Tener una ventana abierta a la opinión es un enorme privilegio, por eso pienso asomarme por aquí prácticamente a diario, contar todo aquello que tantas veces se queda en la trastienda de la información, aquello que pueda tener alguna utilidad o alguna gracia.
Lo supuestamente serio y lo frívolo conviven. Nos alimentamos de información, pero muchas veces sobrevivimos gracias a que sabemos darle ligereza a nuestra vida , los más sabios son los que combinan ambas cosas en su justa medida, los que saben distinguir lo esencial de lo accesorio, los que aciertan a encontrar las verdaderas prioridades.
Pensé inmediatamente en Luis Mariñas cuando Paolo Vasile me propuso encargarme de un informativo matinal. Recordé que con Valerio Lazarov se había inventado aquí unos nuevos telediarios en los que la opinión tenía un lugar preferente. Los mejores comentaristas analizaban los temas del día, mientras él hacía de maestro de ceremonias separando perfectamente la información de la opinión y añadiendo socarronería gallega.
Eran también tiempos de cambios, iniciaban su andadura las televisiones privadas y había ganas de decir lo que te saliera de las mismísimas narices, aún reciente la represión y el tener que leer entre líneas. Luis era concienzudo y orgulloso y encaminó a muchos periodistas simplemente dándoles alas para que fueran ellos mismos. Presenté con él un telediario en TVE y vivimos juntos la amenaza de bomba más seria que tuvo el “Ente”. Decidimos quedarnos en un edificio desalojado porque entonces éramos la única ventana y el símbolo de que no se cedía al chantaje. Eso nos unió para siempre.
Hoy , cuando empiezo a conducir el Matinal, le recuerdo pensando que le hubiera gustado seguir dándome la mano y sin poder evitar la sensación de que, sabiéndole tan sólo en sus últimos días, podía haber estado mucho más cerca. La silla que hoy ocupo le pertenece en parte y le brindo con todo mi cariño y reconocimiento este magnífico toro.