El tiempo vuela y vamos dejando atrás los últimos días de julio para adentrarnos en agosto, mes estival por excelencia, que sugiere descanso, relajo, diversión, ausencia de horarios, de rutinas… En fin, un mes para disfrutar y vivir la vida, olvidándonos, aunque solo sea por unos días, de responsabilidades y preocupaciones, que de eso ya tenemos bastante durante el año.
Y este mes de agosto, astrológicamente, es muy intenso… Comienza con un eclipse de Luna, que tendrá lugar el día 7 en el signo de Acuario. Y no será el único porque el día 21, coincidiendo con la Luna Nueva, tendrá lugar el segundo. En esta ocasión será un eclipse total de Sol en el signo de Leo. Y las energías de ambos eclipses van a contribuir a que nuestras emociones estén a flor de piel, removiendo nuestro mundo instintivo e inconsciente y favoreciendo cambios y renovaciones que nos pueden llevar a vivir mejor y más plenamente.
El Sol seguirá transitando por Leo hasta el día 22, aportándonos una dosis extra de entusiasmo, de fogosidad y desafío ante los retos que pueda presentarnos la vida. Me encanta Leo porque irradia energía, vitalidad, es sincero, abierto y tremendamente generoso… Y, eso sí, manda como nadie porque su ego está muy potenciado… Es y se siente el rey o la reina del Cosmos.
Y bajo el reinado de Leo tiene lugar uno de los fenómenos más bellos, que yo espero cada verano con ilusión: las Perseidas, una mágica lluvia de estrellas cuya máxima intensidad tendrá lugar entre los días 11, 12 y 13 de agosto. Es también conocida como las Lágrimas de San Lorenzo porque el día 10 se celebra este santo, y durante la Edad Media las Perseidas se asociaron a las lágrimas que vertió San Lorenzo al ser quemado en la hoguera.
Las Perseidas nos invitan a soñar, a dejarnos envolver por la magia que desprende ese dosel de brillantes y luminosas estrellas que nos transmiten toda la fuerza y la energía del Cosmos. No dejemos pasar la oportunidad de abstraernos y conectar con los misterios del universo, contemplando uno de los fenómenos más bellos que la naturaleza nos ofrece. Miremos al cielo y pidamos un deseo. Puede hacerse realidad antes de lo que creemos…
¡Feliz verano!