¿Qué oculta su personalidad, qué ocultan sus sentimientos, qué hay de cierto en lo que nos transmiten, cuál es su parte oscura…? Quizá los astros nos ayuden a desvelar el misterio.
Ésta es una historia de amor que nos tiene a todos totalmente enganchados.
Me dicen que Adara ha nacido el día 12 de marzo de 1993. Un viernes, bajo el signo de mi queridísimo Piscis con la Luna en Escorpio y Gianmarco, el día 24 de octubre de 1996, bajo el signo de Escorpio.
El interior de Adara, esa parte suya sensible, frágil, enigmática… donde se albergan todos sus miedos, sus incertidumbres, sus temores… conecta casi mágicamente con Gianmarco, que nace bajo el signo de Escorpio.
Cuando ambos se encuentran, se crea entre ellos un magnetismo muy fuerte, unas sensaciones muy intensas. Adara se siente dulcemente atrapada por el misterio de Gianmarco, por esa forma de amar tan pasional y protectora a la vez. Y él, que desprende una fuerte carga erótica, sueña con perderse junto a Adara en un mundo de fantasía y utopías.
Lo suyo es una pasión tórrida, kármica, un amor vehemente, perturbador, sensual, etéreo… y aunque se separen físicamente van a sentir una conexión mágica que durará siglos. Cuando están juntos, con solo mirarse a los ojos, se pierden en su pasión, en su fogosidad, en el ardor de sus sentimientos… Y cuando se separan, hasta su alma se lastima. Que se piensen bien qué van a hacer cuando Gianmarco salga de la casa porque juntos quizá no puedan estar, pero separados menos todavía…
Esta relación es un regalo cósmico que tienen que vivir, sentir, llegar al límite y dar rienda suelta a ese deseo incontrolable, a esa pasión completamente desenfrenada que les embarga… Porque la unión entre ellos es tan fascinante, tan intensa que, aunque no dure toda la vida, haber vivido un amor así les dejará una profunda huella en sus almas.