A veces, cuando nos encontramos con la cara fea de la vida, esa que nos deja fuera de circulación sin que nos hayamos preparado para ello, no se sabe de dónde sacamos las fuerzas y la aceptación para hacer frente a esa sacudida tan brusca del destino. A mí el corazón nunca me ha dolido, casi no tengo conciencia de que lo tengo, solo cuando late alocado sé que está ahí… A mí lo que me duele son las tripas, el estómago, como si algo me estuviera desgarrando por dentro sin que pueda ponerle fin. Y es que en la mochila no cargamos solo nuestro dolor, quizá ese sea el más llevadero porque es nuestro y te acabas acostumbrando a él… El que de verdad desgarra el alma es el dolor de los que amas, apoderándose de ti una aterradora impotencia al no poder aliviarles ni mitigarles su sufrimiento. La sensación que ahora me embarga es que el dolor está muy mal repartido. Cuando veo cómo sufre esa persona que tanto quiero se me parte el corazón… Su actitud es de aceptación y tristeza, su carácter, lejos de mostrarse irascible, es tremendamente dulce, casi te acaricia con su suave tono de voz, sonríe con una mirada insondable… Y sigue caminando con esa pesada y dolorosa carga, sin que nadie de los que la queremos podamos llevarla sobre nuestros hombros para que pueda descansar un poco… Sigue caminando y de momento no quiere llegar al final. Espero que en ese camino de espinas encuentre la suavidad del viento que seque sus lágrimas, el aroma de las flores que inunde su pecho, la brisa del mar que le evoque momentos felices de su vida…
Solo me entenderéis los que tenéis cerca a un ser querido que sufre. Y ojalá me entendáis pocos porque eso significaría que no hay sufrimiento a vuestro alrededor, aunque solo con las noticias diarias los mazazos que sufrimos son continuos… Pero bueno, volvamos la vista al mes de mayo, ese mes tan repleto de flores, de aromas, que me parece casi un milagro. La jara ha florecido antes de tiempo y las mimosas, también… El jardín de la casita que tengo alquilada en un pueblecito es un estallido de aroma y color: lilas blancas, petunias, rosas… Y con el mensaje de esperanza que me transmite la naturaleza me quiero quedar: después de un periodo oscuro, yermo, renace la vida, llenando de colores nuestro camino, llenando de colores nuestro mundo…
¡Feliz semana!