Eso y no otra cosa deben estar pensando los cinco concursantes que quedan en el juego. ¡Qué mala uva! Tener que terminar en la misma playa donde comenzaron, un lugar mucho menos agradable que cayo Paloma, de donde vienen. En playa Uva hace un calor inaguantable, no tiene esa pinta de paraíso de la mejor ubicación, según dicen cada año los concursantes. Hay, además, muchos insectos. No solo mosquitos, también esas pulgas de la arena de la playa que en las primeras semanas dejaron a todos marcados, físicamente, me refiero. ¡Qué mala uva! Pasar las últimas semanas así, dicen los concursantes. En realidad, ellos están convencidos de que solo queda una semana, lo cual cuadra con los cálculos de número de concursantes.
En ocasiones anteriores llegó a los estudios de Mediaset el día de la final el helicóptero cargado con cuatro concursantes y uno de ellos quedó fuera en los primeros minutos al conocerse el resultado de la votación popular. Si así fuera cuadra que esta noche se cerrase la palapa y el jueves próximo fuera la final, aunque se había comentado por ahí que iba a ser una semana más tarde. Sobre las votaciones también podrán exclamar los concursantes: ¡Qué mala uva! Porque esta semana han tenido que ser suspendidas, como contábamos ayer. Será durante la gala de esta noche cuando se abra una votación exprés, de la que quedará expulsado Artur, Adara o Bosco, ya que estos son los tres nominados.
Y es que esta noche la gala tiene dos polos de interés máximo. Por un lado la apertura de nueva votación para elegir expulsado, y por otro la noticia bomba que conoceremos los espectadores al mismo tiempo que los concursantes a las doce de la medianoche y que afecta a ambos, aunque especialmente a ellos. Si sirve de pista, la nota de prensa sobre esta gala no habla de nominaciones, tampoco de prueba de líder. Solo de un juego de recompensa y la noria infernal a la que se someterán… los fantasmas del pasado. Alejandro Nieto y Oriana Marzoli se enfrentan a un reto que mucho me temo tiene una previsible resolución.
El incidente con las votaciones no resta importancia a la expulsión de esta noche, posiblemente la última que vivan desde la palapa los concursantes. No voy a hablar sobre cuál de los tres nominados debería irse porque ya comento en el Moleskine del gato del vídeo de hoy (al pie de este escrito) mi preferencia sobre los tres concursantes que deberían ser finalistas. Por tanto, es innecesario repetir argumentos. En cualquier caso, Artur me ha parecido un buen concursante, algo egoísta con la comida y demasiado poco comunicativo, lo cual se puede explicar por su dificultad con el idioma. Ha resistido sin apenas quejarse las duras condiciones de la playa de los Olvidados, y los avatares de la convivencia en el resto de las ubicaciones, una vez volvió a integrarse en el grupo.
Si algo me puede hacer admirar el concurso de Artur es que haya sido prácticamente inmune a la trampa de Asraf, el gran manipulador de esta edición. Artur no cayó nunca en esa trampa, evitando participar de su juego. Mientras casi todos los demás facilitaban el camino a Asraf al caer en su manipulación, Artur miraba a otro lado. Saber escapar a lo que ha sido el gran asunto ocurrido a su alrededor durante tres meses hace presumir que Artur tiene una fortaleza mental extraordinaria. Se dice que pocas personas son capaces de no dejarse influir por el suero de la verdad que algunos de los ejércitos más poderosos del planeta han utilizado en las confrontaciones bélicas importantes de las últimas décadas. Sospecho que Artur podría ser una de ellas.
Basándome en esa fortaleza podría considerar que Artur merece ser finalista, y lo merece en verdad. Si lo descarto es porque no pueden llegar los cinco y por el escaso contenido que ha facilitado en los más de cien días que lleva durando esta aventura. Y ha sido, precisamente, esta semana cuando Artur ha debido tomar una decisión fundamental para el grupo en un nuevo dilema del pirata Morgan. Es de esos dilemas que me gustan porque demuestran, una vez más, como cooperar es más rentable que competir. Artur ha demostrado tener una inaudita fortaleza mental, pero no parece ser muy intuitivo. Su inteligencia emocional no se mueve con facilidad en cualquier cosa que esté relacionada con la generosidad. Ahí invaden su mente densos nubarrones.
