Durante la primera parte de El Debate me entró un profundo sopor, y no por los compañeros del programa que sin duda realizaron un gran trabajo, sino por escuchar las tediosas divagaciones de Sonia.
Si no fuera por las imágenes de las fiestas que han tenido lugar dentro de la casa, seguramente hay quien llegara a pensar que esta concursante anoche podría encontrarse con el bajón del agua con misterio de algún garito de turno, porque la lentitud a la que trabajaban sus neuronas, su parsimonia, y sus frases repetitivas tirando balones fuera, podrían haber sido reproducidas con mayor soltura por cualquier mono adiestrado a base de cacahuetes. Ya que, en definitiva, hubieran hecho lo mismo, hablar sin decir nada.
Me tomé como reto personal contar el número de veces que Sonia contestó “No lo sé”, “no te sabría decir” pero, como todo hijo de vecino, tengo mis limitaciones, y cuanto iba por el 387 vez, he de reconocer que perdí la cuenta.
Que esta canaria lleva sólo 24 horas fuera de la casa, es un hecho, pero que no fuera capaz de contestar en condiciones absolutamente a nada, no tiene justificación posible. Y menos en temas tan delicados y candentes que, estaba claro, iban a tratarse durante este debate.
Su manera de afrontar las barbaridades que su familia se ha dedicado a esparcir por las redes sociales, fue tal y como imaginaba, o incluso peor. No me extraña que haya querido reflejar una imagen de cándida concursante delante de sus compañeros porque, lo que se esconde detrás de esa fachada y nos mostró anoche, es como para guardarlo en lo más profundo del armario y no sacarlo nunca a la luz.
Lo siento mucho, pero yo no me creo que Sonia no haya preguntado a su padre si realmente escribió esas palabras, no me creo que su padre no le haya comentado que este mismo domingo realizó unas declaraciones incendiarias a un diario canario en contra del programa…
No entiendo cómo puede necesitar casi 3 horas de programa para finalmente llegar a decir que, si acaso, ya pedirá perdón su familia si ella considera que tienen que hacerlo. No entiendo cómo necesita más de media hora para aclarar que la organización del programa no la desentendió medicamente en ningún momento. Y mientras tanto, divagaciones absurdas y unos 50 “no sabría qué decirte” para dejar la duda en el aire.
Ante preguntas importantes, respuestas tajantes, querida amiga. Pero parece ser que os encanta el doble juego y repartir basura a diestro y siniestro mientras entonáis vuestros alegatos victimistas y prepotentes sin pies ni cabeza.
Y así pasa, que con tanto lio uno ya no sabe ni lo que dice, y pasas de afirmar que no sabes si los tweets son de tu señor padre, a asegurar que el último mostrado no era de él. ¿En qué quedamos? ¿Lo sabes, no lo sabes? ¿Cuándo te creemos?
Lo de Matrix es como un relato basado en hechos reales comparado con el mundo paralelo en el que parece vivir esta chica. Un lugar lleno de florecillas y arco iris de colores que va a dos mil revoluciones más lento del normal, en el que su papaíto es un valiente caballero de brillante armadura, su hermano el hombre que toda mujer querría como yerno, y ella un inocente ser carente de maldad. Pero chata, de tu realidad a la del resto de los mortales, existe un gran abismo.
Lo único que salió de su propia cosecha fue preguntar a Frank Blanco qué creíamos que había pasado durante su noche romántica en el apartamento, para luego pretender intrigarnos con un “si no ha salido lo que pasó en la ducha, yo no digo nada…”
¡Hay qué ver qué picarona nos ha salido la niña! Hay que tenerlos bien puestos para creer que entre tus tejemanejes y corre-ve-y-diles a lo vieja el visillo, y tus momentos de adivinasss como penosas encarnaciones de los personajes de José Mota, ibas a conseguir desviar la atención de la noche a lo que realmente nos importaba.
