Hace cuatro meses, este espacio era el primero en denunciar públicamente, mediante una serie de capturas, las auténticas barbaridades que el padre de Sonia Walls dirigía a mi compañera Belén Rodríguez desde Twitter.
Todo tipo de insultos e insinuaciones machistas a más no poder, que se encargaba de difundir por la red de manera repetitiva, claro está, hasta el momento en el que hice público el comportamiento deplorable de este individuo, la intención de Belén Rodríguez de denunciar los hechos, y distintos medios digitales y programas de televisión se hicieron eco de ello.
Cuando esto sucedió y todo el mundo se le venía encima, la familia al completo optó por la táctica del avestruz, metiendo la cabeza bajo de la tierra y haciendo como si nada hubiera sucedido.
El padre de Sonia soltaba un poco más del veneno que lleva dentro y acto seguido cerraba su cuenta de Twitter intentando, así, borrar el rastro de sus hazañas cibernéticas.
Mientras, el hermano de Sonia aseguraba en los platós que su padre no había hecho nada y que existía gente en Internet haciéndose pasar por él. Y, a su salida de Gran Hermano, Sonia Walls apoyaba cada uno de los puntos de esta lamentable versión.
¡La mentira y la cobardía en estado puro!
Pero, a pesar de ello, Belén Rodríguez tendía una mano a la familia Walls y proponía retirar su denuncia y no llegar a juicio si obtenía una denuncia pública por parte del autor de estos tuits. Mientras, por su parte, la colaboradora de El Debate de Gran Hermano pedía disculpas a Sonia si ella se había sentido ofendida por alguna de sus críticas o análisis de su comportamiento durante el transcurso del programa.
Aunque el buen corazón de Belén Ro y su propuesta de tregua cayeron en saco roto… Se supone que la soberbia, falta de humildad, rencor, arrogancia y orgullo mal llevado del padre de Sonia le impidieron pronunciar dos sencillas palabras “lo siento”. Una simple disculpa que habría convertido todo este asunto en un mal recuerdo, pero que nunca llegó. Con lo cual, el proceso judicial siguió su curso.
Así pues, tras cuatro meses de espera, este miércoles tenía lugar el tan esperado juicio en el que Belén Rodríguez y la familia Walls se vieron las caras.
Poco son los datos que tenemos hasta el momento sobre la resolución de toda esta trama, ya que todavía debemos esperar a el que juez se pronuncie y dicte sentencia. Pero, durante dicho juicio se aclararon datos importantes que, para algunos, aún se encontraban en duda, y que constituían una balsa a la que agarrarse para este individuo, que durante todos estos meses ha sido incapaz de admitir con hombría y sinceridad haber sido el artífice de esos mensajes.
Estas son las pequeñas pinceladas que Belén Rodríguez comunicaba a todos los seguidores de Gran Hermano que han seguido todas las etapas de este asunto:
“Estamos contentos porque la policía da veracidad a la autenticidad de los tuits y él mismo ha reconocido que el tuit más grave es suyo. Pase lo que pase seguiremos luchando por una red con libertad de expresión y libre de insultos. Mil gracias a mi abogado, Mario Blanco. Y a los wallistas fanáticos que seguís insultando a mis compañeros y a mí, sabed que como mínimo os costará 1 viaje a Madrid y un abogado. Todo lo que se ha publicado en Twitter sobre el juicio es absolutamente mentira. Hasta sentencia no puedo publicar los documentos oficiales”
Vamos, que después de negar a la mayor todo lo sucedido, después de llenar las redes sociales y los platós de televisión de mentiras infumables, al final y gracias al magnífico trabajo de la policía telemática, el padre de Sonia Walls no ha tenido más remedio que admitir ante el juez que esos tuits dirigidos hacia Belén Rodríguez eran suyos.
En mi caso, no tenía ni la más mínima duda de que la verdad terminaría saliendo a la luz, ya que yo mismo fui testigo de cómo César -hermano de Sonia- interactuaba con su padre mediante la red social, cómo el padre de Sonia soltaba todo tipo de barbaridades y como luego intentaban borrar todas las pruebas y aseguraban que esos tuits pertenecían a una cuenta falsa.
