1. Mira quien baila se grabará justo al ladito de donde se graba Hospital central. Por lo tanto no fue extraño ver a Vilches departiendo alegremente con una compañera de trabajo cerca del camerino ni a Pablo Carbonell salir de la cafetería de enfrente (bueno, la cafetería de Estudios Picasso, donde hay gigantescas fotografías que matarían de un susto a la Belén Rueda que conocemos hoy). Lo único extraño es que Pablo Carbonell llevaba un lamparón del tamaño de Francia en la camisa.
2. En los pasillos de acceso al estudio me encontré con varios extras de Hospital Central. Muchos de ellos eran, naturalmente, enfermeros y enfermeras. Pero había también alguien que interpretaba a un mendigo. La pista para llegar a esta conclusión fue un papel pegado en la puerta de los camerinos que informaba al equipo de que se cambiaba cierta escena de un mendigo. Pues bien, cuando ya abandonaba las instalaciones me di cuenta de que o bien en Hospital Central tienen un equipo de caracterización extraordinario o bien sus directores utilizan los métodos del Actor's Studio para que los intérpretes lleguen a sentir lo que están interpretando. El mendigo olía fatal.
3. Durante la rueda de prensa, Poti (¿qué tipo de nombre es Poti?) y Pilar Rubio se trajeron así un rollo jijijaja porque había un gran secreto, una enorme sorpresa que querían desvelar pero no les dejaban y tendríamos que esperar todos al miércoles para saberla. Apenas una hora después Pedro Piqueras abría su informativo diciendo que Susan Boyle sería la gran estrella invitada al primer programa. Ah, la falta de comunicación puede arruinar una pareja y también un cebo televisivo.*
*aclaro: no era esa la sorpresa, puesto que lo de Susan Boyle venía explicado en el mismísimo dossier de prensa. Pues será otra, ¡qué intriga!
4. Carmen Lomana parecía estar muy hecha a bajar escaleras con mucho estilo y sin mirar hacia abajo para no matarse, pero Belén Esteban y Helen Lindes no tenían tanta práctica en la tarea. A Esteban la perdonamos, pero lo de Helen Lindes no tiene perdón. Que para ser miss sólo se pide saber bajar bien unos escalones, ni siquiera saber contarlos.
5. Cuando finaliza la rueda de prensa, en la que se dan detalles que ya podréis haber leído por ejemplo aquí, se da paso a la ronda de preguntas de los periodistas a los concursantes. Nadie pregunta nada. La directora de comunicación de Gestmusic alucina y hace grandes aspavientos ante lo que posiblemente considera un feo de los asistentes, pero no ha caído en que entre los periodistas y los concursantes hay una insalvable hilera de unos trescientos fotógrafos. En ningún momento hemos podido verles ni la frente mientras ellos hablaban. ¿A nadie se le ocurrió que podrían haberse apartado un momento? A mí sí, pero no me pagan para ir allí a dar sugerencias.
6. La sesión de fotos en las escaleras de acceso al escenario deja tristes anécdotas, como que un fotógrafo casi se mate y se cargue su objetivo cuando fotografiaba a Carmen Lomana sentada a la batería (?¿). La misma Lomana también acierta a definir de forma muy sintética todo ese lío de los photocalls cuando ante cincuenta flashes y cincuenta gritos pregunta: "¿pero esto en qué consiste, en mirar al que más chilla?".
7. Aquí llegamos a la parte interesante y la que tengo que coger con pinzas. Veamos. Tras la rueda de prensa y su eterna sesión de fotos comenzó eso que en el ramo llaman mesas redondas (o round tables, o junkets, o, más castizamente, corrillos) y Belén Esteban fue la primera en sentarse con los periodistas. Trece, en concreto. En otra parte del plató Pilar Rubio también se había sentado con periodistas. Tres. Pero volvemos a Esteban. Estaba yo cogiendo rodajitas de lomito ibérico con picos de jerez investigando otras cosas importantísimas del plató cuando se detectó mal rollo en el corrillo. Me acerqué. El representante de Belén, con formas muy poco cordiales, echaba en cara a los periodistas que estuviesen haciendo preguntas que no tenían nada que ver con Mira quien baila. Y digo con formas muy poco cordiales por ser extremadamente cortés, porque llegó a decir cosas como "tú no me toques", "tú te vas de aquí" o "esto se ha acabado". Yo hablo aquí como mero espectador y no entro a decir quién tenía razón porque Telecinco me da de comer no vi exactamente qué estaba pasando. Aunque imagino de qué puede tratarse cuando oí a Belén exclamár:
-¡Estoy harta de El Mundo!
Y no se refería a la humanidad, imagino.
A ver. Por un lado, Belén Esteban estará hasta el mismísimo moño de que le pregunten siempre por su vida. Por otro lado, poner a Belén Esteban sentada frente a trece periodistas y pretender que ninguna de las preguntas se meta de la más mínima manera en algo que tenga que ver con su vida privada es como entrevistar a alguien recién salido de Gran Hermano y no poder tocar el tema de su estancia en la casa. Pero en cualquier caso, no creo que ninguno de los trece periodistas que estaban allí tengan la culpa de nada de lo anterior y tengan que escuchar los gritos de nadie.
De todos modos, debo decir que Belén Esteban mantuvo bastante más la compostura que su representante, lo cual le da puntos. Y a mí me dio cierta tranquilidad, porque resulta que el siguiente que tenía que hacerle preguntas era yo.
8. Aterradonolosiguiente me acerqué a preguntar si ahora podía ser yo el que entrevistase un momentito a Belén Esteban. Su representante, que todo sea dicho, estuvo conmigo muy tranquilo y simpático, me pidió echar un vistazo a mi lista de preguntas para ella.
-¿Pero qué pone aquí? -me preguntó. Y con toda la razón del mundo. Lo que le estaba enseñando al caballero eran unos garabatos ilegibles que había escrito a toda prisa antes de salir de casa por la mañana porque llegaba tarde. Le expliqué que nada que debiese preocuparle. Todo preguntas de corte televisivo.
Y me senté con Belén en una de las mesitas que está allí dispuesta para el público. Las sillas son unas de esas transparentes que diseñó Phillippe Starck y venden en Kartell. Debo deciros una cosa sobre ellas: son un coñazo. Te caes hacia los lados continuamente y las patas son un poco endebles. Al minuto de sentarme con Belén había cincuenta fotógrafos que ilustraban la escena, porque es posible que todos tuvieran fotografías de Belén posando ante el escenario, posando en las escaleras, posando acompañada, posando en solitario, posando sonriente, posando bostezando, pero no había ninguna en la que estuviese sentada en una mesa. "¡¡Llevo dos horas posando ya!!", chilló Belén. Y luego me miró muy amable y me dijo: "Puedes empezar".
Belén es mucho más fina y educada de lo que piensa la gente. Y desde luego mucho más que otras que son consideradas finas y educadas. Pero no puedo dar nombres, que luego me llevo disgustos.
9. Cuando me iba también salía Carmen Lomana, que no sólo tiene ropa y complementos que son muy finos sino incluso un representante que es muy fino, vestido de traje y chaquetón color camel. Y entonces le dijo ella a él tras cruzarse a Toni Cruz, dueño de Gestmusic y productor del programa.
-¡Ya decía yo que conocía a este tío! ¡¡Si es el de La Trinca!!
10. Y lo peor de toda la jornada: me olvidé allí mi paraguas. Es pequeñito y verde, si alguien lo ha visto podía tener a bien enviarlo a la redacción de telecinco.es.