Uno de mis lugares preferidos de los que se encuentran en las inmediaciones de la base antártica donde trabajo es la playa de Sally Rocks. Hasta ella se puede llegar con moto de nieve o con zódiac en menos de una hora desde nuestra base. He ido multitud de veces durante los nueve años que llevo trabajando aquí pero ayer nos encontramos con algo que nunca antes habíamos visto.
Al bajar desde la lengua glaciar que termina en la playa comenzaron a distinguirse decenas o cientos de puntos negros sobre las piedras y la nieve. En un primer momento no acertábamos a distinguir de qué se trataba, pero luego se fueron definiendo mejor los contornos de dichos puntos, que resultaron ser cientos de lobos marinos. Nunca habíamos visto tantos en ese lugar tan bello. Se trataba sobre todo de crías que descansaban al sol y jugaban entre ellas con persecuciones por la playa.
Algún macho grande deambulaba entre ellas y, en un rincón de la playa, descansaba un gran grupo de elefantes marinos. ¿Qué había pasado este año para que hubiesen criado tantos lobos? Puede ser la falta de nieve en un año más seco que los últimos o algún otro factor que se nos escape, pero resultaba impresionante ver tantos animales juntos en ese lugar.