Me llama la atención observar cómo concursantes y público tienen tan poco en cuenta a veces que en su esencia el reality es un juego de supervivencia y convivencia, pero también un juego psicológico. Cuando contamos que Asraf tiene una estrategia consistente en sacar de quicio a sus compañeros no estamos hablando de algo censurable o no lícito. Si existiera algún “pecado” en dicha actitud sería que la audiencia sea consciente del objetivo no declarado por el concursante. Si este comparte su estrategia con el espectador le está haciendo cómplice y no hay error. Pero es una torpeza dejar las cartas al descubierto, mostrando el propio juego sin pretenderlo.
Algunas personas juzgan la actitud de Asraf desde un punto de vista moral y otros le exculpan en la consideración de que es su manera de jugar. Sucede que unos y otros no conservan idénticos presupuestos morales ni esa misma concepción abierta (además de acertada) del juego cuando la situación es otra. Si Adara y Jonan ayudan a dejar las cartas de Asraf al descubierto, confirmando lo que muchos ya habíamos apreciado sin necesidad de ayuda alguna, se les tilda de desleales o malos compañeros. Y cerca del delirio otros llegan a considerar que están dando a ese concursante un trato degradante, llegando a verter graves acusaciones y empleando figuras delictivas tipificadas en el código penal. Evito reproducir esas acusaciones, pero creo que están en la cabeza de todos.
Tanto Asraf como quienes hoy son sus oponentes y eran sus aliados hace días están usando estrategias lícitas dentro del juego. La principal consideración a hacer es que tanto cuando presumían de tener una amistad como ahora que están enfrentados eran igualmente rivales. Y, como tal, pueden utilizar la estrategia que quieran con el objetivo común de eliminar a los contrarios y ganar el concurso. ¿Estoy diciendo que el fin justifica los medios? Evidentemente, no. Pero es un disparate perder de vista la parte de juego psicológico que tiene este concurso.
Si una persona está trabajando en una empresa y tres o cuatro compañeros se alían para hacerle la vida imposible están teniendo un comportamiento punible, censurable igualmente desde el punto de vista legal como el moral. Sin embargo, el reality permite un juego psicológico para el que sus participantes deben estar preparados. Es una posibilidad, y dependiendo de cómo lo plantee una parte y lo afronte la otra será la audiencia quien decida si lo aprueba o no. Es un juego arriesgado porque puede salir bien o mal, pero en ningún caso hay un mal trato al concursante, que debe saber dónde está y a lo que se puede enfrentar. Naturalmente, no todo vale. Hay actitudes que no pueden consentirse en ningún caso. Y del mismo modo digo que no suelen producirse tratos vejatorios, porque si así fuera el programa tomaría medidas de inmediato, como ha demostrado sobradamente.
Quitando el tono elevado propio de muchas discusiones, no he visto a Asraf perder el respeto a ningún compañero, del mismo modo que ningún concursante le ha perdido el respeto a él. ¿Qué Asaf intenta sacar de quicio a determinados concursantes? pues adelante con los faroles. ¿Qué varios concursantes se empeñan en desenmascarar a Asraf, hartos de su estrategia? pues adelante también. Ni uno ni otros están haciendo nada que no se contemple dentro de un reality. La prueba de que la parte de juego psicológico es importante, más incluso que todo lo demás, la tenemos en aquellos concursantes que han participado en Supervivientes y en Gran Hermano. Si son preguntados por cuál de los dos realities es más duro, indefectiblemente responden que Gran Hermano. En condiciones de vida enormemente más favorables resulta más duro porque el juego psicológico es mayor.
Digo todo lo anterior porque estoy harto (hartísimo, para ser más exacto) de que se acuse a concursantes de reality de estar acosando o dando un trato vejatorio a otro u otros compañeros. Para que terminen de entenderlo aquellos que todavía no se han bajado del burro, es como si yo pongo una denuncia al autor de los pasatiempos de mi diario favorito porque he tenido un pico de estrés intentando resolver el crucigrama. Nadie me ha obligado a esa tortura, a la que me he sometido de forma voluntaria. Lo que no vale es presumir si lo termino rápidamente y quejarme de la presión psicológica que comporta enfrentarse a esa prueba si se me atraviesa la definición de la línea 4 horizontal (tas, yunque de platero).
En relación con lo anterior, Alexia Rivas (fantasma del pasado que llegó el jueves) se queja de que tres personas se pusieran en contra de Asraf durante una discusión que este empezó teniendo con Artur y en la que Alma solo había intentado mediar, como bien dijo Adara (en realidad lo escribió, porque no podía hablar cumpliendo su cuarta penitencia). Poco criterio demuestra tener alguien que cuando ve a tres personas defendiendo una opinión contraria a la de una cuarta se pone del lado de este último porque está en minoría. Una cosa es simpatizar con las minorías y otra sacrificar la propia opinión por defender a quien tiene una posición de debilidad en la conversación, exclusivamente porque se ha quedado solo defendiendo su postura. Si Alexia consideraba que tenía razón se podía haber sumado y ya hubieran sido dos. Pero es absurdo que intente limitar la libertad de opinión de un grupo numeroso por serlo.
Lo de los fantasmas del pasado siempre es buena idea, aun tratándose de Ana María Aldón y Alexia Rivas. Pronto llegará también Alejandro Nieto (ganador de Supervivientes 2022), aunque no sé si va a coincidir con ellas dos. Lo más curioso es que entraron Ana María y Alexia defendiendo a muerte a Asraf, pero anoche evitaban claramente apoyar sus quejas por el reparto de la comida o la actitud del grupo ante el reto de la supervivencia. Le salió mal el ataque a Asraf porque ni Ana María ni Alexia coincidieron con él. Además, Ion Aramendi felicitó al grupo por los muchos peces capturados y su actitud en general.
Alexia lloró disgustada por no saber escuchar a Alma, que solo quiso proyectar luz sobre una discusión dejando claro que Asraf y Artur no estaban llegando a un acuerdo porque hablaban de cosas diferentes. Y Ana María fue la primera en darse cuenta de cómo es Asraf cuando este cuestionó su criterio en el reparto de la comida. Como hace siempre, Asraf discrepó del reparto hecho por Ana María porque pensaba que comería más pescado aquel que se quedaba uno grande que quienes tenían tres más pequeños. El esfuerzo de calcular si obtiene más comida uno u otro. Pero la discusión no es esa, sino ¿por qué Asraf le mete el dedo en el ojo incluso a unas fantasmas del pasado que han llegado estando claramente a su favor?
Y aquí va mi respuesta a la duda que planteo, algo que pienso de siempre y no había llegado a expresarlo antes con claridad. Creo que lo de Asraf es en buena medida no premeditado, correspondiendo exclusivamente a su carácter. Hay una parte que es provocación medida, consciente y planeada, pero también la que surge de su carácter. Asraf es insistente y protestón. Con su forma de ser logra enervar a buena parte de la gente que lo rodea. Otros son inmunes y le toleran la actitud, aunque probablemente reconozcan como cierto esto que estoy contando. Para aguantarle muchas veces es necesario mirar para otro lado, apretar los dientes y contar hasta veinte. Quién lo haya superado de este modo que hable ahora o calle para siempre.
En el Moleskine del gato comento la reacción de Manuel en plató cuando ve los vídeos con la evolución de los acontecimientos respecto a la relación entre parte del grupo y Asraf. Y también lo rápido que las fantasmas del pasado se han adaptado al estilo de vida de Supervivientes. Y más momentazos, más.