Ha sido ésta una semana que inicié en Marbella celebrando el triunfo de “La Roja”, disfrutando del espectáculo de la Luna Llena del día 3 rielando sobre el mar, renovando energías… En fin, todo transcurría plácidamente, solo me inquietaba una leve preocupación por una prueba médica que tenía que pasar mi amiga Belén Rodríguez, y que el miércoles se desvaneció con un mensaje en el que, muy contenta, me decía “todo bien”.
Y llega el jueves… A las 11 horas me llama Belén Ro, muy angustiada, diciéndome que algo muy grave le ha pasado a su hermano Pedro porque está llamando a la puerta de su casa y a su teléfono y no le contesta. Tenía una reunión importante en Cuarzo a las 13 horas y debía estar preparándola… El miedo se apodera de mí cuando Belén, siguiendo una intuición por esa relación tan especial y simbiótica que siempre le ha unido a su hermano, me dice: “Mi hermano Pedro está muerto”.
La angustia me atenaza, el miedo me paraliza y, al mismo tiempo, me empuja a actuar y decido regresar a Madrid. Puedo llegar a coger el Ave y recibo otra llamada, si cabe más desesperada que la anterior, de Belén. Todavía no se sabía nada, pero la terrible sospecha se confirmó minutos después.
Se paró la vida. Solo los trenes avanzaban en su carrera frenética al encuentro de nuestra querida Belén. A esa hora Luis Rollán tomó un Ave desde Barcelona, Fernando desde Málaga, Juanlu, el íntimo amigo de Belén, desde Algeciras… Nos comunicábamos por el móvil, compartiendo el dolor, la pérdida, el desconcierto… Para amortiguar el daño causado por esa mano oculta del destino que todo lo cambia sin avisar…
Los sollozos de Belén los tengo dentro de mi cuerpo, en lo más profundo de mi alma, y me van a acompañar durante mucho tiempo. En casa de Yolanda nos reunimos todos: Ana Rosa, destrozada, las Campos, Jorge Javier, Beatriz Cortázar, Rafa Lorenzo… Tantos y tantos amigos que la conocemos desde años y que es nuestra amiga del alma.
Al día siguiente, en el programa de Ana Rosa recordaron a Pedro y le dedicaron un sentido homenaje. La tristeza empapaba a todos y el dolor y las lágrimas afloraban…
Ya ha terminado todo. El dolor individual es parte del vacío que nos ha dejado. El asidero al que podía agarrarse Belén en un mundo cambiante e inseguro ha desaparecido. ¿Cómo asumir que ya no está? El inconsciente se toma su tiempo para aceptar la realidad; los sueños pueden ser reparadores, pero los despertares tremendamente duros cuando abres los ojos y empiezas a comprender…
Después de tanto dolor, de tantas emociones, de tantas lágrimas vertidas, surge la pregunta, querida Belén, ¿Cómo seguir viviendo sin Pedro? ¿Qué hacer ahora con tu vida? ¿De dónde sacar fuerzas para vivir sin él?... Ahora viene lo más difícil, pero no vas a estar sola. Dicen que cuando alguien se va de este plano de existencia su estela sigue ayudando a quien más lo necesita de los suyos…
Todos te ayudaremos, mi querida y adorada Belén.