Me pareció torpe Artur porque en el pergamino que explicaba la misión se explicaba perfectamente que ponía a prueba la generosidad de nuestros robinsones. Se entendía perfectamente por dónde iba la cosa, incluso leyendo los pergaminos Alejandro Nieto. Este fantasma del pasado hubo de mojarse eligiendo de menor a mayor a los concursantes según su grado de preocupación por sus compañeros. Una vuelta de tuerca más a las típicas preguntas sobre quién es mejor superviviente o más trabajador. Ocuparse de sus compañeros no significa ser más activo, como parece que lo interpretó Alejandro. El orden de este visitante fue el que sigue: Artur, Jonan, Adara y Bosco. En ese orden debían subir a la atalaya por lo que Artur fue el primero.
Al llegar, Artur tuvo que afrontar el primer dilema. Aunque sea un spoiler debo añadir que fue también el último. Tenía que elegir entre comer pizza y atenerse a las consecuencias de ello, o dejarle la pizza al siguiente compañero. Se trataba de una elección a ciegas, por lo que no podía saber si se trataba de una porción pequeña o grande de pizza. Era pequeña, diría que muy pequeña. Al lado había un cuenco lleno de pollo ya cocinado, imagino que por el veganismo de Jonan. Artur eligió comerse la pizza. Cuando la tenía cargadísima de pollo le dijo a Alejandro que no se había puesto mucho pollo. La cara del ganador de la pasada edición era todo un poema. No sé lo que entenderá por mucho.
Al bajar, el pergamino que custodiaba Alejandro indicaba que si el primero en subir no hubiera comido pizza habrían seguido subiendo por orden para someterse al mismo dilema. En cuanto uno de ellos comiera el juego se interrumpiría y el resto no tendrían opción de enfrentarse al dilema ni a comer pizza. Si todos decidían ceder la pizza al siguiente esta podría ser repartida entera entre todos. Solo Artur había podido comer. Además, una porción enana, por mucho que la cargase de pollo. Como digo, otra vez hubiera sido más interesante para ellos cooperar y compartir el premio, en lugar de competir.
No sentó bien en el grupo que la poca generosidad de Artur les dejase sin pizza. Fue Adara la más beligerante, aunque después de abroncar a su compañero se disculpaba reconociendo haberse puesto nerviosa. Ella también estaba siendo un poco egoísta. En la naturaleza humana está el egoísmo, por lo que mucho más importante que ser generoso era ser inteligente, en este caso y en todos. Ya digo que no era complicado intuir por dónde irían los tiros, por lo que la decisión más inteligente hubiera sido quedarse sin comer y esperar acontecimientos.
Playa Uva es maldita no solo por lo ya indicado, sino porque a algunos (Jonan es uno de ellos) les hacer recordar las discusiones frecuentes que allí se daban. Sin haber sido muchas, en general, creo que las discusiones les han saturado y por eso ahora viven en una balsa de aceite, esperando que pase la mala uva y llegar pronto a Madrid en helicóptero. Eso sí, están aprendiendo lo que no esperaban gracias a Alejandro. La vitrocerámica es lo último. ¿En qué consiste? Pues en poner una piedra sobre el fuego y cocinar el pescado en la piedra. Después de hacerlos al espeto, en la sartén o cocidos, acaban de descubrir que los pueden pasar por la piedra. Por cierto, poco después aparecía Oriana. Viéndola en la distancia y sin saber todavía de quién se trataba, Artur y Bosco dijeron que bien porque llevaba tanga. “¡Qué fuerte, chaval!”, afirmó Jonan.
Ya no procede nominar, por lo que en el Moleskine del gato de hoy me pongo en la tesitura de elegir mis tres finalistas de Supervivientes 2023. ¿Quieres saber quiénes son? Además, nuevos finalistas de los Premios Tortuga.