¡Vaya semanita de sustos que llevo…! Afortunadamente puedo hablar solo de sustos, con final feliz, pero una ya no está para estos sobresaltos matinales ni nocturnos… He decidido que mi vida sea lo más armoniosa y serena posible, aunque, de pronto, mis pensamientos se instalan alocadamente en no sé qué lugar, ennegreciendo mi presente e imaginando cosas terribles que no tienen por qué ocurrir, pero que con el solo hecho de pensarlas ya las hago casi reales. Y así me doy cuenta de que ni los años de meditación con Juan Manzanera, ni los retiros de meditación vipassana, ni los silencios que consigo en lugares estratégicos llenos de energía me ayudan cuando mi mente empieza a cabalgar por libre.
Ese día abro el teléfono y leo horrorizada: Teresa Campos ingresada por una isquemia cerebral. ¡Ay, Dios mío! Saltaron todas las alarmas, fue TT, y luego la incertidumbre de la espera, esas horas tan peligrosas y angustiosas a la vez. Pero los hados o el Cosmos entero debían de estar con ella… Cuando fui a verla, ya estaba sentada en el sofá, con esa sonrisa suya que desplegó al vernos a Belén Rodríguez y a mí… Y sentada a su lado, percibiendo su energía y escuchando sus palabras, con su sentido del humor ya recobrado, me di cuenta de que el peligro había pasado. Respiré tranquila porque intuí que el riesgo se había evaporado al salir el sol.
Y luego vienen todas esas habladurías… Que si fue el estrés, que los problemas con Edmundo, que está tomando el sol y haciendo yoga en Honduras y que ella no quería, que la deuda con Hacienda… Vamos, que todas esas preocupaciones, que son la vida misma, fue lo que le provocó la isquemia. Puede ser o no. Yo prefiero mirar al Cosmos, y veo que esa oposición del pesadito Saturno que lleva tanto tiempo enfrente del signo de Teresa, Géminis, puede hacer de las suyas. Pero da igual, si lo más difícil de las enfermedades es el diagnóstico. Porque cada ser humano somos únicos e irrepetibles, con una huella especial que nadie tiene. Y las enfermedades vienen porque forman parte de nuestro camino por la vida… Tú, Teresa, por si acaso, protégete de Saturno, como hacía Felipe II, piensa que tu chico Edmundo, como buen Sagitario, es aventurero y un superviviente, que tus hijas y nietos están siguiendo el camino que el destino tiene guardado para ellos, y que tú, querida, solo puedes ser una mera observadora de todo ello. No cargues con más responsabilidades, que bastante tienes con las tuyas, y rodéate de los que te quieren de verdad y te hacen feliz. Y de ahora en adelante, para no llevarnos estos sobresaltos, le preguntaremos el futuro a mi bola de cristal…
¡Feliz semana!