Si tenemos en cuenta que el martes de la pasada semana se salvaron Adara y Asraf lo más lógico es pensar que hoy este último será el primero en recibir la noticia de su permanencia en el concurso. Por tanto, lo previsible es que Ginés y Yaiza se enfrenten a la decisión final y uno de los dos sea eliminado en la palapa y desterrado junto a Jaime y Artur. Cuando Asraf se salve, la pareja formada por Ginés y Yaiza ya sabrá que llegó el momento de separarse, aunque tienen asumido que muy probablemente sucederá eso. Digo más, creen que saldrá Yaiza, pero ¿qué nos conviene más?
Ya sé que Yaiza es la última en llegar y su presencia en el concurso se debe a la necesidad de no desaprovechar algo que podía suceder y pasó. Ginés le juró amor eterno a su exmujer, junto a quien había firmado los papeles del divorcio días antes de partir hacia Honduras. Y diez días más tarde escenificaba una boda oficiada por un Diego casi más entusiasta con ese paripé que los propios contrayentes. No soy quien para juzgar a nadie, pero la pirueta de Ginés con dos de las mujeres de su vida ante los espectadores de este programa no le dejó en buen lugar. Aun así, no lo veo motivo para merecer la expulsión. Si acaso porque lo de la boda fue un poco ridículo, pero en eso tanto monta, monta tanto, Ginés como Yaiza.
La cosa es decidir si nos conviene más la expulsión de uno u otro, en el convencimiento de que no le ha llegado el momento a Asraf, que todavía debe sacar de quicio un poquito más a todos sus compañeros, incluidos aquellos que siguen siendo sus aliados. Y la respuesta no ha variado para mí desde hace una semana. Aunque entonces prefería la salida de Arelys, como así sucedió, entre mis preferencias le seguía Ginés. Lo explico muy rápido: tras un comienzo algo más prometedor, llevamos semanas viendo un Ginés silente, que se mantiene en un segundo plano voluntario, con miedo a destacar. Los episodios personales ventilados ante toda la audiencia lo han convertido en un concursante introspectivo, que despierta fugazmente y cuando lo hace es para quedar mal. Por ejemplo, con su imitación burda y sin gracia de Adara cuando se salva los martes.
Ginés no me despierta casi nada, se ha convertido en un concursante inane, la nada más absoluta. Ha llegado su momento, por tanto. Sin embargo, Yaiza sigue siendo la misma que descubrimos horas después de llegar a los cayos Cochinos. En estos últimos días ha amenazado con partirle la nariz a Adara y sigue teniendo continuos gestos de desprecio hacia Asraf, como cuando le dice que desaparezca sin atender a su petición de que deje respirar el fuego antes de poner a calentar su comida. Ambos gestos son bastante intolerables, pero al menos provocan algo en el espectador, aunque sea una reacción indudablemente negativa. Yaiza es una concursante viva, que no ha encontrado su techo. Es decir, todavía me puede caer peor. Sospecho que mucho peor, incluso. Es una villana soez, aunque bien mirado todos los son. Y en un reality siempre viene bien un villano, un muñeco de pimpampum o alguien grotesco. Si reúne las tres condiciones mucho mejor.
No hace falta decir que mi eliminado de hoy es Ginés, aunque me parece que será Yaiza. Que el voto sea para salvar no ayuda a los villanos. Es como cuando uno se corta antes de darle “me gusta” en redes sociales a la noticia de una muerte. La sensación de estar jaleando la muerte es parecida a la de salvar al villano, por mucho que lo hagamos en defensa propia. Quiero decir en defensa de nuestro papel de espectadores en esta historia. Que sean otros quienes juzguen a Yaiza, mientras tanto dejémosla seguir animando este cotarro. A lo tonto se nos está quedando una edición épica, con mucho más contenido comentable que en las anteriores más recientes. No digo que sea gracias a Yaiza, pero la villana pone de su parte.
