Respeto las supersticiones de los demás, pero yo tengo muy pocas, y la del martes y trece no me afecta en absoluto. Me operé de una rodilla sin lista de espera porque el cirujano me dijo que el único día que tenía quirófano libre era un martes y trece… Pues allí fui yo y nada anormal sucedió.
Algunos creen que la suerte es pura casualidad. Otros, en cambio, creen que la actitud positiva con la que se encara la vida atrae hechos positivos y, si no lo son, se viven de forma positiva, lo que contribuye a que sean menos duros. Yo soy de esa opinión y así intento vivir cada momento.
Pero las supersticiones son creencias que, de alguna manera, condicionan a las personas que las tienen porque creen que pueden traerles alguna desgracia. De hecho, el número trece lo evitan muchos hoteles del mundo, y tampoco existe ese piso, del doce pasan al catorce. Algunas aerolíneas también lo evitan en sus asientos. Lo de reunirse trece comensales en torno a una mesa para comer también suele evitarse por miedo a que suceda algo malo… Todos hemos tenido un mal día, malas noticias, tropezamos y caemos al suelo, no encontramos sitio para aparcar, extraviamos documentos importantes… Así, entras en una espiral y te dices a ti mismo “¡vaya día!” y todo se confabula para que ya nada vaya sobre ruedas ese día… Si esto ocurre en un martes y trece, lo vamos a asociar a la leyenda urbana y archivaremos en nuestro inconsciente que siempre será un mal día. Y con esa predisposición tenemos muchas papeletas para que así sea.
La superstición de martes y trece se asocia a la última cena de Jesucristo
en la que participaban trece personas y una de ellas, Judas, le traicionó. Hasta se comenta que la destrucción de la torre de Babel ocurrió un martes y trece… En otros países el día nefasto es el viernes trece. Algo que hasta la industria cinematográfica ha contribuido a hacerlo terrorífico…
¿Cómo se puede sobrevivir a un martes y trece, que además coincide con un eclipse total de Sol?
Ante todo, no debemos tomar decisiones drásticas si no las hemos meditado antes con calma. Podemos protegernos con algún amuleto que nos aporte seguridad. Si no lo tenemos, será suficiente con unas hojas de laurel o unas ramitas de romero que debemos arrojar lo más lejos posible de nuestra casa al día siguiente. También debemos evitar situaciones conflictivas y personas negativas que pueden acabar con la poca energía que tenemos nosotros y despertar nuestros miedos.
Recordad que la suerte siempre es buena y que la mala suerte solo es ausencia, en ese momento puntual, de la buena.
A no ser que os animéis y viajéis a Australia, el eclipse no lo podréis ver desde España y, por tanto, no es necesario ninguna protección para vuestros ojos. Y ya, por último, un secretito: los días en los que hay eclipse me gusta vestirme de blanco o de negro…