Aún estoy llorando impactada por una entrevista de Mercedes Milá a un enfermo mental interno en un centro por agredir a un policía.
El paciente cuenta cómo fue evolucionando su enfermedad, la repercusión en su vida, cómo el alcohol lo separó de su familia, etc... Durante la conversación Mercedes le pregunta si echa en falta el contacto físico a lo que l responde: "yo daría un reino por una caricia."
Ella en ese instante le aprieta la mano, lo que me lleva a sentir un escalofrío tremendo surgido de un paralelismo con ese momento. Yo también necesité en su día esa misma caricia. En mi caso, además de esas mismas manos. Todos hemos sentido alguna vez esa angustia llamada soledad.
El vacío institucional deriva en un desamparo emocional. Nuestro país carece de centros especializados en este tipo de enfermos, por lo que la falta de atención en ocasiones como esta derivan en el alcoholismo y la delincuencia: ¿qué sucede cuando a un esquizofrénico se le pasa el brote agudo y tiene que volver a casa con su familia? ¿Y si recae?...
Confieso que me han brotado las lágrimas al ver que al final de la entrevista este interno concluye: "que desaparezcan los barrotes, que se hicieran las habitaciones más anchas y que pase este tiempo rápido"
En último lugar os agradezco la quedada indhirista en el blog, he visto niks que ya no escriban , así que me reconforta que sigáis interesándoos por mí aunque sea en la sombra, también se registró gente y a los que estáis ahí habitualmente mil gracias a tod@s! .