Quien me conoce sabe el tiempo que dedico a mis uñas… Bastante poco. Me gustaría dedicarles mucho más pero, para mi desgracia, no llego. Tenerlas bien cuidaditas es casi un deber. Y no solo de las mujeres, también de los hombres. Por eso hago todo lo que puedo para no descuidarlas, aunque a veces me resulte complicado.
Llevarlas bien cuidadas es algo que dice mucho de nosotros. Pero te aseguro que llevarlas mal cuidadas dice todavía mucho más. Yo prefiero unas uñas limpitas y sin pintar a unas largas y muy perjudicadas. Y si son puntiagudas… Ufff, qué decir de las puntiagudas… Con todos mis respetos hacia quienes las lleven, no me acabo de fiar demasiado de estas personas. Si te digo que la última moda en EEUU es pintarse la parte de debajo de las uñas de rojo imitando los zapatos de Louboutin... ¿cómo te quedas? Por supuesto, la parte superior va de negro brillante. El mundo de la manipedi da tanto juego que a veces va más rápido de lo que podemos esperar o imaginar.
Afortunadamente para el bien social, las uñas largas y puntiagudas ya han dejado de llevarse. Por fin respiré tranquila al descubrirlo. Ahora están de moda las cuadraditas y más cortas y lo más divertido es el motivo. Os vais a quedar de piedra: resulta que esta moda viene marcada por el uso absolutamente enloquecido de whatsapp y la imposibilidad de las chicas de poder escribir mensajes con uñas kilométricas.
Precisamente eso mismo me pregunté yo una vez cuando, a bordo de un crucero de Miami a Bahamas, vi a unas chicas americanas a las que las uñas les daban literalmente la vuelta a los dedos y formaban como un pequeño bonsay. Entre otras incomodidades que estoy segura que aquello les causaría, pensé en la de escribir mensajes en el móvil: para mí eso sería una auténtica condena, por no hablar del teclado del ordenador, de recogerse el pelo en un moño o de pintarse la raya del ojo. ¿Cómo harían estas chicas para ponerse el rímel? ¿Y para enhebrar una aguja si les hubiera hecho falta? Aquello me dio entre risa, asco y miedo…
En fin, que las uñas, mejor cortitas y arregladitas. Por supuesto, no solo las de las manos: también las de los pies. Porque la manipedi es una disciplina que uno debe practicar con sumo cuidado. No abandones las uñas de los pies en invierno aunque no se vean. Vale, admito que no se pinten porque, entre otras cosas, necesitan descansar y ver la luz, no estar siempre tapadas por la laca, pero límalas, córtalas manteniendo la forma, púlelas y, sobre todo, quita pieles muertas y pellejitos.
Otro paso más en esto de la manicura es el acabado de terciopelo, que viene haciendo furor desde hace tiempo en Latinoamérica. La técnica consiste en pintarse las uñas de un color determinado y luego aplicarles polvo de terciopelo para conseguir el efecto. No están mal, pero no son mi estilo.
La manipedi se ha convertido en los últimos años en una explosión de imaginación. Imaginación sin límites. Pero he de reconocer que me espantan las uñas con dibujitos, ya sean las de los pies o las de las manos. Las prefiero de un solo color, cortitas y cuadradas. Y que no lleven hecha la francesa. Sí, se que son un clásico, pero yo es que soy más de contemporáneos.
En cuanto a colores, no todos le van bien a todo el mundo. Para las pieles más claritas los tonos ideales son los rosas, rojos y marrones. Las más morenas admiten fenomenal los amarillos, los dorados, los ocres y los anaranjados. Sí, hay muchos colores que se ponen de moda en invierno como los verdes metalizados o los dorados tornasolados que, vistos en una mano muy blanca, no acaban de encajar, dan un toque demasiado mortecino a la mano.
Pero, si no vas a estar pendiente de ellas, lo mejor es no pintártelas. Debes saber que aunque soy fan de las uñas con esmaltado semipermanente cuando están bien hechas, no dejan de ser muy esclavas. Es un método cómodo porque vas a estar 15 días sin preocuparte, pero después de esos 15 días, llega el momento de estar en guardia: si se te estropea una, lo pasas fatal. A veces la única solución posible es colocarse una tirita hasta que puedas ir a hacerte la manicura, pero ya eso deja claro que no te has cortado con el cuchillo jamonero y que en realidad lo que te ocurre es que tienes un problema con la estética de esa uña en particular.
Hay marcas mejores y otras peores. Me gusta Pronails pero, sobre todo, Estrosa. Tiene una carta de alrededores de 70 colores semipermanentes extra brillantes que duran tres semanas como el primer día. Es uno de esos productos maravillosos.
Y, en cuanto a colores… Me gusta el negro mate. Eso sí, para ocasiones especiales y vestida también con ropa especial. Es un clásico que lleva ya muchos años de moda. El color carne también me encanta y, cómo no, el rojo. Sin embargo, reconozco que me gusta más verlo en los demás que en mi misma. El abanico de rojos es inmenso y me resulta curioso ver cómo cada rojo puede dar una imagen muy diferente de tus manos, desde la sofisticación absoluta hasta un aspecto muy infantil si ese rojo tira a naranja o es muy brillante.
No abandonéis vuestra manipedi Tened las manos y los pies a punto, ya sean “vestidos” de colores y desnudos. Pero siempre bien arreglados. Nunca me canso de decir que si llevamos nuestro pelo y nuestras uñas arreglados, daremos una imagen estupenda, pero si no tenemos ninguna de estas dos partes de nuestro cuerpo a punto…
Se trata de no abandonarse, de gustarse y de quererse un poco más. Porque el tiempo, que es lo que nos falta siempre, sale de cualquier sitio, aunque sea de una noche de sofá viendo la tele con la lima en la mano…
¡Un beso y hasta el próximo post!