Solo quedan los daguerrotipos de Bosco y Asraf, últimos concursantes nominados. Hoy iré con el de Bosco y mañana Asraf. Antes de eso me gustaría comentar ese momento inédito revelado en el programa del domingo en el cual Jonan se disculpa con Bosco por haberlo nominado. Explica Jonan que no nominaría nunca a Asraf, a pesar de la “movida que tuvimos” y pone como ejemplo que Bosco hubiera tenido que elegir entre Artur y Arias. Supongo que para Jonan está claro el voto de Bosco a Artur puesto en esa tesitura. Pero lo que me interesa viene justo después. Bosco dice: “No, si te lo agradezco, lo prefería así”, y cuando Jonan pregunta la razón dice: “Porque así… de una”.
No sé si se entendió o si hay interpretaciones diversas sobre lo que quiso decir Bosco. La mía es que si Jonan llega a nominar a Artur este hubiera sido el elegido del grupo. Entonces Adara (última líder) tendría que haber elegido entre Jonan y Bosco, por lo que se habría decantado por nominar a Bosco sin ninguna duda. Bosco le da las gracias a Jonan porque prefiere haber quedado nominado por su voto en lugar del de Adara. Empiezo a pensar que está pillado de verdad si le da importancia a esto.
Y vamos al tema:
Bosco Blach ha sido el auténtico náufrago de Supervivientes 2023. Su espíritu independiente y solitario le convirtió en una especie de ermitaño al que parecía hasta molestar ser preguntado por las cosas sucedidas a su alrededor. Me parece cierto que tiene cierta alergia a la confrontación, lo cual es fácilmente interpretable como que está rehuyendo el compromiso. Pero me inclino a pensar que le hacía sentir molesto ser preguntado por los roces de la convivencia porque esa era una forma de salir de su elegida soledad y sentirse parte de un grupo al que nunca quiso pertenecer. Como un niño Mowgli, solo después de exponerse repetidamente a los peligros de este juego termina abriéndose y al final me ha parecido que hasta le cogía gusto a comunicarse.
Bosco ha hecho extensible la exposición a los peligros del juego con una particular exposición a peligros reales al desoír de forma repetida las indicaciones de los supervisores del programa sobre no traspasar determinados límites en el entorno de cada ubicación. Confiado en sus dotes de buen nadador se alejaba más de lo aconsejable y marcado por los responsables del programa. Esa necesidad de ir a su bola y hacer lo que en cada momento le apetecía dio más de un disgusto al equipo del programa e hizo que fuera castigado duramente como medida de presión para evitar que siguiera desoyendo sus indicaciones. Su espíritu libre, independiente y algo salvaje fue motivo de preocupación en muchas ocasiones.
Poco dado a comunicarse con los demás, como digo, se llevó bien con algunos compañeros, a quienes vio más como iguales. Digamos que le incomodaba mucho más hablar con el presentador que con el grupo, aunque creo que Bosco debe ser partidario de lo dicho por Groucho Marx: “Nunca pertenecería a un club que admitiera como socio a alguien como yo”. Raquel Arias es con quien más confianza llegó a tener, tal vez porque ambos coinciden en que ni siquiera se les nota cuando discuten. Frente a aquellos que parecen estar siempre discutiendo porque se alteran y elevan la voz enseguida, Bosco parecía estar disimulando cuando se decidía a hacer alguna observación mínimamente crítica.
Tampoco ayuda a Bosco esa especie de dialecto al que podríamos atribuir cierta inspiración en Cantinflas, el personaje interpretado por el actor mexicano Mario Moreno. Su principal característica era hablar y hablar sin que se supiera lo que decía en realidad. Por eso Bosco es capaz de hacer un demoledor análisis sobre el concurso de Raquel Mosquera sin que esta se ofenda. Tanto que le molestó la comparación de Jonan con Aramís Fuster (en realidad dijo que ambas eran icónicas, según parece), para luego permanecer callada cuando Bosco viene a decir que es como un pesado fardo para el grupo en las pruebas. Lo mejor es que una semana más tarde comprobamos que era exactamente así al ser arrastrada por Ginés sobre la arena como si fuera un saco de patatas, sin oponer resistencia alguna en una prueba.
