He llegado de la Antártida hace sólo unos días y ahora me encuentro pasando la noche en el hielo, o mejor dicho, dentro de la nieve. Tengo el techo a escasos centímetros de mi cabeza y cada vez que me muevo hago que caigan cristales de hielo sobre mí y sobre mi saco. Aún así no hace frío, no se oye ningún ruido del exterior y no sopla nada de viento: estoy durmiendo en una cueva de nieve.
Nada más volver de la Antártida tuve que ir directamente a las montañas casi sin pasar por casa. Es por ello que acabé en el Pirineo, en el valle del Tena, muy cerca de la frontera con Francia, junto con un grupo de compañeros. Una de las actividades que teníamos que realizar consistía en aprender cómo se fabrica una cueva de hielo y pasar una noche dentro de ella.
Pasamos varios días caminando por la zona ayudándonos con nuestras raquetas. Por fin, una tarde, encontramos el lugar adecuado, con la acumulación de nieve adecuada. Cuando nos disponemos a dormir en una cueva de nieve lo más importante, lo primero, es encontrar el lugar adecuado. Con una sonda buscamos el espesor adecuado intentando hallar, al menos, un metro y medio de nieve acumulada y cerca de tres metros de largo. Cuando lo hemos encontrado comenzamos a palear la nieve, a excavar.
En mi trabajo en la Antártida me paso los días paleando en el glaciar para encontrar aparatos y artefactos que dejamos en él, así que no me cuesta demasiado hacer agujeros en la nieve. Aún así, es importante hacerlo con calma y no romper a sudar con el esfuerzo, puesto que luego hará frío y nos quedaremos helados si estamos mojados por el sudor.
Construir una cueva de nieve es un proceso largo y se tardan unas horas en conseguir un vivienda un poco digna. Dependiendo de nuestro esfuerzo y dedicación, conseguiremos dormir más o menos cómodos o pasaremos una noche horrible.
Realizamos una entrada estrecha, por donde no pasaba el viento y por la que teníamos que entrar reptando. Una vez dentro ampliamos la estancia cavando mucho hacia los lados y en profundidad, y conseguimos un buen espacio donde tumbarnos dos personas altas, e incluso un pequeño lugar donde poder estar cómodamente de rodillas. Pero no nos engañemos: no es un lugar apto para claustrofóbicos.
Para rematar la cueva está bien ayudarse con la mano para alisar paredes y techo pues, de lo contrario, las gotas caerán durante la noche todo el rato empapando nuestro saco.
Dentro, la oscuridad es total, por ello es muy importante tener siempre una linterna a mano así como dejar la sonda empleada con anterioridad clavada sobre el techo para indicar a la gente de fuera el emplazamiento de la cueva. Colocar una rafia o un plástico sobre la superficie del suelo nos puede ayudar para crear un entorno más seco sobre el que colocar nuestros sacos.
Existen muchos más trucos y la realización y pernocta dentro de una cueva de nieve sólo ha de realizarse cuando se tiene el conocimiento o con personas experimentadas para evitar algunas situaciones de peligro como que la cueva se desmorone mientras uno está durmiendo.
Parece mentira pero mi compañero y yo dormimos muy bien y nos despertamos descansados y asombrados por la profundidad del sueño.