¡Anoche salió el gordo en “El Debate”!
Tras varias semanas divagando sobre lo que realmente sucedió en la noche de autos, haciendo cábalas sobre quién mentía y quién decía la verdad, tras esperar impacientes visionar unas imágenes que nunca existieron… Anoche por fin se puso fin a todas nuestras dudas, destapándose cuales fueron los hechos que tuvieron lugar en la noche más polémica y más comentada en esta edición de Supervivientes, y que curiosamente, sucedieron antes de que este reality diera comienzo.
Tras ver el debate de Supervivientes pegado al televisor sin dar crédito a lo que estaba escuchando, sin duda alguna, me quedó más claro que nunca que “ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos” y que “mientras unos cardan la lana, otros se llevan la fama”…
Contra todo pronóstico Toni Genil, aunque aprovechó la ocasión para su propio beneficio, fue el único valiente en atreverse a tirar de la manta y destapar la verdadera realidad que se palpa en Honduras, que al parecer se fue forjando días antes de que el concurso diera el toque de salida.
El cantante comenzó así sus confesiones: “Yo me siento culpable de que echaran a Aida Nízar y le pido perdón porque llevaba razón y resulta que ahora Aída Nízar es una santa”, haciendo alusión a ciertos datos de los que se había enterado días antes.
Estas declaraciones parecieron en un primer momento un mero intento de echar mierda sobre sus compañeros, con los que últimamente las discusiones y enfrentamientos han ido en aumento.
Pero aunque quizás, en el fondo, ese sea el único móvil que le empuje a soltar la verdad, gracias a Toni Genil conocimos que durante aquella famosa noche, sus compañeros robaron los papeles de Aída Nízar, para después quemarlos y tirarlos por el retrete de la habitación de Jacobo Ostos, provocando incluso un atranque en las tuberías del hotel; mientras que Rosa y compañía taparon la fechoría, y Sonia Monroy se auto inculpaba del cristal roto para poner su granito de arena en ocultar la verdad.
Tras visionar estas imágenes, mi compañero Christian Gálvez dio la palabra a Jacobo Ostos, pidiéndole que de una vez por todas confesara lo sucedido.
El retoño del matador de toros resumió orgulloso la faena como “la explicación a un pacto de 9 personas contra Aída”
Según la versión de Jacobo, más tarde apoyada por Reyes Estévez, a Aída no le aguantaba nadie, y les molestaba de sobremanera que esta tomara notas en las que hablaba de ellos y los criticaba.
Por lo que tomándose la justicia por su mano, entraron a su habitación y le robaron sus papeles, los leyeron y cómo les ponía verdes quisieron quedárselos, pero al llegar Montalvo les dijo que lo mejor era deshacerse de ellos, y dicho y hecho.
Respecto a la agresión en cuestión Jacobo reconoció haber sido el primero en pegar dos porrazos en la habitación de Aída, y como no consiguieron que saliera de la habitación, Kiko Rivera “se apoyó” con el codo en la ventana de Aída y “casualmente” rompió dos baldas de cristal de su habitación, mientras que Sonia Monroy quedó en decir que fue ella la culpable al haber roto el cristal con un palo mientras hacía malabares.
Entonces, supuestamente Aída salió echa una furia de la habitación, insultó a Jacobo, escupió a Kiko y tiró su ropa a la piscina.
Jacobo terminó su alegato pidiendo disculpas a Aida, con un cinismo superlativo, “por haber destruido los papeles en los que ponía verdes a sus compañeros”, para minutos más tarde insultarla nuevamente como sólo un chico tan educado y respetuoso sabe hacerlo, llamándole gordita repetidas veces y asegurar que sus dientes Ostos son más bonitos que la cara de Aída…
Me pareció realmente tremendo comprobar que a excepción de Toni Genil, que hasta hace escasos días desconocía lo que había sucedido, y de Aída Nízar, que nos ha intentado convencer hasta la saciedad de que esa noche sufrió el acoso y derribo de todos sus compañeros, ¡el resto de concursantes famosos nos han estado tomando el pelo hasta el día de hoy!
Su comportamiento me resulta repugnante hasta límites insospechables, y ya no sólo por lo que hicieron aquella noche, sino porque día tras día, desde el primero hasta el último, han estado mirando a cámara con ojos de cordero degollado haciéndonos creer que ellos eran unas simples víctimas de las mentiras de Aída, y que ninguno de ellos tenía absolutamente nada que esconder sobre aquella noche, tapándose unos a otros como auténticas ratas.
Porque, dejando a un lado la antipatía que os pueda producir el personaje de Aída Nízar, no me cabría en la cabeza que alguno de vosotros pudiera apoyar dicho comportamiento por parte de sus compañeros, intentando humillar de tal manera a una persona, sea quien sea, y encima, tras las cámaras y tapando sus culpas con una mentira tras otra.
Si tanto nos llevamos las manos a la cabeza cuando conocemos el trato que ha recibido, por ejemplo, la concursante anónima Carolina Córdoba, que por ser diferente a los que le rodeaban los demás siempre se creyeron con el derecho a humillarle y darle de lado, en definitiva, practicar lo que ya hoy en día denominamos bullying, que es exactamente lo que han estado haciendo todos los concursantes famosos con Aída Nízar, para intentar lograr su objetivo: quitársela de en medio lo antes posible.
Porque aunque haya sido uno de los grandes defensores de Aída durante el concurso, también he admitido en cantidad de ocasiones que no estoy de acuerdo con ciertos comportamientos de esta, y que entiendo que a veces sus provocaciones puedan dar como resultado beber de su propia medicina. Pero acosar de esa forma a una persona sólo porque no te guste cómo es o porque te moleste que anote datos de la convivencia, me parece del todo inadmisible, para ella y para cualquier hijo de vecino.
