Adara, pasada de tuerca

Kiko Hernández 11/11/2016 17:43

Adara se encuentra fuera de control. Pasada de tuerca. En cada uno de los videos que protagoniza podemos apreciar la imagen de la incoherencia personificada. El llanto absurdo. Los gritos desmedidos. Las acusaciones infundadas. Los insultos gratuitos. Unas inmensas ganas por llamar la atención sea como sea y una atracción irrefrenable por hacerse la pobre víctima desvalida frente a la audiencia cuando, en el 99% de los casos, es la propia Adara la que decide vestirse y actuar como un injusto verdugo que condena a todo aquel que se ponga a su alcance.

Puedo llegar a entender a aquellos que apoyaban a esta concursante durante las pasadas semanas. El `movimiento carpeteril´ mueve montañas que automáticamente se convierten en un aluvión de votos por y para salvaguardar a su protegida. Una misma imagen se ve altamente alterada dependiendo de los ojos de quien la mira y, a pesar de que yo he observado impasible el intercambio de arrumacos y besos de caracol que Adara y `el luchador genéticamente perfecto´ sin despertarme ni el más mínimo sentimiento de ternura, hay quien se ha emocionado con una supuesta apasionada historia de amor.

Mientras he sido testigo con pavor del despliegue de numeritos de celos dignos de estudio que esta concursante ha protagonizado día sí y día también de manera exagerada e incompresible, hay quien considera esas rabietas de posesión como la más pura señal de enamoramiento. Incluso, el mismo Pol es capaz de apreciar los celos de su novia para disgusto de su propio hermano, quien el pasado domingo rogaba a Jordi González desde las redes sociales que “partiera una silla en la espalda de Pol por decir que valora los celos”.

Pero, sobre todo, los mayores apoyos que se ha ganado Adara durante el concurso han sido fruto de su unión con Bárbara. Estoy a favor de los elementos desestabilizadores de la casa que consiguen dar movimiento al concurso y hacer que sus compañeros saquen a relucir su verdadera cara. La reina absoluta de esta increíble tarea fue, sin lugar a dudas, Maite Galdeano. Una concursante imposible de catalogar que logró desquiciar a todos los habitantes de la casa pero que, a su vez, nos regalaba infinidad de disparatados momentazos que divertían al espectador hasta el extremo.

En cambio, ahora nos encontramos con una Adara que, lejos de causar risas, provocan hastío y vergüenza ajena. Su estrategia como concursante se limita a hablar por hablar. O, mejor dicho, en gritar por gritar creando peleas sin pies ni cabeza.

Se pasa las horas muertas tachando a sus compañeros de falsos por mantener la buena relación que cosecharon desde las primeras semanas del concurso mientas ella ahora acompaña a Meri hasta para ir al baño cuando hace pocos días pedía su expulsión por haber osado tocar la pierna de su amado Pol. Incoherencia en estado puro.

Adara se ha convertido en una buscalíos conflictiva capaz de revolverse en décimas de segundos para pasar de recibir el apoyo de sus compañeros a regalarles todo tipo de insultos sin ninguna razón aparente.

Sus increíbles hazañas se han limitado a reír en la cama como una quinceañera que porta en su cabeza un pavo de tamaño industrial que le impide comportarse con normalidad, con el único fin de fastidiar a sus compañeros y buscar jaleo. Y, por supuesto, su mayor éxito donde los haya radica en su increíble habilidad para hacerse la víctima.

Da igual si Pol es expulsado, si Bárbara decide abandonar el concurso, si ríe o discute con sus compañeros, si amanece o anochece… Adara siempre encuentra en su lógica cabecita una contundente razón para correr a un rincón de la casa y ponerse a llorar como un alma en pena.

Es indiferente que haya sido ella la que ha intentado dejar de agresiva a sus compañera con sus absurdos “no te me acerques más”, que haya sido ella la que ha gritado “falsos, pelotas y maleducados” a diestro y siniestro, ella siempre es una víctima de las circunstancias.

Y es que, Adara sabe muy bien que la pena vende. No importa si sus problemas y conflictos dentro del concurso sean los que ella misma se ha empeñado en crearse y que cualquier intento por hacer razonar con esta chica caiga directamente en saco roto.

Paula 'GH 15' tuvo que soportar que Omar pasara de sus besos para regresar a los de su exnovia –en aquel momento- Lucía. Sofía 'GH 16' tuvo que ser testigo de cómo su adorado Suso se marchaba de su cama para meterse en la de su archienemiga Raquel. Pero, ¿y Adara? ¿Cuál es el gran problema al que ha tenido que hacer frente dentro del concurso para coronarse como la gran víctima de su edición? Claro está, alguno más que no tener más opción que aguantarse a sí misma día tras día…

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