Por todo lo dicho, cuando fue preguntado por lo que estaba pasando a su alrededor se mostraba incómodo y entonces activaba el dialecto Cantinflas para que no se entendiera nada de lo que decía. ¿Estaba o no en lo cierto? Nunca lograremos saberlo, aunque al ir relajándose poco a poco le hemos ido entendiendo mejor. Bosco no solo ha rehuido dar explicaciones sobre sus actitudes, sino que cuando se animó a darlas era casi imposible que se entendiera lo que decía. Ya se encargaba él de dar la impresión de estar en misa y repicando a la vez. Si tuviera que ganar quien ha hablado menos de sus compañeros, me refiero a hablar mal, obviamente ese sería Bosco. Ojalá llegar a la conclusión de que este programa lo gana quien inflige menos daño a sus compañeros y rivales, porque de ser así se lo llevaba de calle Bosco.
Otro criterio que le haría igualmente ganador sería valorar quién tiene más dotes para sobrevivir en una isla desierta como un auténtico náufrago. Artur y Jaime lo pudieron demostrar, aunque solo este último llegó a estar días solo (en concreto una semana) porque Artur siempre tuvo compañía. Otros concursantes han demostrado tener fortaleza física y mental, pero Bosco complementa esas ventajas con su tendencia a la soledad y una incuestionable independencia. Esto le lleva a moverse con facilidad en condiciones tan extremas sin que, como sucede con las bailarinas de ballet clásico, apenas se le note porque no deja nunca de mostrar una sonrisa y transmitir una sorprendente adaptación a las circunstancias. No recuerdo haber visto a Bosco quejarse.
Sin ninguna preocupación por que se note su aportación a la supervivencia del grupo, Bosco ha hecho de todo y más. Pero nunca contó cuántos peces llevaba capturados ni relató lo que iba haciendo para hacer notar su esfuerzo, aparentemente mayor en cuanto se hace el relato más largo y detallado, algo en lo que algunos concursantes se hacen expertos. Mi abuela materna también sabía hacerlo a perfección cuando para dar la impresión de haber realizado más tareas, en lugar de contarte que había fregado el suelo de toda la casa te iba enumerando cada una de sus estancias. A veces incluso duplicaba la tarea relatando cómo había barrido primero y pasado la fregona más tarde. Y así en cada habitación, por supuesto.
El Bosco que llegó a los cayos Cochinos y el que vuelve es otro. No sé si es por su juventud o por lo singular de su carácter, pero nadie más ha evolucionado tanto en estos casi cuatro meses. De él sí que se puede decir eso de tan iguales y tan distintos, base del argumento en uno de mis últimos escritos. Empezó cerrado en sí mismo como una cochinilla, para poco a poco irse abriendo más y más. Le ha perdido el miedo a expresar su opinión y ahora mismo creo que al fin se siente integrante de un grupo, como nunca antes le había pasado. Tanto es así que hasta se ha atrevido a dar el paso de contar sus reales sentimientos hacia Adara. Creo que no ha querido dejar escapar esa oportunidad y tener que lamentar lo que pudo ser y no fue. A mí me ha convencido de que es real lo que siente en menos de una semana, lo cual no es poca cosa.
Bosco me ha convencido en general, aunque esto le haya costado bastantes días más. Considero admirable su capacidad para resistir tanto tiempo solo, aunque estuviera rodeado de gente. ¿Qué fortaleza mental hay que tener para resistir en esas condiciones una prueba ya de por sí dura? Curiosa manera de hacer más fácil la experiencia. Para cualquiera hubiera sido una dificultad añadida y en muchos casos absolutamente insalvable. Bosco, el indomable, el de espíritu libre, el independiente, el singular. Empecé viéndolo como un flipado y hoy me parece un niño inconsciente que no sé de dónde saca tamaña fortaleza. Un niño que a punto está de hacerse mayor, y todo en tan solo cuatro meses.
En una de mis últimas turras, analizo lo dicho por Asraf en su puente de las emociones sobre el perdón que le debe Adara. Y última tanda de momentazos candidatos a los Premios Tortuga, que daremos durante lo que queda de semana.