El declive de una ventrílocua
Llamadme desconfiado, pero me cuesta una barbaridad fiarme de personas que, para expresar sus opiniones, necesitan meter la mano por los bajos fondos a un muñeco y cambiar su voz al más estilo Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Ese tipo de cosas son las que luego te dan que pensar si en la intimidad de su casa seguirán haciendo lo mismo, o si incluso alguno de sus muñecos le susurra por las noches cuáles son sus objetivos del próximo día. Que ya se sabe que a la vejez, viruelas, y la soledad es muy mala…
Pero ayer finalmente pude comprobar que mis recelos no eran infundados y que no hay regla más fiable que huir de las aguas mansas y de aquellas personalidades que se venden como todo ternura y sonrisas perpetuas porque, normalmente, son las que poseen un trasfondo más oscuro.
Durante el Sálvame Diario de ayer, recibíamos la llamada de Mari Carmen y sus muñecos, llevando a cabo una larga conversación en la que esta joven y lozana ventrílocua se esforzó en demostrarnos lo que se oculta detrás de sus risas forzadas y sus muñecos de trapo.
Mientras aseguraba reírse mucho con nosotros y con nuestro ingenio, y nos explicaba la supuesta normalidad sobre su empeño en pedir en un hotel una cama de matrimonio porque los muñecos no duermen con ella y no llevaba amante –sí, la lógica en estado puro- la cómica se dedicó a soltar todo tipo de comentarios bien intencionados a los que nos dirigimos a ella.
Con una gracia suprema que en su caso reside donde amargan los pepinos, se interesaba en saber si alguno de los allí presentes teníamos alguna enfermedad gastro-intestinal. Mientras, dedicaba a Terelu Campos: “Tú cállate un momentito que estás muy tensa y parece que tienes el oído obstruido”
Pero la mejor parte se la guardó para el que os escribe estas líneas. “A ti un día te saco y te hago la voz de Rodolfo, ¿sabes? El mariquita que es tan rico… Tu cara me distorsiona un poco. ¿Por qué te molesta ser gay, si todos lo dicen?”
La verborrea infumable que destilaba tintes homofóbicos por cada uno de sus poros de esta preciosa y escultural mujer de cuyas curvas de infarto pudimos disfrutar este verano se vio bruscamente interrumpida nada más escuchar cómo le recordaba un famosísimo nombre de mujer, Encarna Sánchez.
Pero, ¿cuáles fueron las palabras con las que la locutora de radio definía a la ventrílocua? ¿Por qué Mari Carmen evita por todos los medios hablar sobre ese hecho del pasado? Qué mejor que tirar de hemeroteca y refrescarnos la memoria…
“Mari Carmen, tú de oído, mal… Estás como Doña Rogelia, que necesitas la trompetilla. Tú dedícate a poner marisquerías que van mal… me llamas mañana, tarde y noche cuando vas a hacer un programa en televisión para que te ayude, para que te dé ideas, para que te canalice no sé qué… ¡Me ves y sólo te falta pedirme en matrimonio! ¡te me tiras a los brazos con un amor y con un cariño! Y venga “ay mi rubia que la adoro”… Pero luego, todo eso es falso, porque cuando me vuelvo de espaldas me doy cuenta. Te estás creando fama de falsa Mari Carmen, pero conmigo no. Conmigo no juegues, porque te voy a decir lo que dicen Los Morancos, que la decadencia se lleva muy mal.
A mí mucho cariño, mucho no sé qué, llamarme para que promocione su marisquería… Pero por saber, debo hasta callarme. Tú fíjate si sé… Así que procura no llamarme, porque ya te he calado. Ya me lo había dicho mucha gente. A mí déjame al margen y habla de tus tonterías y gilipolleces con Doña Rogelia. Si pusiéramos a cada persona en su sitio, íbamos a ver cómo es la copla es España…”
¿Por qué ese temor a que Encarna revelara cómo se comportaba Mari Carmen con ella? ¿Por qué evitar por todos los medios esa mención a las marisquerías? Resulta más que curioso…
Después del ataque que recibí ayer por parte de Mari Carmen en el que pretendía dictar sentencia sobre mi intimidad y orientación sexual, decidí buscar alguna de sus últimas entrevistas realizadas a los medios, y me llamó poderosamente la atención la contestación que daba a una persona anónima que preguntaba a la ventrílocua sobre su muñeco Rodolfo y los cambios sociales que se han producido en estos años en base a la aceptación y normalización de la homosexualidad. Y esta fue la respuesta de la cómica:
“A Rodolfo le está costando adaptarse porque él dice que para ser gay no hace falta montar tantos pollos, que él fue el primero que salió del armario (incluso con la percha) para no quedarse "colgado" cuando todavía era muy peligroso reconocerse como tal y se jugó el rabo y la melena. Pero está muy orgulloso de ser gay, no se adapta en algunas cosas, siente que no es necesario proclamar a los cuatro vientos la condición sexual de cada uno porque es normal, completamente normal y no se necesita reafirmarse en una manifestación llena de desnudos. No le gusta eso”
Vamos, unas palabras que huelen a naftalina que tiran para atrás. Después de usar el típico “tengo muchos amigos gays”, habla por boca de su muñeco para afirmar lo que no se atreve a decir desde su propia personalidad para arremeter contra aquellos que sienten orgullo en proclamar a los cuatro vientos su homosexualidad. Ahora que cada cual etiquete esa actitud como le plazca…
Toda esa doble moral y desdoblamiento de la personalidad me han dado bastante que pensar. ¿Sabéis eso que dicen que los animales cada día se parecen más a sus dueños y viceversa? ¿Sería posible que sucediera lo mismo con la gente que trata a los muñecos como si estos tuvieran vida propia?
Porque con eso de estar metiendo durante tantos años la mano por los bajos fondos de una vieja apolillada, quien sabe si de aquí a un tiempo no se demuestra que se pega algo, que ya sabemos que los avances científicos a veces nos dejan con la boca abierta…
Aunque quizá esté siendo algo injusto y pueda estar infravalorando la posibilidad de que algún día hablar sin apenas mover los labios se convierta en el décimo tercer arte. Porque, ¿quién me dice a mí que su auténtico espectáculo no es más de lo que parece en realidad? ¿Alguien podría asegurarme que realmente la vieja de trapo no es la que pone voz a la que conocemos como la ventrílocua?
Ahí empezarían a encajarme todas las piezas del puzzle, su caso se convertiría en uno de los más famosos estudios de Cuarto Milenio y, con dicha revelación, empezaría a comprender cada uno de los misterios que oculta el maravilloso e inquietante mundo de Mari Carmen y sus muñecos…
Sea como sea, querida ventrílocua, espero que los años de solera te hayan dado la capacidad de, por lo menos, ser capaz de hablar durante algunas horas haciéndote responsable de tus palabras sin escudarte en que tus muñecos y tú os encontráis en continua simbiosis.
Y como me es imposible no preocuparme por ti y por tus muñecos, te enviaré unas bolsitas de alcanfor para ayudarte a que no os invadan las polillas. Pero tranquila chata, que pronto tendrás una buena excusa para salir de casa.
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