Hay gente que tarda pocos minutos en llegar a su lugar de trabajo. Otros tienen que coger el coche, el tren o el autobús y tardan mucho más. Incluso horas. Yo empleo, en el mejor de los casos, una semana. En total mi viaje hasta la base antártica Juan Carlos I donde trabajo me supone coger un taxi, cuatro aviones, dos autobuses, un barco y un par des zódiacs. Con ello, y en siete días aproximadamente, llego a mi oficina.
Ahora me encuentro a mitad de camino, tras hacer tres vuelos desde Madrid hasta Punta Arenas, donde me alojo a la espera de el último avión que cruzará el Canal de Drake para aterrizar dentro de la Antártida, en la Isla Rey Jorge.
En Punta Arenas estaré tres días a la espera de ese avión. Es una ciudad que me encanta y en la que siempre aprovecho para conocer algo nuevo. Cuando las condiciones lo permitan nos avisarán para embarcar en el BAE 146-200 con capacidad para noventa pasajeros que cubre el trayecto hasta la Antártida.
La pista de aterrizaje del continente blanco se encuentra en la isla Rey Jorge. Es una pista de gravilla situada en un lugar donde las condiciones de visibilidad, debido a la niebla, no suelen ser buenas. Por ello el avión sólo despega de Punta Arenas, Chile, cuando ha sido comprobado que va a poder tomar tierra en la Antártida. Pese a ello son muchas las veces que el avión no es capaz de aterrizar y vuelve al aeropuerto de Punta Arenas tras más de cinco horas de viaje dando vueltas sobre el mar. Por mucho que esté programado nadie sabe a ciencia cierta cuándo va a poner el pie en la Antártida.
Si el avión consigue aterrizar, el viaje aún no ha concluido. Desde dicho aeropuerto, o pista de aterrizaje, mejor dicho, hemos de ir hasta la costa, donde unas barcas hinchables (zodiacs) nos llevarán al buque (en este caso, el Hespérides).
Dicho barco emprenderá la navegación desde la isla Rey Jorge hasta la de Livingston, donde se encuentra la base Juan Carlos I, en la que trabajo. El viaje en barco suele incluir al menos una noche en el mismo, dependiendo de el programa logístico a realizar pues sirve de apoyo, y transporte, a científicos que también operan en diferentes bases, así que su duración siempre es aproximada.
De esta manera en una semana de viaje, más o menos, se suele llegar al lugar de destino para empezar a trabajar. Un viaje que ya de por sí es una aventura y que pasa por lugares de una belleza difícil de imaginar, antesala de la Antártida y de sus preciosos paisajes helados.