Dejamos atrás el mes de julio, que tantas turbulencias políticas nos ha traído para terminar en el mismo punto que comenzamos: sin que nuestros políticos se pongan de acuerdo… Y, como quien no quiere la cosa, estamos ya en el mes de agosto, un mes que evoca descanso, relajo, diversión, ausencia de horarios y rutinas… Una pausa en el calendario para disfrutar y apurar la vida, para olvidarnos de responsabilidades y preocupaciones, que ya tenemos bastantes el resto del año…
Hasta el día 23, el Sol transitará por el entusiasta y fogoso signo de Leo. Me encanta Leo porque es vital, sincero, abierto y tremendamente generoso… Eso sí, manda más que nadie porque su ego está muy potenciado… Es y se siente el rey o la reina del Cosmos. Y el 23 el Sol ingresará en el signo de Virgo. Virgo es muy lógico y racional, sabe hacer frente a cualquier situación sin perder el aplomo ni la visión de la realidad. Y todo ello con una sensualidad y erotismo tan intensos que nadie como él para disfrutar de los placeres de la vida. Muchas felicidades para todos los Leo y Virgo que cumplan años este mes.
Y como cada verano, en agosto tiene lugar uno de los fenómenos más bellos que yo aguardo con ilusión: las Perseidas, una mágica lluvia de estrellas que suele comenzar a mediados de julio y extenderse hasta finales de agosto, aunque será durante las noches del 11, 12 y 13 de agosto cuando alcance su máxima actividad. Esta bella lluvia de estrellas también es conocida con el nombre de Lágrimas de San Lorenzo porque el día 10 de agosto se celebra este santo, y durante la Edad Media y el Renacimiento las Perseidas se asociaron a las lágrimas que vertió San Lorenzo al ser quemado en la hoguera.
Lo cierto es que un halo misterioso y enigmático nos envuelve al contemplar esos doseles de estrellas. Lejos de las luces de las urbes, rodeados de la oscuridad y el misterio de la noche, observar este bello fenómeno es un espectáculo grandioso. Podamos o no visualizar la lluvia de estrellas, su poderosa y mágica energía se dejará sentir en nosotros. Por ello, no dejemos de mirar al cielo y pedir un deseo, con la confianza de que nuestros sueños pueden cumplirse muy pronto.
¡Feliz verano!