Me alegro enormemente que la policía haya dado veracidad a la autenticidad de los tuits, pero yo no necesitaba la confirmación oficial para echar por tierra las mentiras de los Walls, ya que fueron cosas que vi con mis propios ojos y que me aseguré de guardar a buen recaudo, compartiendo con todos vosotros algunas de esas pruebas.
Por el contrario, Ramón Walls -padre de Sonia-, tras el juicio, compartía con sus seguidores las siguientes palabras:
“Quiero dar las gracias a tod@s l@s personas que han tenido el detalle de escribirme y darme su apoyo y ánimo. Ya tod@s l@s q lo pensaron. Sonia ha estado muy muy preocupada por mi estos días y no me ha dejado sólo ni 1 segundo, dejando absolutmente todo de lado para distraerme”
Mientras que Zita, la madre de Sonia, aseguraba que “del otro tema parece que bien”. Juicio al que asistieron Kristian y Sonia, como podéis apreciar en la imagen.
Lo más lamentable es que a pesar de las pruebas mostradas, hay quien seguía defendiendo a ultranza la inocencia y la sinceridad del clan Walls. Su séquito de seguidoras ayudaban a difundir insinuaciones e insultos machistas mientras aplaudían la supuesta valentía de este señor que se escondía desde el otro lado del ordenador.
Y lo más curioso de todo es que gran parte de esas personas que apoyaban semejantes barbaridades que apuntaban a que una profesional de la televisión había conseguido su larga carrera en los medios a cambio de favores sexuales, fueron las mismas que reivindicaban hacía pocos meses la libertad de la mujer, el derecho de Noemí Merino a beneficiarse a quien le diera la gana, y el machismo existente en nuestro país.
Esas mismas personas siguen la estela marcada por ese penoso ejemplo y continúan soltando todo tipo de improperios contra Belén Rodríguez escudándose en el anonimato que ofrecen las redes sociales, mientras que el papaíto de su querida Sonia Walls echaba por tierra delante de un juez todo aquello que ellas habían estado defendiendo con uñas y dientes. Almas de cántaro… En fin, que hay casos que directamente se deben dar por perdidos.
En fin, sea cual sea la sentencia del juez y aunque todo este asunto haya supuesto un mal trago para mi amiga y compañera, me alegro de que esos insultos y acusaciones hayan llegado ante un juez y que empecemos a abrir tema de debate sobre lo que se debe permitir en Internet.
Espero que todos aquellos que acostumbráis a sembrar la red con todo tipo de insultos desorbitados y acusaciones infundadas a partir de ahora toméis claro ejemplo del padre de Sonia Walls, porque por mucho que cerréis vuestra cuenta minutos después y creáis erróneamente que el anonimato lleva consigo total inmunidad, estáis muy equivocados. De todo queda rastro, y para muestra un botón.
Así pues, igual que después de catorce ediciones de concurso se supone que quien se apunta a un reality sabe perfectamente que se expone al análisis y críticas de todos los que lo comentan, entrando en ese juego. A partir de ahora espero que todos los incautos que utilizan las redes para verter cualquier tipo de difamaciones infundadas e indemostrables sobre cualquiera de las personas que observáis desde la televisión de vuestra casa, os penséis dos veces si, esa pequeña hazaña que os divierte durante dos segundos, realmente os merecerá la pena y si a la larga os saldrá rentable.
Porque está claro que todos estamos expuestos a las críticas, todos tenemos fieles seguidores y grandes detractores, pero existe un límite, tanto en la calle, como en Internet, y espero y confío en que pronto se encuentre marcado y que igual que desde la publicación de un diario semanal no se puede injuriar o acusar de un falso delito a una persona anónima, los que nos encontramos expuestos tengamos esa misma protección y que toda persona que utilice las redes para enviarnos amenazas de muerte, tacharnos de delincuentes o acusarnos de todo tipo de barbaridades, a partir de ahora tengan que hacerlo bajo el mismo peso que todos debemos aguantar con cada uno de nuestros actos.
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