Mucho se ha dicho (y se ha escrito) durante los últimos años acerca de la alimentación y las dietas detox. Lo último: que no es tan beneficiosa como se creía, o que realmente no tiene tantas virtudes. Como sabéis, las cuestiones sobre la alimentación me interesan muchísimo, así que me he propuesto valorar en serio hasta qué punto es buena toda la corriente detox que estamos viviendo en los últimos años.
En primer lugar, creo que es necesario matizar el hecho de que no es lo mismo querer perder una gran cantidad de peso que pretender limpiar nuestro organismo de toxinas, eliminar líquidos y conseguir un efecto desinflamatorio como del que hablábamos la semana pasada.
El movimiento detox comenzó hablando de las bondades de algunas frutas y verduras y del poder de algunos zumos para eliminar toxinas. Sin embargo, han llegado a proponerse dietas basadas en tomar únicamente estos zumos durante días, un semi-ayuno que no garantiza que le estemos aportando a nuestro cuerpo todos los nutrientes que necesita, además de que, al disminuir el aporte energético, el metabolismo va a tender a ralentizarse para reducir el gasto calórico. Efectivamente, esto va a lograr que el cuerpo tire de las reservas de proteínas y grasas, pero no podemos olvidarnos de que el hígado va a verse forzado a quemarlas. Es principalmente por esto por lo que esos días de ayuno o semi-ayuno no deberían hacerse de manera constante sino puntual, en casos de querer combatir la retención de líquidos, por ejemplo, o si hemos tenido unos días de comidas muy copiosas y queremos poner el organismo a cero.
Otra cuestión diferente es optar por desintoxicar nuestro cuerpo de sustancias que poco o nada le favorecen, como las grasas saturadas, los azúcares y carbohidratos, así como los conservantes y otros químicos. Esto es lo que se puede conseguir con una dieta detox que además de frutas y verduras variadas, incluya legumbres, cereales integrales, huevos e incluso carnes… Todos estos alimentos lo que hacen es aportar nutrientes que también son indispensables, como las vitaminas del grupo B, que no se encuentran en las frutas y verduras pero que son fundamentales para que nuestro hígado, que es el órgano que se encarga de desintoxicar nuestro cuerpo, funcione correctamente.
Es importante tener claro también cómo adaptamos el detox a nuestra vida. El marketing ha jugado un papel muy importante en lo que ahora entendemos por saludable, por lo que es muy fácil encontrar todo tipo de productos que remarcan sus propiedades. Tenemos que acostumbrarnos a leer las etiquetas de lo que compramos y fijarnos, sobre todo, en la información nutricional, ya que podemos sorprendernos de lo enormemente calóricos o la gran cantidad de azúcares y grasas que tienen algunos productos etiquetados como detox o integrales. Por ejemplo, el kale, las manzanas, los frutos rojos… son enormemente sanos y poco calóricos, pero las bayas de goji, a pesar de que tienen muchísimas propiedades antioxidantes, también tienen bastantes calorías: 258 por cada 100 gramos, además de un alto nivel de carbohidratos. Si lo comparamos con que el arroz blanco tiene 130 calorías por cada 100 gramos, y 111 calorías el integral, nos damos cuenta de que si lo que pretendemos es adelgazar tal vez estas bayas no sean el mejor ingrediente.
De la misma manera, elegir zumos o cremas de frutas o verduras con un alto índice glucémico puede hacer que incrementemos nuestro nivel de azúcar en sangre y que este acabe acumulándose. Por ejemplo, el zumo de naranja tiene muchísimo azúcar y eliminamos parte de la fibra de la fruta entera, así como las zanahorias cocinadas poseen un nivel glucémico muchísimo mayor que el de su versión en crudo, por lo que es mejor comerlas así.
Por otra parte, es cierto que hay algunos productos que, por su carácter diurético y sus propiedades antioxidantes son perfectos para ayudar a nuestro hígado y riñones, como por ejemplo la piña, las alcachofas o el té verde. En definitiva, nuestro cuerpo elimina las toxinas a través de la orina, el sudor… así que todo lo que nos ayude a poner en funcionamiento los riñones y a eliminar líquidos es bienvenido.
En definitiva, tal vez no se trate tanto de desintoxicar nuestro organismo, ya que tenemos los órganos perfectos para ello, sino de desintoxicar nuestra alimentación. Está claro que eliminar todo tipo de grasas saturadas, azúcares, conservantes, aromatizantes, etc., de nuestro cuerpo, va a cambiar por completo nuestro organismo. En cuanto a las carnes también es importante tener ojo con dónde las compramos (si pueden ser ecológicas, mejor). Una buena idea sería, por ejemplo, seguir una idea con un consumo de carne lo más reducido posible, sustituyéndola por las proteínas de las legumbres, por ejemplo, reducir el consumo calórico y sustituir el desayuno o la media mañana, por ejemplo, por un buen zumo o smoothie. Uno que me encanta, por ejemplo, es con kale, manzana, limón y jengibre, u otro que es estupendo para el verano porque es muy refrescante, con sandía, limón, apio y hojas de menta fresca.