Que una mujer joven, guapa, inteligente y llena de vida decida voluntariamente vivir en la ciudad más peligrosa del mundo, Ciudad Juárez en México, resulta altamente sospechoso. Cuando alguien es capaz de ver la dignidad de la gente en medio del horror, cuando decide presenciarlo para denunciarlo, cuando no se deja tentar por la comodidad de la crónica fácil en un lugar vistoso y confortable ,algo pasa. Y grave.
Hay una persona con conciencia, alguien que aún no se ha dejado noquear por el orden establecido, alguien muy peligroso porque lucha. Indignaos decían al alimón Jose Luis Sampedro y un escritor francés que ha seducido a los jóvenes animándoles-cuando ya ambos han cumplido los noventa años- a rebelarse. La mujer a la que me refiero se llama Judith Torrea, es española, pasó por Nueva York y decidió ir al centro del volcán estando en medio de una gran fiesta en donde volaban las rayas de cocaína, causantes de tanta muerte, de tanto dolor. Ha escrito “ Juárez en la sombra. Crónicas de una ciudad que se resiste a morir”. Grita la inoperancia de la guerra contra el narco impulsada por el presidente Calderón, que no ha hecho más que multiplicar los muertos. Pone cara a esas mujeres y hombres,a esos chavales que mueren acribillados dejando tan tranquilo al mundo porque les llaman pandilleros, aunque no lo sean, aunque sean estudiantes brillantes, aunque no participen de nada. Incluso lo que forman parte son a veces niños sin opciónes, niños condenados. A todos esos huérfanos y a las madres luchadoras va dedicado el gran trabajo de Judtih, que dice en su dedicatoria: “A mi querida Juaritos, que me enseñó a vivir”.
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