Veo grietas en la relación de conveniencia establecida por Adara y Jonan con Asraf. Incluso entre los dos primeros. De otro modo no puedo interpretar los consejos que Adara le daba a Asraf, que se pueden resumir en que debe levantar el pie del acelerador y relajarse un poco. Se entrega tanto y tan obsesivamente en provocar la compasión del espectador que se le termina viendo el plumero. Jonan se sumó a Adara en la conversación, que Asraf dijo no entender hasta el final porque con él deben simplificar. Lo dice el concursante menos simple y con más pliegues de cuantos han pisado Honduras desde el mes de marzo. La bronca por despertarles de madrugada por estar cogiendo cangrejos no es más que un lance de la convivencia, pero también es indicativo de que en este trío hay dos que van por un lado y luego está Asraf.
La pareja de Adara y Jonan tiene pinta de ir a estallar en cualquier momento, aunque la experiencia de la primera y los momentos de meditación del segundo pueden impedirlo. Es posible que lleguen juntos hasta la final, pero me extrañaría mucho no ver antes de eso a uno poniendo palitos en las ruedas del otro. Seguramente lo harán con una sonrisa y antes o después de pasarle la mano por el lomo con todo su cariño. A Dios rogando y con el mazo dando. Me pueden llamar susceptible (ya lo hacen, y cosas mucho peores, no sé por qué insisto en dar permisos sin deber), pero no lo interpreté de otro modo cuando vi el martes a Jonan riéndose y destacando a voz en grito junto a Alma la cara de loca que ponía Adara dando la matraca mientras cocinaba. Como queriendo decir.
Jonan es un concursante muy inteligente, probablemente de los que más entre quienes hemos conocido en este reality. Su maniobra apartándose del grupo y aliándose a Adara y Asraf, más a la primera que al segundo, le ha exigido cambiar de registro. El Jonan del buen rollo, que evitaba el conflicto incluso frente a una Raquel Mosquera que lo sacaba de sus casillas, es ahora un crítico cáustico y acerado capaz de destilar todo su desprecio contra un equipo donde están algunas de las personas que llevan siendo sus más afines desde el principio. Solo el buen carácter de Alma, o su buen corazón, ha permitido que Jonan no quede como un traidor que deja en la estacada a la persona que ha estado a su lado desde el principio, pendiente de que cada recompensa tuviera su versión vegana.
El episodio del pincho de tortilla tuvo su continuación al día siguiente, según vimos ayer en el diario y la última hora. Nos enteramos ahora de que en el origen del día anterior estaba que les habían hecho votar a todos por el peor superviviente, y la mayoría eligió a Adara. Ese era el punto que me faltaba saber para entender el contexto. Volvieron a subir todos menos Yaiza, que no quiso. El baúl lo portaron en este caso solos Jonan y Adara, mas el primero que la segunda. Y en la atalaya había solo cuatro platos, el pirata debió comerse uno de los pinchos. Hasta llegar arriba no retomaron la negociación, en la que todos mantuvieron la misma opinión. Jonan le preguntaba por su opinión a Bosco, extrañado porque nunca pelea por la comida. “No es una cuestión de la comida, sino de mantener mi opinión”, contestó. Semanas censurando su tibieza y cuando da su opinión tampoco gusta.
Al final Adara claudicó y se quedó con el pincho más pequeño. Insisto en que no más de lo que ponen muchas cafeterías en Madrid, aunque sí era la mitad que el de Diego. La discrepancia se terminó reduciendo a si merecía el peor trozo Adara o Bosco, que para Jonan están muy parejos. ¿De veras piensa Jonan que es mejor superviviente que ellos dos? Como espectador es difícil de valorar porque no vemos lo que hacen todo el día, pero no creo que la duda esté entre Bosco y Adara solo, sino que añadiría a Jonan. Diego destaca sobre ellos porque es quien más pesca y le he visto cuidar el fuego, lo cual puedo decir también de Bosco, pero no de Jonan o Adara. La cuestión es que para disfrutar de la recompensa alguien tiene que llevarse la porción menor. Adara sufre, llora y se muestra frustrada por ser ella, lo cual considera una humillación. Pero de no ser ella alguien tendría que haber sido. El juego estaba así planteado.
En el Moleskine del gato hablo un poco más de las burlas sobre Adara de un Ginés que despierta pocas veces y para eso mejor está en ese segundo plano por él elegido. Además, El gato nomina, un día más tarde de lo habitual en este caso.