Personalmente, mientras se debate sobre denuncias, graves acusaciones y posibles manipulaciones, saber si el pelocho sigue en la casa más caliente que el cenicero de un bingo, el pico de una plancha y una gata en celo, me importa lo mismo que la cotización en bolsa de Bankia.
Pero nada, es como si a esta chica de repente se quedara pillada con la carta de ajuste mientras nos deja a todos boquiabiertos con ese molesto pitido metiéndose en nuestras cabezas.
El hermanísimo, por su parte, cambiaba parte del discurso que soltó a Mercedes Milá en la gala. De repente ni afirmaba ni desmentía que su padre hubiera escrito esas palabras a Belén Rodríguez, pero eso sí, siguió erre que erre justificando que, de haber sido así, sólo sería una defensa.
No me extraña en absoluto los cientos de mensajes que he recibido, y sigo recibiendo, por parte de chicas canarias que, totalmente indignadas, quieren dejar claro que ni el comportamiento de Noemí Merino y su familia del año pasado, ni el de Sonia Walls y su familia durante esta edición, sirven como representación de los canarios. Que se avergüenzan de la imagen que han dado de la gente de su tierra y que sienten mucho más identificados con los demás concursantes y sus familias.
Es absurdo pensar que cuando un concursante de Gran Hermano entra en la casa representa el comportamiento o ideales de toda una región, pero entiendo el malestar que puede producir en las canarias la imagen que han reflejado ambos casos, ya que van dos de dos, y actuaciones como la de anoche generan vergüenza ajena en cualquiera que tenga un mínimo de dos dedos de frente… Y de ahí el título que reza este post.
Es tan bochorno el espectáculo que los Walls han tenido con el público, con los colaboradores de los programas, con la organización de Gran Hermano y con la propia presentadora, que incluso ahora mismo recuerdo con añoranza el “no sin mi hija” de la madre de Noemí tras sus lapsus de maldad.
¡A lo que hemos llegado! Si es que cuando dicen que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer, es por algo.
En fin, que la soberbia, altanería y cobardía de la que esta familia anoche nuevamente hizo alarde, me dejó con muy mal sabor de boca, y la poca pena que me podía dar esta chica al verse envuelta por el comportamiento de su padre y su hermano fuera del concurso, se me fue de un plumazo.
Dejando a la familia telerín de lado, anoche durante El Debate fuimos conocedores de que entre los gemelos e Igor suman el 97,6% de los votos de estas nominaciones.
Volvemos a encontrarnos ante una situación similar a la del lunes, y espero que en esta ocasión, Igor vuelva a salir vencedor de la batalla.
No puedo con los gemelos, ¡es algo superior a mis fuerzas! Las imágenes del 24 horas tras la gala pasada, nos mostraban a Gonzalo rememorando los gritos que Pedro Gh4 pegaba a sus ovejas, llamando a grito pelado a Susana para ordenarle que se fuera a la cama y dejara de hablar de Igor, demostrando quien es el verdadero animal en esta metáfora, y guardando un enorme parecido a la inteligencia que se le atribuye a este ganado.
Pero lo peor de todo no es que los gemelos se comporten de semejante manera, sino que Susana se lo permita. ¡Si yo fuera el padre de esta chica tendrían estaría subiéndome por las paredes!
Sigo pensando que Susana ha tenido excelentes ocasiones para convertirse en la mejor concursante de la casa, pero ha dejado pasar de largo cada una de ellas. Si hubiera plantado cara a Sonia en su momento y si no se dejase vapulear por estos señoritingos sevillanos, tendría sin ninguna duda un pie en la final del concurso.
Sólo nos queda esperar a la gala de mañana para comprobar si “matamos dos pájaros de un tiro” o si los wallitas consiguen llevar a cabo su particular venganza en contra del archienemigo de su querida Dra Walls. ¿A qué lado creéis que se inclinara la balanza?
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