Los miedos que me acompañan
Comenzamos el año llenos de expectativas, de ilusiones, de esperanzas por iniciar un nuevo capítulo de nuestra vida… Despedí el año en el programa de Qué tiempo tan feliz, y cuando estaba en el plató acompañada de Mª Teresa Campos, Terelu, Carmen Borrego, Poti, Mariñas… sentí como si hubiera retrocedido en el tiempo, como un déjà vu que a veces me ocurre, dándome la sensación de que ya he vivido ese momento antes. En cualquier caso, qué más da el tiempo en el que vives… La realidad es lo que estás viviendo como presente. Y lo cierto es que las Campos siempre han formado parte de mi vida televisiva y me gustó despedir el año con ellas.
Siempre que acaba un año me deshago de cosas, como queriendo conjurar a los poderes del más allá para que se lleven también todos mis miedos, esos miedos que me acompañan desde mi infancia y que se resisten a desaparecer… En casa teníamos una persona de servicio, Josefa, que formó parte de mi infancia y adolescencia, hasta que se casó y se fue a trabajar a Alemania a hacer dinero en unos tiempos difíciles. Regresó, se compró un piso y un taxi y su vida cambió. Pero no el cariño que sentíamos por ella. En la actualidad, aunque es muy mayor, sigue activa, colaborando con Caritas, ayudando a su marido inválido y a sus hijos, sanos y robustos, y recordándome a mí, cuando nos vemos y me adentro en las puertas entreabiertas del pasado, que por las noches me moría de miedo por las pesadillas horrorosas que atenazaban mi cuerpo y durante segundos o minutos no era capaz ni de levantarme… Cuando podía andar, iba a su cuarto y le pedía con voz trémula si podía quedarme con ella para que los monstruos no vinieran a por mí. Ella me dejaba, me abrazaba amorosamente… Y ahora incluso me cuestiono si no nos quitaríamos los miedos mutuamente…
Y bueno, los miedos que creía que con el año nuevo y con todos los conjuros que he realizado se iban a disipar ahí siguen, acechándome… Solo yo los veo, y en sueños intentan inquietarme, atormentarme, perturbarme, pero no lo consiguen del todo porque yo sé que algún día desaparecerán. Incluso he pensado hacerme amiga de ellos, aunque nunca me atrevo a acercarme demasiado para no ser engullida y caer en un abismo en el que ya no sabes ni quién eres ni dónde estás, mientras el aleteo de la depresión mueve sus alas como las gigantes aspas que don Quijote encontraba en su camino…
Ay, creo que estoy demasiado densa al inicio del año, pero tengo muy claro que los miedos no van a paralizarme. Seguiré caminando por la vida con la cabeza alta, la sonrisa en los labios, la esperanza en mi corazón, las manos abiertas para tenderlas a los que las necesitan… Y seguiré con mis oraciones, entonando mis mantras, invocando al arcángel Miguel, para que me preste su espada, y al Cosmos para que me proteja. Y de esa forma, con esa coraza tan poderosa que me envuelve, ni un demonio nuevo va a entrar en mi vida. ¡Qué se habrán creído éstos!
¡Feliz semana!