Los últimos días de mi trabajo en Isla Livingston han tenido lugar apoyando un proyecto de estudio de la dinámica de diferentes glaciares que hay en la isla. Para ello hemos tenido que recorrer previamente dichos lugares, pues no teníamos información de los mismos y era necesario explorarlos.
Isla Livingston está prácticamente cubierta por un espesor de hielo que en ocasiones alcanza los 300 metros. Ese hielo forma lenguas glaciares que caen en increíbles frentes al mar. También, en ocasiones, queda suspendido en las montañas que llegan a rozar los dos mil metros, sus cimas quedan decoradas con hongos de hielo y nieve como si de un gran pastel de merengue se tratase. En algunas zonas se forman anchos platós dando lugar a llanuras heladas que reproducen la típica imagen que podemos tener del continente antártico: superficies blancas vastísimas, pintadas de blanco y en las que a menudo se elevan formaciones de nieve labradas por el viento constante, los llamados sastruguis.
Algunos de estos glaciares son de interés para los investigadores. En concreto, para un grupo de la universidad Politécnica de Madrid que lleva muchos años en este rincón de la Antártida monitorizando una serie de glaciares para estudiar su dinámica y ahora amplían el interés a nuevas zonas. De ahí que tengamos que ir a explorarlas previamente.
Recorrer nuevas zonas siempre es emocionante, lugares que sólo habíamos visto en los mapas ahora se nos revelan como reales, por fin al alcance de la mano. Nos hemos encontrado con cientos de picos nuevos para nosotros, lenguas glaciares, caletas perdidas, y kilómetros y kilómetros de hielo prácticamente virgen. Todo ello esperando la llegada de los científicos para ser estudiado en las próximas jornadas.
Seguiremos informando.