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Poca intimidad, teléfono público y cartas: ¿cómo es el día a día en la base antártica?

Hilo Moreno 20/01/2017 17:32

La vida en la base es cómoda. Mucho más de lo que la gente se puede imaginar desde fuera. Cuando estoy en casa me suelen preguntar por la dureza antártica: el frío polar, la soledad, la falta de comunicación. La verdad es que, todo ello, aquí apenas existe.

En la base vivimos actualmente cerca de cincuenta personas y créanme si les digo que es muy difícil tener intimidad o, más aún, sentir la soledad en este lugar. Vaya uno a donde vaya lo más probable es que lo haga acompañado. Normalmente se desayuna, se come y se cena con aquél con el que se duerme y se trabaja. Cuando uno va a ducharse se suele encontrar con una cola de gente que tiene exactamente el mismo propósito.

¿Cómo llamamos a casa?

Incluso las llamadas telefónicas, que se hacen desde un único teléfono público, tienen lugar con gente delante. La intimidad es complicada en este rincón perdido del mundo y, curiosamente, es de lo que más echo de menos de la civilización.

Como he comentado, la vida aquí es confortable. Aunque pase mucho tiempo trabajando en el glaciar, o haciendo múltiples trabajos expuesto al aire libre y a las condiciones polares y pueda parecer un ambiente duro, en la base el día a día es más fácil que en la vida real.

Las comidas marcan los horarios

Tenemos un cocinero que nos prepara la comida día y noche. No hay que preocuparse por cocinar, pagar facturas, lavar los platos o echar gasolina al coche. Una vez a la semana cada persona tiene su turno para hacer la colada. Seguimos rutinas marcadas por el horario de las comidas y por el trabajo en nuestras actividades fuera de la base.

Los sábados: música, cartas o al backgammon

Trabajamos de lunes a sábado y ese día, por la noche, solemos alargar la sobremesa para jugar a las cartas o al backgammon y escuchar algo de música. Rutina monacal.

El domingo es el día de descanso

El desayuno es libre y no hay horario para realizarlo. Es el único día en que podemos dormir hasta la hora que nos plazca. Si hace bueno, es posible que se organice alguna excursión y en caso, mucho más habitual, que amanezca nublado, solemos pasar el día viendo películas, leyendo o simplemente descansando. Ha habido sesiones memorables frente a la pantalla donde hemos visionado eternas trilogías de cine o enganchado película tras película para pasar la tarde.

De esa manera los días pasan. Trabajando, leyendo, comiendo y pasando el tiempo en comunidad al otro lado del mundo, investigando y ayudando, en la medida de lo posible, a hacer ciencia en la Antártida.