisión americana (evítese decir latinoamericana) es un sueño de concursante. Esto es así por diversas razones, entre otras la facilidad que tiene para recomponer lo roto por ella misma. Dicen algunos en la casa que es el Dragon Khan, una montaña rusa por la que ahora está arriba del todo y de inmediato puede estar a ras de suelo. Es una superviviente de la vida, por eso inventa excusas como nadie. También es una experta en hacer la pelota a aquellos que ofende. Otro de sus trucos es el de la virgencita. A Albert Infante le dio una virgen que quitó de su propio cuello, gesto imposible de no agradecer. Apuesto que lleva una bolsa llena de vírgenes para regalar.
Anoche se salvaron Karina y Zeus, los dos cantantes en otras dimensiones (ella en un pasado y él en sus deseos). Los salvados tuvieron un regalo que descansó durante toda la gala en el jardín de la piscina. A Karina le llevaron el sillón que ha reclamado estos días, con la dificultad de que no cabía por la puerta de su casa. El regalo a Zeus fue un micrófono de mentira para que terminase la gala haciendo playback de una de sus canciones. La expulsión de mañana es cosa de dos. Luca Dazi y Alex Caniggia se batirán en un duelo desigual. El futuro no está escrito, pero sería decepcionante que un concursante prometedor como el argentino fuera a caer frente al “miniyó” de Oriana, esa copia que no mejora el original.
Durante toda la gala de este martes estuvo planeando la posible visita de Cupido a la casa de Guadalix de la Sierra. Tengo el propósito de abrir la mente ante posibles carpetas, lo cual ha valido para que me llamasen “carpetero”. Considero posible que haya algo entre Pilar Llori y Luitingo porque veo a los dos con ganas. A pesar de lo cual no parecían a gusto con que Laura Bozzo hablase de las flechas de Cupido, que son las del amor en la canción de Karina. Como si la audiencia no se hubiera enterado sin necesitar que lo cuente nadie desde dentro en una gala.
Lo que no veo es que vaya a haber nada entre Zeus y Susana Bianca. Es una relación sin futuro porque esta última ha dejado claro desde un principio que no siente atracción alguna hacia el hijo de la Montiel. Ella es un corazón con patas, por lo que intentaría hacer sufrir lo mínimo a cualquiera, más a alguien que trasmite una imagen de fragilidad bastante importante. Cuando escribo estas líneas (algo antes de las siete de la mañana) ellos dos continúan despiertos (y no son los únicos), supongo que intentando aminorar el impacto de la realidad, evitando que Zeus se sienta víctima de un rechazo amoroso.
Oriana quiere decidir cómo se tiene que hacer este programa, algo en lo que es apoyada por una Carmen Alcayde una vez más arrodillada ante los deseos de su ama. De esto hablo en el Moleskine de hoy.