Ver a jóvenes en la calle exigiendo un futuro es un espectáculo altamente estimulante; de hecho estábamos reclamando una reacción a la falta de alicientes y el agotamiento que provoca la situación de los partidos mayoritarios y una ley electoral que cierra el paso a nuevas posibilidades. Han salido del letargo ¡por fin!, así que ahora no nos rasguemos las vestiduras porque ocupen las calles ni les culpemos de que unos cuantos energúmenos rompan escaparates o quemen contenedores.
Es un movimiento que tiene mucho de espontáneo con imprevisiones y dudas de los propios participantes . Y también con algunos errores de los propios medios ,que hemos les hemos confundido en algún momento con los antisistema, cuando lo que quieren es cambiar el sistema por dentro, según se deduce de los mensajes que dejan en las redes y lo que proclaman en la calle. Algunos les critican preguntándose dónde han estado estos últimos 8 años, pero es ahora cuando la evidencia de la falta de expectativas es más clara y cuando las redes funcionan como el auténtico “tam tam” de estos tiempos.
En cualquier caso ,es un grave problema para la izquierda porque ahí deberían encontrar su nicho natural de electores… Ya no convencen a esta nueva hornada: su olfato de jóvenes cachorros les dice que los grandes están agotados y vencidos, que las viejas recetas que combatieron son ahora las suyas y que hace falta un revulsivo para volver a soñar con que un futuro es realmente posible.