Ya que si tanto les incomodaba su presencia, el destino les había dado una oportunidad de lujo, poder machacarla durante el concurso, pero eso sí, demostrando aquello en lo que supuestamente ellos son mejores que Aída, y de una manera limpia y deportiva para que más tarde el público eligiera libremente a cuál de ellos quería seguir viendo luchar por sobrevivir en esa isla.
Pero no, ellos han optado por el juego sucio aún sin comenzar el reality, llevando a cabo un complot en toda regla y actuando como unos auténticos matones de barrio, dejando claro que o estás con ellos o van a por ti utilizando los medios que ellos crean convenientes. ¡Realmente vergonzoso!
Así pues, está claro por qué Aída estuvo aislada durante su estancia en Supervivientes, los acontecimientos previos al concurso fueron demasiado fuertes como para poder comenzar de cero, mientras que la rabia de sus compañeros seguramente sería mayor tras no haber conseguido sacar a Aída del juego antes de comenzar el concurso ni aún habiéndole puesto en un situación extrema que pudiera desencadenar su expulsión directa tras haber llevado a cabo su maniobra maestra.
Vamos, la repetición a lo bestia de lo que ya vivimos anteriormente en “El Reencuentro” cuando la organización tuvo que expulsar a Chiqui del concurso por perder los nervios tras las continuas provocaciones de Natalia.
Por otro lado, todavía queda en el aire algún que otro dato por resolver sobre esa noche tan comentada: ¿Aída realmente escupió a Kiko Rivera? ¿Tiró la ropa de Jacobo Ostos a la piscina? ¿Les insultó?
Aída sigue negando a la mayor haber cometido alguno de esos actos, y sinceramente, tras los datos que conocimos anoche, para mí carece cada vez más de interés saber si Aída miente o dice la verdad en este tema.
Lo primero, porque aunque cada uno de los concursantes famosos que vaya pisando el plató de Supervivientes condene a Aída por haber hecho tal cosa, desde anoche, para mí la palabra de cualquiera de estos supervivientes tiene el mismo valor que un billete de 3 euros, tras habernos mentido día tras día formando la Fuenteovejuna de Honduras al más estilo Bronx de NY.
Y sobre todo, porque por un solo momento, dejando aparte favoritismos, pongámonos en la piel de Aída Nízar aquella noche…
Imaginemos que estamos durmiendo en nuestra habitación de hotel, que estamos acompañados de un grupo de personas con las que no congeniamos, y que han hecho piña porque les une un mismo sentimiento: el odio que nos tienen.
Imaginemos que al encontrarnos apartados del grupo -con o sin razones de peso-, y al estar desconectados de nuestros familiares y seres queridos, sólo encontramos alivio plasmando en un papel todo aquello que estamos sintiendo y que pasa por nuestra cabeza: que si fulanito me ha hecho tal cosa, si te sientes solo, si tienes ganas de ver a alguien, tus objetivos para ese concurso…
Y que esas personas aprovechen la mínima oportunidad para entrar en tu habitación, revolver entre tus objetos personales, y robarte todo lo que has escrito, para que acto seguido, pasándose tu derecho a la intimidad por el forro, lean cada una de tus palabras y las destruyan quemándolas y tirándolas por un retrete.
Que más tarde, mientras intentas dormir en tu habitación, en el único lugar donde supuestamente sólo tienes que aguantarte a ti mismo, empieces a escuchar que aporrean tu puerta a las tantas de la mañana pegándote un susto de muerte.
Imagínate que cuando ni te ha dado tiempo a reaccionar porque hacía sólo un instante que te encontrabas en el séptimo sueño, mientras siguen los golpes, las voces y las burlas… ¡Estas mismas personas rompen de un golpe seco el cristal de tu habitación!
En ese mismo momento, ¿cómo reaccionas? ¿Sigues permitiendo que te acosen y que se rían de ti? ¿Les pides con un “por favor” y unas “buenas noches” que se arropen y se vayan a la cama porque mañana toca madrugar? Permitidme que dude muchiiiisimo que alguno de nosotros decidiera poner la otra mejilla en vez de plantar cara a aquellos que te están agrediendo.
Y sobre la posible reacción de Aída, no sé si realmente llegó a tirar a la piscina la ropa de Jacobo, si le recriminaría que estaba siendo tan maltratador como su padre, o si escupió a la cara a Kiko Rivera… Pero de lo que estoy seguro, es que es esa misma situación, estando en su pellejo, muchos de nosotros habríamos tenido reacciones similares o incluso peores.
Y con esto no digo que esté bien, ni que sea la reacción más correcta o más inteligente, y por supuesto no apoyo la agresión ni por un lado ni por el otro, pero en vez de quejarse tanto porque supuestamente les han tirado la ropa a la piscina después de todo esto, deberían dar gracias de no haber sido ellos, uno tras otro, quienes fueran arrojados a la piscina de cabeza, para ver si de esa forma se les aclaraban un poco las ideas y dejaban de comportarse como unos auténticos barriobajeros.
O ¿a ti te despiertan a golpes, por puro gusto, y sales al rellano con una sonrisa en la boca? ¿Te rompen el cristal de tu habitación y consigues no perder los nervios? ¿Te roban y destruyen tus objetos personales y das tregua a la situación? Doy y que den gracias de que no fui yo la víctima de sus mentes retorcidas porque otro gallo cantaría…
En fin, que una vez más queda demostrado que en los realities como en la vida misma, los lobos con piel de cordero están a la orden del día, y que por entretenernos en criticar a aquellos que van de frente, pasamos por alto a los más peligrosos, a aquellos dispuestos a cualquier cosa por hundirte y verte “derruido” –como diría mi compañera Rosa Benito-, clavándotela por la espalda y huyendo como las ratas.
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